miércoles, 8 de marzo de 2017

La Ley y los Profetas eran hasta Juan

En San Lucas 16:16 leemos: “La ley y los profetas eran hasta Juan; desde entonces el reino de Dios es anunciado, y todos se esfuerzan por entrar en él.”
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¿Significa esto que en la época actual de la iglesia ya no hay profetas?
Hay que destacar que la expresión de Jesús, en el referido texto bíblico, no quiere significar que después de Juan el Bautista no existirían más profetas, sino más bien que Juan el Bautista era la línea divisoria entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, pues es el último de los profetas antigo-testamentarios, incluyendo a Simeón (considerado por muchos como profeta), que profetizó a través del cántico denominado NUNC DIMITTIS (cántico de Simeón); y también después de la profetisa Ana en Lucas 2:25-36. Juan el Bautista está después de ellos.


Con esto, Jesús enfatizó que su Reino cumplió la Ley (el Antiguo Testamento); no la abrogó (como lo señala en Mateo 5:17). No implantó un nuevo sistema, sino que consumó el antiguo. El mismo Dios que obró a través de Moisés, obraba mediante Jesús.

No mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros

No mirando cada uno por lo suyo propio,
sino cada cual también por lo de los otros. Filipenses 2:4

Es muy normal ver que las personas se interesan más por ellas mismas y dejan de lado las necesidades de los demás. Pablo aconseja a los filipenses que no se dejen arrastrar por esta forma de vida egoísta, sino que vivan una vida en función de los demás.
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Después de decirles que no hicieran las cosas por contienda o por vanagloria, sino con humildad, y que cada uno considere a los demás como mejores que ellos mismos, les estimula a vivir no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.
Esto es para todos los creyentes; cada uno debe empezar a conducirse así, no esperando que otro empiece. Cada uno debe mostrar también preocupación por los demás. Posiblemente en la iglesia hubiera algunos que habían dejado de pensar en los otros, y cuando esto sucede es porque las personas están alejadas de Cristo y están centradas en ellas mismas, de tal modo que no hay lugar para otras personas en sus vidas. Más adelante Pablo les dice: Porque todos buscan lo suyo propio, no lo que es de Cristo Jesús. Filipenses 2:21.

La actitud del creyente frente a los demás creyentes es muy importante porque así la iglesia cumple los propósitos de Dios. Por tanto, cada creyente debe preocuparse por los demás. Esta es la actitud de Cristo que más adelante Pablo va a describir.
Así que, la actitud cristiana es preocuparnos en nuestras relaciones por los demás: 
Ninguno busque su propio bien, sino el del otro. 1 Corintios 10:24. 
Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno, para edificación. Romanos 15:2.
Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo. Gálatas 6: 2.


Amor y zapatos viejos

Pues aún no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh Señor, tú la sabes toda. Salmos 139; 4
A veces, mi esposa y yo completamos las frases el uno del otro. Después de 30 años de matrimonio, cada vez conocemos mejor la manera de pensar y hablar del otro. A veces ni siquiera tenemos que acabar una frase; solo una palabra o una mirada basta para expresar lo que pensamos.
Todo esto tiene su lado placentero… como un par de zapatos que uno sigue usando porque son muy cómodos. A veces, hasta nos llamamos afectuosamente el uno al otro: «mi zapato viejo»; elogio que te resultaría difícil de entender si no nos conocieras bien. Con los años, nuestra relación ha generado un lenguaje propio, con expresiones que son el resultado de décadas de amor y confianza.
Es placentero saber que Dios nos ama con una profunda familiaridad. David escribió: «aún no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda» (Salmo 139:4). Imagina tener una conversación tranquila con Jesús y contarle lo que más pesa en tu corazón. Mientras luchas por encontrar las palabras, Él te sonríe y dice exactamente lo que no sabes expresar. ¡Es bueno saber que no necesitamos decir las palabras correctas para hablar con Dios. Él nos ama y nos conoce lo suficiente para entender.

¡Señor, gracias por entenderme por completo! Ayúdame a amarte y seguirte hoy.
Dios mira más allá de nuestras palabras; ve nuestro corazón.

El Sordo que Oye, El Mudo que Habla y El Ciego que Ve.

ES SORDO, porque aunque OYE, no escucha consejo o argumento de nadie cuando su pensamiento lo fija en algo o alguien que ve; ES MUDO, porque aunque puede hablar, prefiere esconderse haciendo guiños de ojos, señales de manos o gestos del cuerpo, que solo pueden interpretar sus íntimos, pero que no han visto nunca mover sus labios; y ES CIEGO, porque ve hermoso y atractivo lo que el mundo llama feo.
Imagen relacionadaDe este mal ha sido acusado y fuertemente criticado, durante toda la historia de la humanidad, siendo el personaje que más gloria, fama y hazañas ha logrado en el mundo, siempre y cada vez que se ha propuesto lograr su objetivo. Nos referimos nada más y nada menos, que al AMOR.
EL AMOR, según las Sagradas Escrituras, es el lazo, el más perfecto de los vínculos; capaz de unir, sólidamente y contra todo pronóstico, a las más irreconciliables almas según el parecer del mundo; de ahí el popular dicho: EL AMOR ES CIEGO, MUDO Y SORDO.
Y no es de extrañar que así lo califique el mundo, porque lo cierto es que el AMOR obra contra todo pronóstico, contra toda lógica; porque no es lógico para la gente SUFRIRLO TODO, pero el AMOR TODO LO SUFRE; no es lógico para el mundo CREERLO TODO, pero el AMOR TODO LO CREE; no es lógico para el mundo ESPERARLO TODO, pero el AMOR TODO LO ESPERA.