lunes, 13 de marzo de 2017

Te deseo Suficiente

Hace poco tiempo, estando en el aeropuerto, escuché por casualidad a una madre e hija que se estaban despidiendo.
Cuando anunciaron la partida del vuelo se abrazaron y la madre dijo:
“Te amo y te deseo lo suficiente”.
La hija respondió: “Madre, nuestra vida juntas ha sido más que suficiente. Tu amor es todo lo que he necesitado. También te deseo lo suficiente”.
Se saludaron con un beso y la hija partió.
La madre pasó muy cerca de donde yo estaba sentada, y noté que ella necesitaba llorar. Intenté no observarla para no invadir su privacidad, pero ella se dirigió hacia mí y me preguntó:
“¿Alguna vez se ha despedido de alguien sabiendo que era para siempre?”.
Sí, lo he hecho – respondí. – Perdón por preguntar – contesté -, pero ¿por qué esta despedida es para siempre?
Yo soy vieja, y ella vive muy lejos de aquí. La realidad es que su próximo viaje será para mi funeral.
Cuando se despidió de ella escuché que le dijo “te deseo lo suficiente”. ¿A qué se refería?
Comenzó a sonreír.
Eso es un deseo que hemos transmitido de generación en generación. Mis padres solían decirlo.
Hizo una pausa y miró hacia arriba, como si tratara de recordarlo en detalle. Luego sonrió aún más.
– Cuando decimos “Te deseo lo suficiente”, es que deseamos que la otra persona tenga una vida llena de SOLO lo suficientemente bueno para vivir.
Entonces, dirigiéndose hacia mí, ella compartió lo siguiente como si lo estuviera recitando de memoria:
“Te deseo que tengas suficiente sol para mantener tu espíritu brillante”,
“Te deseo suficiente lluvia para que aprecies aún más el sol”.
“Te deseo suficiente felicidad para que tu alma esté viva”.
“Te deseo suficiente dolor para que las pequeñas alegrías de la vida parezcan más grandes”.
“Te deseo que tengas suficientes ganancias que satisfagan tus necesidades”.
“Te deseo suficientes pérdidas para que aprecies todo lo que posees.”
“Te deseo suficientes bienvenidas para que logres soportar las despedidas”.
Luego ella comenzó a llorar y se alejó.
Se dice que:
lleva un minuto encontrar a una persona especial, una hora apreciarla, un día para amarla,
pero una vida para olvidarla.
 

El faro

… [El Señor concede] gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto. Isaías 61:3
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El mero hecho de la existencia de un centro misionero evangélico en Ruanda, llamado «Faro», representa la redención. Está ubicado en un terreno donde el presidente del país tenía una casa espléndida durante el genocidio de 1994. Sin embargo, esta nueva estructura fue construida por cristianos, para ser un faro de luz y esperanza. Alberga un instituto bíblico donde se prepara a una nueva generación de líderes cristianos, un hotel, un restaurante y otros servicios para la comunidad. De las cenizas ha surgido una vida nueva. Los que construyeron el Faro se inspiran en Jesús como su fuente de esperanza y redención.

Cuando Jesús fue a la sinagoga de Nazaret en el día de reposo, leyó del libro de Isaías y anunció que Él era el Ungido que proclamaba el favor del Señor (ver Lucas 4:14-21); el que había venido a sanar a los quebrantados y ofrecer redención y perdón. Jesús es la belleza que surge de las cenizas (Isaías 61:3).

Al descubrir las atrocidades que se cometieron durante el genocidio en Ruanda, que se cobró más de medio millón de vidas, no sabemos qué decir. Pero sí sabemos que el Señor puede redimir las atrocidades… aquí o en el cielo. Aquel que concede óleo de gozo en lugar de luto da esperanza en medio de las situaciones más sombrías.
Señor, muestra tu misericordia a los que sufren.
Jesús vino a traernos esperanza en medio de las circunstancias más oscuras.

