viernes, 14 de octubre de 2016

Un cambio de corazón

Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso. Lucas 6;36
Cuando terminó la Guerra Civil Norteamericana, los soldados de la Unión estaban parados a ambos lados de un camino por donde marcharían los soldados derrotados de la Confederación. Una palabra equivocada o una actitud beligerante podían convertir la largamente anhelada paz en una matanza. En un acto tan notable como conmovedor, ¡un oficial de la Unión ordenó a su tropa saludar al enemigo! Ni burlas ni insultos; solo armas en alto en señal de respeto.
Las palabras de Jesús sobre el perdón, en Lucas 6, ayudaron a entender la diferencia entre las personas perdonadas por gracia y las impías. Los perdonados deben distinguirse de los demás, haciendo lo que se considera imposible: perdonar y amar a sus enemigos. Jesús dijo: «Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso» (verso 36).
Imagina el impacto sobre nuestros compañeros de trabajo y nuestros parientes, si abrazáramos este principio. La gracia de Cristo reflejada en nosotros tiene un poder sorprendente. La Biblia nos lo muestra en el abrazo de Esaú a su hermano (Génesis 33:4), en el arrepentimiento de Zaqueo (Lucas 19:1-10) y en el padre que corre a saludar a su hijo perdido (Lucas 15).
Por la gracia de Cristo, terminemos hoy con la amargura y las peleas con nuestros enemigos.

Señor, ayúdame a perdonar.

Casi siempre, el enojo se desvanece frente a la gracia.

Cuando somos un milagro

Conducía de vuelta a casa alrededor de las cinco, tras una reunión de trabajo, atascado en el tráfico del Bulevar Colorado, cuando el coche comenzó a fallar y se apagó. A duras penas pude empujarlo, maldiciendo, a una estación de gasolina, contento solamente por no estar obstruyendo el tráfico y porque tendría un lugar más tranquilo para esperar la grúa. Antes de que hiciera la llamada telefónica, vi a una mujer saliendo de la tienda de comestibles que pareció resbalarse sobre el hielo y cayó sobre un dispensador de combustible, por lo que me levanté y fui a ver cómo estaba.
Resultado de imagen de Cuando somos un milagroCuando llegué donde estaba, parecía más bien que estaba más sobrecogida por el llanto que por la caída; era una joven mujer que se veía bastante desaliñada con ojeras alrededor de sus ojos. Dejó caer algo cuando la ayudaba a levantarse y lo recogí para dárselo. Era una moneda de cinco centavos.
En ese momento, todo quedó claro para mí: la mujer llorando, su antiquísima camioneta repleta de cosas con tres muchachos en la parte de atrás (uno en un asiento del coche), y el dispensador de combustible leyendo $4.95. Le pregunté si todo estaba bien y si necesitaba ayuda, a lo que ella seguía diciendo: “No quiero que mis hijos me vean llorando”, así que nos paramos al lado opuesto del dispensador a su coche. Ella dijo que conducía hacia California y que las cosas estaban muy duras para ella en ese momento. Así que le pregunté: “¿Y ha orado?” Eso la hizo alejarse de mí un poco, pero le aseguré que no era un loco y le dije: “Él la oyó y me envió”.
Saqué mi tarjeta de crédito y la pasé por el lector de tarjetas para que pudiese llenar el tanque de su coche, y mientras cargaba el combustible, me dirigí al McDonald’s de al lado y compré dos grandes bolsas de comida, algunos artículos de regalo, y una gran taza de café.
Ella le dio la comida a los muchachos en el coche, quienes la atraparon como lobos, y nos quedamos parados junto al dispensador comiendo patatas fritas y conversando un poco.
Me dijo su nombre y compartió que vivía en Kansas City. Su novio la había abandonado hacía dos meses y no había podido arreglárselas sola. Sabía que no tendría dinero para pagar el alquiler el 1 de enero por lo que, finalmente, había llamado a sus padres, con quienes no se había comunicado en cinco años. Ellos vivían en California y le dijeron que podía mudarse con ellos y comenzar de nuevo allí. Así que empaquetó todo lo que poseía en el coche. Le dijo a los muchachos que se iban a California para Navidad, pero no que se mudaban para allá.
Le di mis guantes, un breve abrazo y dije una rápida oración a su favor por su seguridad en el viaje. Al dirigirme a mi coche, ella dijo: “Así que, es Ud. un ángel o algo parecido?” Eso, definitivamente, me hizo llorar. Le dije: “Querida, para esta época, los ángeles están muy ocupados, así que a veces Dios utiliza a gente normal”.
Fue increíble ser parte del milagro de alguien. Y, por supuesto, como pueden imaginar, cuando me subí a mi coche, encendió a la primera y me llevó a casa sin ningún problema.
Lo llevaré al taller mañana para revisarlo, pero sospecho que el mecánico no hallará problema alguno con él. Algunas veces los ángeles vuelan tan cerca de uno que podemos escuchar el batir de sus alas…

