viernes, 2 de diciembre de 2016

Oasis de Paz

Los seis pasos de la oración meditativa:
1er paso:
Busca un rincón tranquilo.
A casi todo el mundo le resulta mejor meditar en lugares apacibles y despejados. Lo ideal es no hacerlo en el lugar habitual de trabajo ni en el ambiente en el que pasas la mayor parte de las horas del día. Un espacio apartado al aire libre es estupendo. El aire puro no solo nos renueva físicamente, sino que representa el Espíritu de Dios que nos despeja la mente y el espíritu.
2º paso:
Tómate un rato para relajarte.
Solo en un momento no se puede pasar del ritmo ajetreado que llevamos en un día cualquiera a un estado profundo de oración meditativa. Tiene que haber unos minutos de transición para ir dejando atrás el mundo material. A veces viene bien pasar unos minutos realizando una actividad que sirva de enlace, por ejemplo escuchar música suave, dar una breve caminata o respirar profundamente. Prueba diversas tácticas hasta descubrir la que mejor te resulta.
Resultado de imagen de Oasis de Paz3er paso:
Sustráete de tus preocupaciones.
Cuando los problemas te agobian es difícil alcanzar la paz que precisa la meditación. Tómate unos minutos o el tiempo que necesites, para encomendar a Jesús en oración todo lo que te genera inquietud en ese momento. Descríbele detalladamente lo que te angustia y pídele que te libre de esas cargas. Recuerda que Dios es capaz de darte las soluciones. Concéntrate en la grandeza de Dios y no en la magnitud de los problemas. «Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús» (Filipenses 4:6-7).
4º paso:
Serénate.
A veces puede resultar beneficioso realizar estiramientos y respiraciones profundas durante unos minutos. Concéntrate en relajar primero los músculos de la cara y el cuello, luego los de todo el cuerpo, parte por parte. Si te sientes particularmente tenso, tal vez una ducha, un baño o una caminata al aire libre te ayuden a distenderte. Si estás agotado, quizá te venga bien dormir una siesta, ya que el cansancio extremo no es un buen aliado de la meditación.
5º paso:
Ponte en una posición cómoda.
Al meditar, la actitud espiritual es mucho más importante que la postura del cuerpo. No es necesario sentarse de determinada manera; es más, ni siquiera es preciso estar sentado. Lo importante es estar cómodo para que el cuerpo no te distraiga. Adopta, eso sí, una buena postura que favorezca la respiración profunda y contribuya a la buena circulación de la sangre.
6º paso:
Medita.
Muy bien. Encontraste un lugar tranquilo y te has relajado físicamente. Le has encomendado tus problemas y preocupaciones a Jesús, o sea, que están en buenas manos. Te has desenchufado de los asuntos que tienes pendientes, estás distendido y cómodo, listo para un rato de meditación. Ahora, una opción es fijar tu atención en el propio Jesús. Piensa en uno de Sus atributos o en alguna bendición o favor que te haya concedido. Otra posibilidad es meditar en algún precepto de la Palabra de Dios.
Deja descansar tu mente. No analices. Limítate a distenderte y serenarte corporal, mental y espiritualmente. Aprender a meditar es como aprender a flotar en el agua. Para que el Espíritu de Dios se posesione de ti y puedas flotar en Él, es necesario cierto grado de relajación de cuerpo y espíritu. Si te agitas o si te dejas vencer por la curiosidad y quieres ver lo que pasa a tu alrededor, se rompen el equilibrio y la conexión con Él.
En cambio, si te limitas a reposar, a concentrarte en relajar cada músculo del cuerpo y aislarte del ruido del mundo y de todo pensamiento que no sea aquel en el que te propones meditar, verás que el Espíritu de Dios te eleva y te sostiene perfectamente.
Es una sensación estupenda.
«La paz os dejo, Mi paz os doy; Yo no os la doy como el mundo la da» (Juan 14:27).
Déjate llevar por Él al remanso de paz que te tiene preparado.
Reposar en el Señor te brinda una serenidad y una paz insustituibles. Sientes que Jesús te toca.

