sábado, 18 de marzo de 2017

Su Voluntad

Cuando oramos el Padre Nuestro, le pedimos a Dios que se haga Su Voluntad. Y aunque sabemos que la Voluntad de Dios es buena, agradable y perfecta, nos gustaría que nos dejara más claro, qué significado tiene el que se haga Su Voluntad y no la nuestra.
¿Alguna vez has estado tan agradecido a Dios por algo que hizo (quizá un simple favor o quizá un milagro), que quieres hacer también algo para agradarlo y mostrarle tu agradecimiento?
Su VoluntadSon muchas cosas las que se nos ocurren que podemos hacer, pero, ¿cuál es la obra que Dios quiere que hagamos?
Los discípulos le hicieron esta misma pregunta a Jesús, y fue precisamente después del milagro que Jesús había hecho de alimentar a miles:
Le preguntaron:
—¿Qué debemos hacer para realizar las obras que Dios quiere que hagamos?
Jesús les contestó:
La única obra que Dios quiere es que crean en aquel que él ha enviadoJuan 6:28-29
¿Verdaderamente quieres saber qué es lo que Dios quiere que hagas?...Que creas en Quien Él ha enviado.
Puede que pienses que creer en Dios es suficiente, así como cualquiera de las religiones monoteístas:
Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. Santiago 2:19
Pero creer que Dios existe, no es suficiente.
Quizá creamos que hacer ciertos rituales y seguir algunas tradiciones también agradará a Dios, pero no nos damos cuenta que muchas de éstas, mas bien, invalidan la Palabra de Dios.
invalidando así la palabra de Dios por vuestra tradición, la cual habéis transmitido, Marcos 7:13
Porque ustedes dejan el mandato de Dios para seguir las tradiciones de los hombres. Marcos 7:8
Si realmente queremos hacer algo para agradar a Dios, hagamos lo que Él nos pide:
Jesús les contestó:
La única obra que Dios quiere es que crean en aquel que él ha enviadoJuan 6:28-29

La venganza y el Reino

Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: «Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.» Romanos 12:18-19
Imagen relacionadaHay pocas cosas que calen tan profundo en nuestros corazones como los males que nos vienen de mano de otros. Es más fácil aceptar las dificultades económicas, la falta de trabajo o la enfermedad, si estos males no proceden de otros, pero cuando otras personas nos traicionan, nos sentimos dolidos en lo más profundo de nuestro ser. Superar este mal momento es todo un desafío.

En el texto bíblico, Pablo nos da una orientación respecto a este tema. Primeramente nos recuerda que la paz debe ser una de las características de los que andan en Cristo, porque seguimos a un Dios de paz. Aun así, la frase «en cuanto dependa de vosotros» nos advierte que estar en paz con los demás es algo que requiere de la colaboración de dos personas. Es decir, no implica solamente la ausencia de agresión por mi parte, sino también el mismo compromiso de parte de la otra persona. Por esta razón no siempre la paz es absoluta, pues nuestros deseos de estar en paz con los demás pueden no ser correspondidos por la otra parte.

Nuestro llamado, no obstante, es agotar todos los caminos posibles para cultivar y mantener una relación de paz con aquellos que son parte de nuestra vida.

La gracia da y la fe recibe

Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús. Romanos 3:24
Rechazar un regalo significa privarse de ese regalo, pero también es ofender al que lo da. Cuanto más precioso sea el regalo, tanto más grande es la pérdida para el que lo rechaza y la ofensa para el dador. Dios dio a su Hijo unigénito para salvar a todos los que creen en Él. No creer en Él es, en el fondo, despreciar el regalo de Dios. ¡Qué pérdida y qué afrenta!
Resultado de imagen de La gracia da y la fe recibePues bien, muchas personas no quieren recibir el maravilloso regalo de Dios. Pero, ¿por qué?, ¿cuál es el obstáculo? Probablemente la indiferencia hacia Dios unida al materialismo existente. Pero también existe una razón más oculta: si Dios es un Dios de bondad, es igualmente santo, y la conciencia no está nada cómoda en este plano. Nos gustaría presentar a Dios buenas obras para ser aceptados ante Él, para parecer justos. Pero Dios declara: “No hay justo, ni aun uno” (Romanos 3:10). Y Jesús dice: “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento” (Lucas 5:32). A estos pecadores Dios les ofrece su gracia. Por definición, la gracia se dirige a aquellos que solo merecen el juicio.
Las innumerables religiones inventadas por los hombres exigen hacer algo para merecer el perdón. ¡Pero nadie puede hallar a Dios basándose en esto! Solo el Evangelio ofrece, por la gracia divina, el perdón a todos los hombres, pues todos somos pecadores.
Si usted admite ser un pecador, reúne la única condición necesaria para recibir el perdón gratuitamente. ¡Recíbalo con sencillez y agradecimiento!
Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado” (Salmo 32:1).

Brazos abiertos

Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos. Salmo 139:23
El día que mi esposo y yo empezamos a cuidar a nuestros padres ancianos, fue como cogernos del brazo y sentir que estábamos cayendo por un precipicio. No sabíamos que, durante ese proceso, la tarea más difícil sería permitir que Dios examinara y moldeara nuestros corazones, con el fin de que aprendiéramos nuevas maneras de ser como Él.

Los días en que sentía que me hundía en la tierra en una descontrolada caída libre, Dios me mostraba mis prioridades, mis reservas, mis miedos, mi orgullo y mi egoísmo. Utilizó mis grietas para mostrarme su amor y su perdón.

El pastor de mi iglesia dice: «El mejor día es aquel en el que ves quién eres en realidad: alguien desesperado sin Cristo. Luego, te ves como Cristo te ve: completo en Él». Esta fue la bendición que experimenté al cuidar a mis padres. Cuando veía para qué me había creado Dios, corría llorando hacia sus brazos, y clamaba como el salmista: «Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos» (Salmo 139:23).
Esta es mi oración por ti: que, al verte en medio de tus circunstancias, corras hacia los brazos abiertos, amorosos y perdonadores de Dios.

Señor, necesito tu amor, sabiduría y gracia. Examina, conoce y sana mi corazón.
Cuando la preocupación se instala, las fuerzas se van; pero éstas vuelven cuando corremos hacia Dios.