lunes, 6 de febrero de 2017

No se nace Cristiano, pero se llega a Serlo.

En otro tiempo erais desobedientes a Dios, pero ahora habéis alcanzado misericordia. Romanos 11:30.
De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Juan 3:3.
¿Cómo se llega a ser cristiano? Algunos creen que son cristianos porque tienen un conocimiento aproximado de las verdades cristianas: como que fueron bautizados y siguieron una enseñanza religiosa. Otros reconocen la existencia de un Dios creador; y otros nunca faltan a los oficios religiosos y siguen ritos y tradiciones, sin hacerse demasiadas preguntas.
Sin embargo, no se nace cristiano porque los padres sean cristianos. Tampoco se llega a serlo por medio de estudios teológicos en un seminario o en un instituto bíblico, ni por haber recibido una instrucción religiosa. Entonces, ¿cómo se llega a ser cristiano?
La Palabra de Dios nos dice que para llegar a ser “hijo de Dios” es necesario un “nuevo nacimiento”, es decir, arrepentirse y, por la fe, aceptar a Jesús como Salvador. Estoy perdido, lejos de Dios, soy pecador. Por eso necesito ser salvo y tener una relación con Dios, cosa que solo Dios puede darme si confío en Él.
Depositar la fe en Jesucristo, creer y confiar en Él, es algo muy distinto de lo que es una religión, pues la religión no salva, pero Jesús sí. A todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12).
El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida” (Juan 5:24).

El agua que nunca se acaba

aguaLos cuatro principales elementos existentes son tierra, aire, agua, y fuego. Detengámonos en el agua. Reviste tal importancia que la vida no sería posible sin ella, al menos en nuestro planeta; las tres cuartas partes de la Tierra son agua, como también en nuestro cuerpo. Es tan importante que la dependencia del agua es vital, tanto que diariamente la raza humana debe beber agua para evitar la deshidratación. Es posible pasar ciertos días sin comer, pero muchos menos sin beber a riesgo de perder la vida. 
El agua sostiene la vida en todas sus formas, los vegetales, los animales, y todo el sistema marino dependen de ella. También es esencial para el agricultor, pues sin agua no le sería posible regar las siembras; en fin, es tan importante el agua para vivir, que Dios Creador se preocupó de dar la lluvia para que los grandes territorios selváticos disfrutaran de su beneficio.
Muchos son los pueblos que se benefician de los pozos de agua. Desde tiempos inmemoriales, esta forma de abastecerse del vital elemento ha estado presente en la historia humana. Un ejemplo lo tenemos en la misma Sagrada Escritura, como el pozo de Jacob, o el pozo donde conversaron Jesús y la mujer samaritana.

Un varón contó la siguiente experiencia: Al visitar una ciudad, se dio cuenta que las personas sacaban agua de un pozo ubicado en un parque. Se acercó a un hombre que bebía ávidamente, al que preguntó si el agua se agotaba. El hombre dijo que habían intentado secar el pozo más de una vez mediante el trabajo del Cuerpo de Bomberos, hasta que descubrieron que por debajo de la ciudad corría un río caudaloso.

Una Unión Inquebrantable

«Indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne». I Timoteo 3: 16

Imagen relacionadaCon su vida y su muerte, Cristo logró más aún que restaurar lo que el pecado había arruinado. Era el propósito de Satanás conseguir una eterna separación entre Dios y la raza humana; pero en Cristo llegamos a estar más íntimamente unidos a Dios que si nunca hubiésemos pecado. Al tomar nuestra naturaleza, el Salvador se vinculó con la humanidad con un vínculo que nunca se ha de romper. A través de las edades eternas, queda ligado con nosotros. «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito» (Juan 3: 16). Lo dio no solo para que llevase nuestros pecados y muriera como sacrificio nuestro; lo dio a la especie caída. 
Para asegurarnos los beneficios de su inmutable consejo de paz, Dios dio a su Hijo unigénito para que llegase a ser miembro de la familia humana, y retuviese para siempre esta naturaleza. Tal es la garantía de que Dios cumplirá su promesa, que Dios adoptó la naturaleza humana en la persona de su Hijo, y la llevó al más alto cielo. Es «el Hijo del hombre» quien comparte el trono del universo. El Yo Soy es el Mediador entre Dios y la humanidad, que pone su mano sobre ambos. El que es «santo, inocente, limpio, apartado de los pecadores», no se avergüenza de llamarnos hermanos (Hebreos 7: 26). En Cristo, la familia de la tierra y la familia del cielo se unen, Cristo glorificado es nuestro hermano. El cielo está incorporado en la humanidad, y la humanidad envuelta en el seno del Amor Infinito.

¿Cuándo / Cómo recibimos el Espíritu Santo?

Resultado de imagen de ¿Cuándo / Cómo recibimos el Espíritu Santo?El apóstol Pablo enseñó claramente que nosotros recibimos al Espíritu Santo en el momento que creemos en Jesucristo como nuestro Salvador. 1 Corintios 12:13 declara, “Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres, y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.” Romanos 8:9 nos dice que si una persona no tiene el Espíritu Santo, no pertenece a Cristo. “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él.” Efesios 1:13-14 nos enseña que el Espíritu Santo es el sello de salvación para todos los que creen. “En Él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación y habiendo creído en Él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de Su gloria.”

Estas tres Escrituras reflejan claramente que el Espíritu Santo se recibe en el momento de la salvación. Pablo no podría decir que todos nosotros fuimos bautizados por un solo Espíritu y que a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu, si no TODOS LOS CREYENTES CORINTIOS tuvieran al Espíritu Santo. Romanos 8:9 es aún más fuerte. Si una persona no tiene el Espíritu, ésta no pertenece a Cristo. Por lo tanto, la posesión del Espíritu es un factor identificativo de la posesión de la salvación. Más aún, el Espíritu Santo no podría ser el “sello de salvación” (Efesios 1:13-14) si Él no fuera recibido en el momento de la salvación. Muchas textos de las Escrituras aseguran claramente que nuestra salvación es asegurada en el momento de recibir a Cristo como Salvador.
Aunque es la verdad, causa controversia porque los ministerios del Espíritu Santo con frecuencia son confundidos. El recibir y la permanencia del Espíritu en nosotros ocurren al momento de la salvación, pero la llenura del Espíritu Santo es un proceso paulatino en la vida cristiana. Sostenemos que el bautismo del Espíritu ocurre al momento de la salvación, pero algunos cristianos no coinciden. Esto algunas veces da como resultado que el bautismo del Espíritu sea confundido con la “llenura del Espíritu”, y lo ven como un acto posterior a la salvación. Pero no, en definitiva, ¿cuándo recibimos al Espíritu Santo? El Espíritu Santo se convierte en nuestra posesión permanente al momento de creer.