Dios sana y salva

Estuve pensando en por qué, si Dios es todopoderoso para sanar al enfermo con una sola Palabra, a veces se demora en dar la sanidad.
No hay duda de que no es la voluntad de Dios que estemos enfermos, y Jesús lo dijo así:  “Yo no he venido a hacer mi voluntad, sino la voluntad del Padre que me envió.” Juan 6:38
Entonces: ¿Qué hizo Jesús mientras estuvo aquí en la tierra? Estuvo:
1.- Enseñando sobre el Reino de Dios
2.- Perdonando pecados
3.- Sanando enfermos
Dios-sana-y-salva-640Así es que si ésta no fuera la voluntad de Dios, Jesús no hubiera sanado a todos los enfermos que venían a sus pies.
Y vinieron a El grandes multitudes trayendo consigo cojos, lisiados, ciegos, mudos y muchos otros enfermos y los pusieron a sus pies y El los sanó; Mateo 15:30
Hay decenas de pasajes en la Biblia demostrativos de que Jesús sanaba a los enfermos de una manera milagrosa, pero hay uno en particular,...
¿Recuerdas la curación del hombre al que sus amigos llevaron a Jesús?
Leamos con atención y descubramos qué fue lo que Jesús le dijo a esta persona que estaba paralítica.
Cuando Jesús entró de nuevo en Capernaúm varios días después, se oyó que estaba en casa. Y se reunieron muchos, tanto que ya no había lugar ni aun a la puerta; y El les explicaba la palabra.
Entonces vinieron y le trajeron un paralítico llevado entre cuatro hombres. Como no pudieron acercarse a Jesús a causa de la multitud, levantaron el techo encima de donde El estaba; y cuando habían hecho una abertura, bajaron la camilla en que estaba acostado el paralítico. Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: “Hijo, tus pecados te son perdonados.”
Pero estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales pensaban en sus corazones: “¿Por qué habla éste así? Está blasfemando; ¿quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?”
Al instante Jesús, conociendo en Su espíritu que pensaban de esa manera dentro de sí mismos, les dijo: “¿Por qué piensan estas cosas en sus corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: ‘Tus pecados te son perdonados, o decirle: ‘Levántate, toma tu camilla y anda’? Pues para que sepan que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados, dijo al paralítico: “A ti te digo: levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.”
Y él se levantó, y tomando al instante la camilla, salió a la vista de todos, de manera que todos estaban asombrados, y glorificaban a Dios, diciendo: “Jamás hemos visto cosa semejante.” Marcos 2:1-12

Compromisos antes y ahora

“Rut le contestó: ‘¡No me pidas que te deje y que me separe de ti! Iré a donde tú vayas, y viviré donde tú vivas. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios'” (Rut 1:16).

Aunque estaba al otro lado de la abarrotada sala, sabía exactamente lo que el pícaro de mi novio estaba haciendo: pidiéndoles permiso a mis padres para casarse conmigo. Lo supe en cuanto vi a mi madre dar un saltito y aplaudir suavemente. Estábamos en la fiesta sorpresa de sus bodas de plata y Greg había insistido en que viajáramos allí para la celebración.

Resultado de imagen de Ruth y Noemí
No supe que mis padres le importaban tanto hasta que fui testigo de la escena. Le dio la mano a mi padre como si acabaran de cerrar un trato. Y mi padre, con orgullo, le dio unas palmaditas en la espalda. Rápidamente, me giré e hice como si no hubiese visto nada, pero, inmediatamente, en mi corazón supe que Greg pronto me pediría que me casara con él.

En los tiempos de Rut, durante el período de los jueces, el proceso del compromiso matrimonial era mucho más complicado que solo pedir permiso al padre de familia.
Eran muchas las circunstancias, y si un esposo fallecía, el pariente varón más cercano se hacía cargo de la propiedad del fallecido y se casaba con la viuda. Cuando Rut conoció a Booz y quisieron casarse, tuvieron la suerte de que Booz era un pariente redentor de ella. Pero había otro hombre cuyo parentesco con Noemí era aún más cercano, de manera que tuvo que darle una oportunidad a ese hombre en primer lugar.