Uno más poderoso

“Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza” (Salmo 46:1).
Mientras un amigo mío impartía una campaña de evangelización, una visitante le dijo que le urgía ver al pastor. Mi amigo buscó al pastor de la iglesia, y juntos visitaron a la señora. Cuando llegaron a la casa, ella comenzó a llorar y no pudo susurrar ni siquiera una palabra. Como la situación no mejoraba, ambos decidieron abandonar el lugar.
Resultado de imagen de Uno más poderoso
Pasado un tiempo, el pastor de la iglesia volvió a hablar con la señora. Le preguntó por qué no había parado de llorar aquel día. “Pastor, dijo ella, yo mandé a buscarlo a su compañero porque el diablo me lo ordenó; y me dijo que cuando su compañero entrara a mi casa, yo debía matarlo. Pero cuando él entró, a su lado estaba uno más poderoso que Satanás. Y no pude hacerle daño. Lloraba por no haber podido cumplir mi labor”.
Siempre me he preguntado qué habría sido de mi amigo si “Uno más poderoso”, nuestro Señor Jesucristo, no hubiera estado a su lado aquel día. Los jóvenes suelen valorar poco el hecho de que mantenemos una lucha “contra malignas fuerzas espirituales del cielo, las cuales tienen mando, autoridad y dominio sobre el mundo de tinieblas que nos rodea” (Efesios 6:12). Tenemos un enemigo real, repleto de poderes especiales, y extremadamente peligroso. Dirige una liga de las tinieblas que diariamente siembra dolor y sufrimiento en nuestro planeta.

Hablemos como Cristo

Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado. (Mateo 12:37)
Cuando hagáis la obra que os corresponde sin disputar con los demás ni criticarlos, vuestro trabajo será destacable por la libertad, la luz y el poder que lo acompañarán, en base a infundir carácter e influencia a las instituciones y empresas que se relacionan con vosotros.
Resultado de imagen de Hablemos como CristoRecordad que nunca estaréis en situación ventajosa cuando os encontréis irritados o cuando os empeñéis en la tarea de enderezar a todos los que os rodean. Si cedéis a la tentación de criticar a los demás, de señalar sus faltas, de demoler lo que ellos hacen, podéis tener la seguridad de que no cumpliréis vuestra parte como conviene ni con nobleza.
Vivimos en una época en la que todos los hombres que ocupan puestos de responsabilidad y todos los miembros de la iglesia, deben preocuparse de que su obra esté de acuerdo con las enseñanzas de la Palabra de Dios. Velando incansablemente, orando con fervor, y hablando y obrando como Cristo, debemos demostrar al mundo cómo debe ser la iglesia según el deseo del Señor… Cristo se humilló hasta el punto de permanecer al frente de la humanidad, hasta el punto de soportar tentaciones y sufrir las aflicciones que los seres humanos tendrían que sobrellevar y resistir.
Se tiene que saber lo que la humanidad debe arrostrar frente al enemigo caído, para estar en condiciones de socorrer a los que son tentados. Y Cristo ha sido designado nuestro juez, el Padre no es tal, como tampoco lo son los ángeles. Él, que llevó la naturaleza humana sobre sí y vivió una vida perfecta en este mundo, es quien nos va a juzgar. Solo Él puede ser nuestro juez…Ninguno de vosotros ha sido designado juez de los demás, y lo único que podéis hacer es disciplinaros… Tenemos un carácter que sostener que es el de Cristo…Que el Señor nos ayude para que muramos al yo, y nazcamos de nuevo.
Así Cristo podrá morar en nosotros como un principio vivo y activo, como un poder que nos conservará santos. 

La pluma roja

Aun en la vejez fructificarán; estarán vigorosos y verdes. Salmos 92:14
Una vez, encontré un dicho popular sobre la pesca, en una obra del siglo II a.C. del escritor griego Eliano: «Entre Berea y Tesalónica corre un río llamado Astreo. Hay en él peces (truchas) de un color moteado». Luego, describe un «cebo para los peces, que apela a una inteligente astucia. Cubren el anzuelo con lana purpúrea y encajan en la lana dos plumas (…). Sueltan los pescadores el engaño, y el pez, atraído y excitado por el color (…), imaginando un prodigioso banquete, abre la boca ampliamente» (Historia de los animales).
Hoy en día, los pescadores siguen usando este cebo llamado pluma roja. Descrito por primera vez hace más de 2.200 años, sigue usándose como un ardid para atrapar truchas.
Cuando leí esa obra, pensé: No todo lo viejo está pasado de moda; en especial, las personas. Si con una vejez de satisfacción y alegría mostramos a los demás la plenitud de Dios, seremos útiles hasta el final. En lugar de enfocarnos en problemas de salud y en el pasado, podemos disfrutar la paz y el ánimo de haber envejecido con el Señor. «Plantados en la casa del Señor, en los atrios de nuestro Dios florecerán. Aun en la vejez fructificarán; estarán vigorosos y verdes» (Salmo 92:13-14).

Señor, gracias porque vejez no significa inutilidad.
A medida que los años se van acumulando, la fidelidad de Dios sigue aumentando.