10 Conceptos Transferibles - Concepto 9

Cómo puede usted orar con confianza
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Como cristiano, ahora también es hijo de Dios. De la misma manera que un padre desea hablar y pasar tiempo con su hijo, así Dios quiere pasar tiempo con usted. Dios dice en la Biblia "Clama a mí y yo te responderé" (Jeremías 33:3) Esta interacción es por la oración y es debida a que Jesús vino a ser el puente entre Dios y nosotros. Tenemos acceso a Dios a cualquier hora por medio de la oración. Cuando usted ora, está hablando con la Persona más poderosa del universo - con el que lo creó a usted y todo lo que ve. Como uno de sus hijos queridos, este Dios todopoderoso le ama y está interesado en lo que usted le dice.

Jesús le dijo a sus discípulos "De cierto, os digo que todo cuanto pidáis al Padre en mi nombre, os lo dará." (Juan 16:23). Puede orar con confianza y creer en esta promesa si viene a Dios con fe y con un corazón puro. Esto significa que le puede pedir perdón a Dios cuando comete un pecado y que usted de la misma forma, perdonará a otros cuando le ofendan. Dios le escucha y le concede sus peticiones de acuerdo a su plan y gracias a la fe en su Hijo, Jesús. Otra parte maravillosa de la oración es decirle a Dios lo grandioso que es y lo agradecido que usted está por todo lo que Él hace. Si nunca ha experimentado el gozo de hablar con Dios, empiece hoy, sabiendo que Él le escucha y que le encanta escuchar de usted.

“Esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.” 1 Juan 5:14-15
“Cercano está Jehová a todos los que lo invocan, a todos los que lo invocan de veras. Cumplirá el deseo de los que lo temen; oirá asimismo el clamor de ellos y los salvará.” Salmo 145:18-19
“Por tanto, os digo que todo lo que pidáis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.” Marcos 11:24






























Contradicciones

Hace algún tiempo escuché una de las frases más contradictorias que jamás haya oído. Mientras estaba en un café, leyendo y preparando los últimos detalles para mi ponencia en una convención, la letra de una canción pegadiza captó mi atención.
Un conjunto musical coreaba: “para saber lo que es amar hay que perder la libertad, y para mí eso no se llama amor…”.
¿Eh? ¿Cómo? ¿Escuché bien? Juego de palabras; análisis semántico; interpretación libre… llámelo como usted desee. Pero para mí se trata, ni más ni menos, que de una total, deliberada y consciente contradicción.
En todos los ámbitos ocurre algo similar:
refle-contradicciones28dSabemos que la honestidad es el camino, pero muchas veces optamos por permitirnos “pequeñas” concesiones… (que en el fondo son “pequeñas corrupciones).
Conocemos el valor de invertir tiempo en nuestras familias, pero estamos “tan atareados” que utilizamos nuestras casas como si fueran meros “hoteles” de paso…
Entendemos que para alcanzar grandes objetivos hay que sacrificarse, pero en incontables ocasiones preferimos el hedonismo, alcanzando solo “placeres” inmediatos…
Comprendemos que el amor es una decisión, pero vez tras vez lo disfrazamos de pasiones y sentimientos volátiles, accediendo a satisfacciones pasajeras sin llegar a disfrutar el gozo que produce la fidelidad y la entrega permanente…
En fin, por lo general sabemos qué es lo mejor para nuestras vidas, pero muy frecuentemente, nos contentamos con “jugar a la existencia”, postergando nuestros sueños, aparcando nuestras ilusiones y frustrando nuestros destinos.
Quiero captar su atención y animarlo a examinar su vida, reafirmar sus valores y reestructurar el orden de sus prioridades, o simplemente saber qué es lo mejor para usted… porque hace falta ir más allá y tomar decisiones que dirijan sus pasos hacia el éxito que tanto anhela. Ya lo sabemos… entonces, ¡debemos ponernos manos a la obra!
“Todo esfuerzo vale la pena, pero quien habla y no actúa acaba en la pobreza. La riqueza del sabio es su sabiduría, la pobreza del tonto es su estupidez” (Proverbios 14:23-24, TLA).