domingo, 2 de abril de 2017

El hombre con setecientas esposas

Resultado de imagen de El hombre con setecientas esposasAdemás de la hija del faraón, el rey Salomón amó a muchas mujeres extranjeras… de las naciones con las que el Señor había prohibido a los israelitas establecer relaciones matrimoniales porque seguramente harían que sus corazones se desviaran hacia sus dioses. Pero Salomón, enamorado, se unió con ellas. Tuvo setecientas esposas de rango real y trescientas concubinas, las cuales desviaron su corazón» ( 1 Reyes 11: 1-3).

Fue una sorpresa para las tres descubrir que estábamos saliendo con el mismo muchacho. Mi compañera de cuarto, otra buena amiga mía y yo, las tres, nos habíamos reunido una noche para hablar de detalles de nuestra vida amorosa, cuando empezamos a darnos cuenta de que había ciertas similitudes entre nuestras historias. Resultó que el mismo muchacho estaba saliendo en secreto con las tres. Cada una lo habíamos estado ocultando ante los demás, por eso no lo habíamos compartido entre nosotras. Así fue como él se había salido con la suya. ¡Estábamos furiosas! Imagínate su sorpresa al día siguiente, cuando se enteró de que lo habíamos descubierto.

Elige tu aposento

Una mañana muy temprano, tres personas oraban sin cesar en un templo. Dos de ellas oraban en alta voz, mientras la tercera lo hacía en un tono tan bajo, que por muy cerca que nos encontráramos de ella no podríamos escuchar ni siquiera una palabra.
Pasaron varias horas y las tres personas oraban como para no acabar nunca. Las dos que oraban en alta voz, hacían oraciones de intercesión. Oraban intensamente intercediendo por muchas cosas; mientras que la tercera, que lo hacía en un tono muy bajo, no dejaba saber por qué oraba.
Por fin, las dos personas que oraban en alta voz acaban sus oraciones y poniéndose una frente a otra, se dicen: -Escuché que oraste de un modo muy espiritual e intercedías constantemente por toda la congregación, por el pastor y su familia.
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-Es cierto –dijo el otro. –Dios siempre me ha premiado por orar intercediendo por otros en vez de hacerlo por mí. No obstante, pude apreciar que tú también orabas por otros y no por ti.
-¡OH! Claro que sí –contestó el primero. Procuro andar en obediencia y santidad, por lo que pienso que debo orar por otros que están más necesitados de la presencia de Dios. También yo, al igual que tú, he recibido muchas bendiciones al poner en mis oraciones a otros antes que a mí.
Finalmente, ambas personas dirigieron la mirada a la tercera persona que se encontraba en el templo y que, aún hincado de rodillas, continuaba orando. Entonces la segunda persona dice: -Sin embargo, esa persona que ora en secreto no sabe que si dos nos ponemos de acuerdo aquí en la tierra, nuestro Padre nos oye en el cielo.
En esto, la persona que aún oraba se pone de pie y camina hacia las otras dos: -¿Les gustaría saber sobre por qué oraba? Pues bien, he estado todo el tiempo orando por ustedes, para que Dios les diera mansedumbre, humildad y sencillez. Para que del mismo modo que saben orar en alta voz para que todos los oigan, también puedan entrar en su aposento y orar en secreto, como nuestro Señor Jesucristo les explicó a sus discípulos:
Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público”. Mateo 6:5-6.

Prueba de fuego

Imagen relacionadaBienaventurado el hombre que soporta la tentación, porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida que Dios ha prometido a los que lo aman. Santiago 1;12
El invierno pasado, mientras visitaba un museo de historia natural, aprendí algunas cosas notables sobre los álamos. Un bosque entero de estos delgados árboles puede desarrollarse a partir de una sola semilla y compartir el mismo sistema de raíces. Este sistema puede existir miles de años sin producir árboles, dormido bajo tierra, hasta que un incendio, una inundación o una avalancha permite que las raíces perciban el sol y se abran paso entre las sombras del bosque. Entonces, la savia que sube se convierte en árbol.
Lo que hace posible que nazcan y su crecimiento, es la devastación producida por un desastre natural. Santiago también escribe que las dificultades nos hacen crecer en la fe: «tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna» (Santiago 1:2-4).
Es difícil tener gozo durante las pruebas, pero podemos hallar esperanza al saber que Dios usará las circunstancias problemáticas para ayudarnos a crecer espiritualmente. Como los álamos, las dificultades despejan nuestro corazón para que la luz de Dios nos alcance, para que la fe pueda crecer.

Señor, gracias por acompañarme en las dificultades. Ayúdame a crecer con ellas.
Las pruebas pueden acercarnos más a Dios.

La Grandeza del mar

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¿Sabes por qué el mar es tan grande?
¿Tan inmenso?
¿Tan poderoso?
¿Y por qué tiene la humildad de colocarse algunos centímetros 
más abajo de todos los ríos?
Sabiendo recibir, se tornó grande.
Si quisiese ser el primero y estar unos centímetros encima de todos los ríos, 
no sería mar, sino una isla.
Pero no, la pérdida es una parte de la vida.
Precisamos aprender a perder, a caer, a errar y a morir.
Si aprendes a perder, a caer, a errar, nadie más te podrá controlar.
Porque lo máximo que te podrá suceder es caer, errar y/o perder.
Bienaventurados aquellos que ya consiguieron recibir 
con la misma naturalidad el ganar o perder,...
...el acierto y el error, 
el triunfo y la derrota, la vida y la muerte.

Un abrazo a todos y recuerden siempre que el Éxito es...
SER FELIZ
El resto es una consecuencia.

Que Dios los bendiga, amén.