martes, 3 de enero de 2017

El regreso al hogar

«Ciertamente volverán los redimidos de Jehová; volverán a Sión cantando y gozo perpetuo habrá sobre sus cabezas. Tendrán gozo y alegría, y huirán el dolor y el gemido». Isaías 51:11
Resultado de imagen de El regreso al hogarSATISFACCIÓN POSTERGADA (o diferida) es la expresión usada por los psicólogos, para describir la capacidad de las personas maduras de aguardar a experimentar lo que es deseable. Los elegidos han tenido que vivir con la satisfacción postergada durante milenios. «En la fe murieron todos estos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos» (Hebreos 11:13). La senda larga y sinuosa de su peregrinaje nunca llegó al cielo: lo vieron «de lejos», pero murieron a este lado de la tierra prometida, con la esperanza aún diferida. Y puede que también tú y yo muramos a este lado del cielo, con nuestra satisfacción final postergada un tiempo, con nuestra esperanza aún diferida. Sin embargo, decidamos vivir en Cristo como «prisioneros de la esperanza» (Zacarías 9:12), encadenados a su promesa del regreso al hogar.
Theodore Roosevelt, expresidente de Estados Unidos, volvía a casa desde África tras un gran safari, cuando al subir a bordo del trasatlántico, en aquel puerto africano, un gran gentío aclamó su paseo por la alfombra roja. Fue agasajado con la mejor suite del barco, y los camareros lo llevaron en palmitas durante el viaje transoceánico de regreso a casa. En fin, el expresidente fue el centro de atención de todo el barco.

Hoy es el día

«En tiempo aceptable te he oído, y en día de salvación te he socorrido.» Ahora es el tiempo aceptable; ahora es el día de salvación. 2 Corintios 6:2
Nuestra nieta Maggie, de edad preescolar, y su hermana Katie, que va al jardín de infantes, llevaron varias mantas al patio trasero, donde construyeron una tienda para jugar. Ya llevaban allí un rato, cuando la madre escuchó que Maggie la llamaba.
«¡Mamá, ven rápido!, gritó Maggie. ¡Quiero que Jesús entre en mi corazón y necesito ayuda!». Aparentemente, en ese momento, sintió claramente que necesitaba a Jesús y estaba lista para poner su fe en Él.
La llamada urgente de Maggie pidiendo ayuda para confiar en Jesús me recuerda las palabras de Pablo en 2 Corintios sobre la salvación. El apóstol estaba exponiendo la realidad de que la venida de Cristo, incluso su muerte y resurrección, había instituido una era llamada «el momento propicio de Dios». Actualmente, vivimos en dicho momento, y la salvación está a disposición de todos ahora mismo. Pablo afirmó: «He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación» (verso 2). Para todos los que todavía no han confiado en Jesús para ser perdonados, el momento de hacerlo es ahora. Es urgente.
Quizá el Espíritu Santo esté alertándote sobre tu necesidad de poner tu fe en Jesús. No lo pospongas; haz como Maggie. Corre hacia Jesús. ¡Hoy es el día!

Señor Jesús, pongo mi fe en ti. Perdona mis pecados. Sálvame hoy.
Hoy es el mejor día para entrar en la familia de Dios.

Nunca dudes en hacer lo que Dios te pide

 Le dijo el Ángel de Jehová:
—Vuélvete a tu señora y ponte sumisa bajo su mano. Génesis 16:9
Resultado de imagen de Nunca dudes en hacer lo que Dios te pideEs duro tener que volverte atrás en las decisiones que tomamos y regresar al punto de partida; esto nos pasa a menudo porque la mayoría de ellas se hicieron sin consultar a Dios. Estas decisiones se apoyan en un deseo de terminar con la situación que nos embarga y, al no poder soportar por más tiempo, decidimos ponerles fin sin saber si es la voluntad de Dios. La desesperación nos hace tomar el camino equivocado.

Y en esos momentos, lo que menos queremos oír es que nos equivocamos, creíamos que estábamos haciendo lo correcto. Oír lo contrario nos hace ver que no actuamos bien y nos llena de vergüenza, pero es mejor reconocer que fallamos a seguir por un camino que nos llevará al dolor, a la ruina y fuera de la Presencia de Dios.
Agar tomó una decisión, y en medio del desierto el ángel le dijo: vuelve y sométete a su autoridad. Para Agar ¿qué era más duro?: ¿permanecer en el desierto sin agua o someterse a Sara? De seguir haciendo su voluntad le esperaba la muerte en el desierto, pero si obedecía a Dios había una gran promesa para su vida y para su descendencia.
Aceptemos cuándo nos equivocamos para que el desierto no nos sepulte, y entendamos que siempre hay un camino mejor para el que se somete a la voluntad de Dios. Nunca dudes en hacer lo que Dios te pide aunque no estés de acuerdo, porque siempre habrá ganancia.

Estado civil: emocionalmente abandonada

“Nos vemos atribulados en todo, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos. Dondequiera que vamos, siempre llevamos en nuestro cuerpo la muerte de Jesús, para que también su vida se manifieste en nuestro cuerpo”.
(2 Corintios 4:8 – 10 NVI)
Resultado de imagen de Estado civil: emocionalmente abandonadaMe rindo, bajo los brazos y no lucho más, es la resolución que un corazón roto declara en la medida que llora su frustración y derrota. Sé que hay esperanza, porque ya antes viví la misma escena oscura en la cual la tristeza ahogó mis emociones, lo que me lleva a pensar que estoy condenada a la soledad mientras la bruma me cobija del frío intenso del desamor.
Nací para ser amada y he sido rechazada, humillada, despreciada y traicionada, no una sino varias veces. Sueño con un nuevo panorama en donde el sol brille y me dé su calor sin condiciones, en el que pueda ser valorada sin señalamientos de ninguna clase.
Reconozco mi debilidad y mis faltas; no soy perfecta aunque mi apodo sea "santurrona" y en mis oídos retumben las flechas venenosas del odio, del resentimiento y la desidia, que la falta de perdón construye en el corazón del ser humano.
Sí, aposté y se me olvidó que los juegos de azar son pecaminosos, me arriesgué a creer que podía ser diferente, pero encontré el grito aterrador de la destrucción.
Pasó un huracán por mi vida y arrasó nuevamente lo construido en bases de arena movediza, y en cimientos agrietados por los errores del pasado. Me hundí en mi propio vómito, volví al lugar a donde jamás pensé regresaría, al punto inicial de todo, sí, aquella noche en la que renegué de mi fe por la decepción, el desánimo y el abandono.