sábado, 25 de febrero de 2017

¿Cuál es el plan de Salvación?

Imagen relacionada¿Está hambriento? No físicamente hambriento, ¿pero tiene usted un deseo de algo más en la vida? ¿Hay algo profundo en su interior, que parece que nunca está satisfecho? Si es así, ¡Jesús es el camino! Jesús dijo, “Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás” (Juan 6:35).
¿Está usted confundido? ¿No encuentra un sendero o propósito en la vida? ¿Parece como si alguien hubiera apagado las luces y usted no puede encontrar el interruptor? Si es así, ¡Jesús es el camino! Jesús proclamó, “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12).
¿Sintió alguna vez que le han cerrado la puerta de la vida? ¿Ha intentado abrir muchas puertas, y solo encontró que detrás de ellas todo está vacío y sin sentido? ¿Busca la entrada a una vida plena? Si es así, ¡Jesús es el camino! Jesús declaró, “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos” (Juan 10:9).
¿Siente que siempre lo defrauda otra gente? ¿Sus relaciones fueron superficiales y vacías? ¿Parece como si todos estuvieran tratando de sacar provecho de usted? Si es así, ¡Jesús es el camino! Jesús dijo, “Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas…yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen” (Juan 10:11,14).

¿Sabe qué sucede después de la vida? ¿Está cansado de vivir su vida haciendo cosas que solamente corrompen y corroen? ¿Duda de que la vida tenga algún significado? ¿Quiere usted vivir después de que muera? Si es así, ¡Jesús es el camino! Jesús declaró, “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente” (Juan 11:25-26).

¿Quién es el camino? ¿Quién es la verdad? ¿Quién es la vida? Jesús contestó, “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6). 

Una Puerta Abierta a tu Meta

Edwin C. Barnes tenía el deseo ardiente de convertirse en socio de negocios con el gran inventor Thomas A. Edison.  No quería trabajar para Edison, quería trabajar con él.
Como paso previo a convertir su sueño en realidad, Barnes solicitó trabajo en el laboratorio de Edison en Nueva Jersey. Lo contrataron como empleado de oficina y le pagaban el sueldo mínimo, lo que estaba muy lejos de una sociedad.
Imagen relacionadaLos meses pasaron sin ningún cambio en su condición ni en su relación con Edison. La mayoría de la gente se habría rendido, sintiendo que su trabajo no la llevaba a ningún lado. Barnes, sin embargo, permaneció firme. Llegó a darse cuenta completamente del ambiente en la oficina y del trabajo de cada persona, y buscó maneras de lograr que el trabajo de cada uno fuera más placentero y eficiente. Sobre todo, permaneció dispuesto y optimista. Vio todo lo que se hacía como preparación para el día en que llegara a ser socio de Edison en la empresa.
Llegó el día en que Edison le presentó a su personal de ventas su invención del dictáfono Edison. No creían que se vendería, sin embargo, Barnes vio esta máquina, de apariencia extraña, como su oportunidad. Se dirigió a Edison, anunciándole que le gustaría vender el dictáfono. Dado que nadie más demostró entusiasmo alguno por él, Edison le dio la oportunidad al joven. Le concedió un contrato exclusivo para distribuir y promover la máquina de oficina por los Estados Unidos, y Edwin Barnes tuvo éxito al alcanzar su meta de trabajar con el gran inventor, y al mismo tiempo lograr tener éxito en los negocios.

El propósito de los Dones Espirituales

Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. De la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros.
Tenemos, pues, diferentes dones, según la gracia que nos es dada: el que tiene el don de profecía, úselo conforme a la medida de la fe; el de servicio, en servir; el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con generosidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría. Romanos 12:3-8  
Resultado de imagen de El propósito de los Dones EspiritualesSubiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres. Y eso de que «subió», ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra? El que descendió es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo. Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo. Efesios 4:8-12. 
¿Cuál es el propósito de los dones espirituales que Dios nos da?
Los dones espirituales fueron dados claramente para el servicio, no para nuestra santificación. No son trucos milagrosos que satisfacen nuestra curiosidad, como tampoco son otorgados como antídoto para el aburrimiento.
A menudo pensamos en los dones del Espíritu Santo como modo de suplir nuestras necesidades espirituales, o con el fin de darnos poder en nuestro caminar con Dios.
El resultado es una visión de los dones del Espíritu Santo que está centrada más en el cristiano que en Cristo. Está más enfocada en nosotros que en Dios.
Pero cuando intentamos recuperar la perspectiva centrada en Dios de los dones espirituales, nos damos cuenta que los dones que Dios da cumplen múltiples propósitos divinos: son otorgados para fomentar la unidad de la Iglesia y para edificación de la misma (Efesios 4:12-16). Son dados para continuar el ministerio de la Iglesia encomendado por Dios (Efesios 4:11, 12). Y, en última instancia, son dados para glorificar a Dios (1 Pedro 4:10, 11).
Esta es la razón por la cual los dones nunca son otorgados para complacernos a nosotros. Son para edificación de los demás (1 Pedro 4:10; 1 Corintios 14:12, 26). 
Son dados para proporcionar ganancia espiritual y edificación para toda la Iglesia. Es una tragedia cuando los dones de Dios, que se supone deberían fomentar la unidad en la Iglesia, son mal utilizados con el fin de que solamente algunos individuos se vean beneficiados. Cuando esto ocurre, estos beneficiarios reciben prominencia indebida. Esto, a su vez, fomenta la desunión y da lugar a divisiones. Demasiado a menudo pensamos en los dones espirituales únicamente en términos de habilidad y talentos que recibimos.

El carácter viral del evangelio

Porque partiendo de vosotros ha sido divulgada la palabra del Señor; y no sólo en Macedonia y Acaya, sino que también en todo lugar vuestra fe en Dios se ha extendido, de modo que nosotros no tenemos necesidad de hablar nada. 1 Tesalonicenses 1:8
El proyecto Texto Viral de la Universidad Northeastern de Boston, estudia cómo se difundía en el siglo XIX el material impreso a través de los periódicos, la red social de esa época. Si un artículo se reimprimía hasta 50 veces o más, lo consideraban «viral» para la era industrial. Un informe de la revista Smithsonian señala que un artículo de aquel siglo, que describía que los seguidores de Jesús habían sido ejecutados por su fe, apareció en, al menos, 110 publicaciones.
Cuando el apóstol Pablo les escribió a los cristianos en Tesalónica, los felicitó por su testimonio valiente y gozoso de Jesús: «partiendo de vosotros ha sido divulgada la palabra del Señor, no sólo en Macedonia y Acaya, sino que también en todo lugar vuestra fe en Dios se ha extendido» (1 Tesalonicenses 1:8). El mensaje del evangelio adquirió este carácter viral a través de personas como éstas, cuyas vidas Jesucristo había transformado. A pesar de las dificultades y la persecución que sufrieron, no se quedarían callados.
Los que conocemos al Señor, comunicamos la historia del perdón y la vida eterna en Cristo a través de nuestros corazones generosos, manos colaboradoras y palabras sinceras. El evangelio transforma nuestra vida y la de aquellos con quienes nos relacionamos.

Señor, ayúdame a dar testimonio de ti a través de mi vida hoy.
No hay mejor noticia que el evangelio… ¡corre la voz!