sábado, 3 de septiembre de 2016

Un día comprendí...

Un día comprendí que el silencio vale más que mil palabras: Un periodista le hizo una entrevista a Dios, y le preguntó:
¿Qué es lo que más le sorprende de la humanidad? A lo que Dios respondió:
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  • Que se aburren de ser niños y quieren crecer rápido, para después desear ser niños otra vez.
  • Que desperdicien la salud para hacer dinero, y luego gasten el dinero en recuperar la salud.
  • Que ansían el futuro y olvidan el presente, y así no viven ni el presente ni el futuro.
  • Que viven como si nunca fuesen a morir y mueren como si nunca hubieran vivido.......
Quedé en silencio un rato y le dije: Padre, ¿cuáles son las lecciones de vida que quieres que tus hijos aprendamos? Y con una sonrisa respondió:
  • Que aprendan que no pueden hacer que nadie los ame sino dejarse amar.
  • Que lo más valioso en la vida no es lo que tenemos sino a quién tenemos.
  • Que una persona rica no es quien tiene más sino quien necesita menos, y que el dinero puede comprar todo menos la felicidad.
  • Que el físico atrae pero la personalidad enamora.
  • Que quien no valora lo que tiene, algún día se lamentará por haberlo perdido.
  • Que si quieres ser feliz debes hacer feliz a alguien.
  • Que si quieres recibir, debes dar un poco de ti, rodearte de buenas personas y ser una de ellas.
Recuerda:
  • A veces de quien menos esperas es quien te hará vivir las mejores experiencias.
  • Nunca arruines tu presente por un pasado que no tiene futuro.
Una persona fuerte sabe cómo mantener en orden su vida. Aun con lágrimas en los ojos, se las arregla para decir con una sonrisa, "estoy bien".

Libres de verdad

Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres. Juan 8:36
En 1756, Olaudah Equiano tenía solo 11 años cuando fue secuestrado y vendido como esclavo. Hizo un viaje terrible desde África Occidental hasta el Caribe; de allí a Virginia, en Estados Unidos; y luego a Inglaterra. A los 20 años, compró su libertad, pero en su fuero interno siguieron latentes, que no olvidadas, las cicatrices emocionales y físicas del trato inhumano que experimentó.
Resultado de imagen de Libres de verdadIncapaz de disfrutar de su libertad mientras otros seguían siendo esclavos, Equiano comenzó a trabajar en un movimiento para abolir la esclavitud en Inglaterra, y escribió una autobiografía, un logro insólito para un ex-esclavo en aquella época en la que narra sus vicisitudes.
Cuando vino, Jesús libró una batalla a favor de todos los esclavizados e incapaces de luchar solos. A nosotros no nos esclavizan cadenas tangibles, sino el pecado y nuestra propia maldad. Jesús dijo: todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres (Juan 8:34-36).
Dondequiera que esta libertad no se haya proclamado, es necesario comunicar sus palabras. Al poner nuestra fe en Jesús, somos liberados de la culpa, la vergüenza y la desesperanza. ¡Somos libres de verdad!
Señor, gracias por tu sacrificio en la cruz para darme libertad y vida eterna.
La sangre de Jesús pagó el precio de nuestra liberación del pecado.

Solo para hombres

 “Mujer virtuosa, ¿quién la hallará?
Porque su estima sobrepasa largamente
a la de las piedras preciosas.”
(Proverbios 31:10)
Todos los varones, de una u otra forma somos machistas, pues en su mayoría fuimos criados en un ambiente en el que la mujer ha sido vista de las más variadas y diversas formas, todas menos de igual a igual al hombre.
Desde muy niños nos explicaron que la mujer, representada por el tenue color rosa, es un ser débil, conflictivo y emocionalmente inestable. Y no solo lo decían, sino que lo ratificaban con su trato  descomedido hacia las mujeres de la casa. Nos repetían frases muy significativas al respecto, como: “pórtate como un hombre”; “deja de ser un mariquita”; “qué pena, la criatura nació mujer”; “los hombres no lloran” …etc.  Incluso alguna vez un líder político arengaba con la frase: “Lloran como mujeres lo que no pueden defender como hombres”…
Y es que los roles que nos asignaron desde pequeños, fueron puntuales: los varones a la calle, al juego y las distracciones; las mujeres a cocinar, lavar, planchar, hacer y cuidar hijos y, como valor agregado, atender a los varones de la casa. El único “premio” que se les otorgaba era oír, (ahora sería ver) su novela favorita. Rara vez a los varones nos permitieron pelar siquiera tres tristes patatas, pues hubiera sido como una profanación a nuestra investidura de machos. Lo que sí podíamos era alzar la voz, exigir, reclamar y proferir palabrotas.

La palabra de Dios tiene un poder muy grande.

La palabra de Dios tiene un poder muy grande. Así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero y será prosperada en aquello para lo cual la envié. Isaías 55: 11
La Palabra de Dios tiene un poder tan grande que no podemos consentir que sigamos sin conocerla. Para eso es necesario que apartemos un tiempo todos los días para el estudio de la misma. En muchas ocasiones no sabemos qué hacer frente a las situaciones que se nos presentan, por desconocer el poder que ella tiene. “Es como martillo que despedaza la roca”, Jeremías 23:29, dice el Señor. Por eso, Jesús venció al enemigo con la Palabra, demostrando el conocimiento que tenía de la misma.
Pero sobre todo, no podemos leerla como una historia más, sino pidiéndole que nos dé revelación para el entendimiento de la misma, y que nuestros ojos espirituales sean abiertos, para conocer los misterios que aún no han sido revelados y están escondidos.
Requiere disposición de leerla y hacer de eso un hábito, y leerla sin interrupciones. Deleitémonos, a la vez que empezamos a descubrir el poder que tiene sobre todas las cosas, y cuán efectiva es cuando lo hacemos con la convicción de que se trata de la palabra de Dios, para ser usada en todo lo que necesitemos.