martes, 13 de diciembre de 2016

Regalar ánimo

… Bernabé (que traducido es, Hijo de consolación), tenía una heredad, la vendió y trajo el precio a los pies de los apóstoles (Hechos 4:36-37).
Hay una antigua canción que relata la historia de un hombre que fue despedido de su trabajo y no tenía dinero para comprar un regalo de Navidad para su hijita. Aunque se supone que diciembre es una época feliz del año, su vida parecía oscura y fría.
El desánimo no es algo exclusivo de diciembre, pero puede aumentar en esta época. Las expectativas podrían incrementarse y la tristeza hacerse más profunda. Un poco de ánimo puede ayudar mucho.
José, oriundo de Chipre, fue uno de los primeros seguidores de Jesús. Los apóstoles lo llamaron Bernabé, que significa «hijo de consolación». Lo vemos en Hechos 4:36-37, cuando vendió una propiedad y donó el dinero para ayudar a otros creyentes necesitados. También en Hechos 9:26, cuando llevó a Saulo, conocido después como Pablo, ante los apóstoles, quienes le tenían miedo, y lo defendió por ser un hombre al que Cristo había transformado.
Estamos rodeados de personas que necesitan recibir ánimo. Una palabra oportuna, una llamada telefónica o una oración con ellas pueden fortalecer su fe en Jesús.
La generosidad y el apoyo de Bernabé demuestran qué significa ser un hijo de consolación. Tal vez sea el mejor regalo que puedas darle a alguien esta Navidad.

Señor, gracias por el regalo del ánimo y la consolación. Que nos alentemos unos a otros hoy.
El consuelo puede ser el mejor regalo que demos en esta Navidad.

¿Cómo puedo ser lleno del Espíritu Santo?

Un verso clave que trata sobre la llenura del Espíritu Santo en nuestra era es Juan 14:16, en el que Jesús promete que el Espíritu morará dentro de los creyentes y que Su residencia es permanente. Es importante distinguir entre la morada y la llenura del Espíritu. La morada permanente del Espíritu no es solo para algunos pocos creyentes, sino para todos ellos. Hay un buen número de referencias en las Escrituras que apoyan esta conclusión. 

Primero; El Espíritu Santo es un regalo para todos los creyentes en Jesucristo sin excepción, y no existen condiciones para tenerlo salvo la fe en Jesucristo (Juan 7:37-39). 

Segundo; el Espíritu Santo es otorgado en la salvación. Efesios 1:13 indica que el Espíritu Santo es dado en el momento de la salvación. Gálatas 3:2 también enfatiza esta misma verdad, diciendo que el sello y la residencia del Espíritu en el creyente, tuvieron lugar en el momento de creer. 
Resultado de imagen de ¿Cómo puedo ser lleno del Espíritu Santo?
Tercero; el Espíritu Santo mora en los creyentes permanentemente. El Espíritu Santo es dado a los creyentes como un “primer depósito” del pago total, o una “garantía” de su futura glorificación en Cristo (2 Corintios 1:22Efesios 4:30).

Ahora bien, esto contrasta con la orden de la llenura del Espíritu que encontramos en Efesios 5:18. Debemos estar tan totalmente entregados al Espíritu Santo, que Él pueda poseernos por completo, y en este sentido, ser llenos de Él. Romanos 8:9 y Efesios 1:13-14 afirman que el Espíritu Santo mora dentro de cada creyente, pero que también puede ser contristado (Efesios 4:30) y Su actividad dentro de nosotros puede ser apagada (1 Tesalonicenses 5:19). Cuando permitimos que esto suceda, no podemos experimentar la llenura del Espíritu Santo fortaleciendo y trabajando en y a través de nosotros. Ser lleno con el Espíritu implica darle a Él la libertad de ocupar cada parte de nuestra vida, guiándonos y controlándonos. Entonces Su poder puede ser ejercido a través de nosotros, para que lo que hagamos sea un fruto para Dios. La llenura del Espíritu no se aplica solamente a hechos externos; también se aplica a los pensamientos más íntimos y los motivos de nuestros actos. El Salmo 19:14 dice, “Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, oh, Jehová, roca mía, y redentor mío.”

Ánimo

“Esforzaos y cobrad ánimo; no temáis, ni tengáis miedo de ellos, porque Jehová tu Dios es el que va contigo; no te dejará, ni te desamparará.” Deuteronomio 31:6

Ese primer momento de la mañana, cuando suena el despertador o recibes una frase que te dice !es hora de levantarse!; ese momento del día en el que abres tus ojos y te das cuenta que es un nuevo día, ese preciso instante en el que todo comienza de nuevo… ¡ya amaneció! ¿Cómo ha sido tu primer momento esta mañana?, ¿has saltado de la cama sin pensar y con alegría has empezado tu día? ¿Cómo ha sido hoy tu despertar? ¿Cómo está tu ánimo hoy? Puede que esta mañana te hayas levantado con mucho ánimo, pero a lo largo del día, por una palabra, por una mala respuesta, por un comentario o una noticia poco a poco ese ánimo va decayendo y finalmente se pierde y se nos van las fuerzas. 


EL Señor te dice ESFUÉRZATE Y COBRA ÁNIMO. Si has perdido el ánimo a lo largo del día o has despertado sin ánimo alguno, sin fuerzas, sin ganas de nada, El Señor sigue diciéndote COBRA ÁNIMO. Es evidente que el ánimo requiere de nuestro esfuerzo; al igual que un niño cuando empieza a caminar, que tiene grandes temores al dar pequeños pasos, pero ese gran esfuerzo finalmente le lleva a caminar, a correr, a avanzar y llegar lejos, de esa misma manera Dios nos anima hoy a no estar tristes, a recuperar nuestras fuerzas, a retomar la rienda de nuestra vida, a enfrentar nuestros problemas con valentía. Tenemos lo más grande: Dios nos ha prometido que NO nos dejará ni nos desamparará, por lo que anímate, no caminas solo, caminas con El Señor que como poderoso gigante va a tu lado. Recuerda, !Eh tú! ¡Sí, tú!, anímate. ¡El Señor está contigo!

Señor, ¡anímame! Trae nuevas fuerzas a mi vida, que mi corazón cobre ánimo, ayúdame a esforzarme y caminar un día más, una semana más aferrado o aferrada a ti recibiendo tu aliento. Hoy quiero caminar contigo y cogerme fuerte de tu mano que me sostiene, que me guía, que me levanta, que me hace sentir seguro, quiero esforzarme hoy en todo lo que haga; tu misericordia es nueva hoy sobre mi vida, llena mi corazón de ánimo y úsame como canal para llevar ánimo a otros que estén sin fuerzas, que cada mañana pueda recordar que Tú, Jehová Dios, eres el que va conmigo, amén.