lunes, 8 de agosto de 2016

¿Te acuerdas?




Lea: Jeremías 2:1-3
Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: “Anda y proclama a los oídos de Jerusalén, diciendo que así dice Jehová: ‘Me he acordado de ti, de la fidelidad de tu juventud, del amor de tu desposorio, cuando andabas en pos de mí en el desierto, en tierra no sembrada. Santo era Israel a Jehová, primicias de sus nuevos frutos. Todos los que lo devoraban eran culpables; mal venía sobre ellos’”, dice Jehová. (Jeremías 2:1-3)
Esto es parte del primer mensaje de Jeremías a la nación de Judá. Nos resalta lo que Dios tiene que decirle a alguien que ha comenzado a distanciarse de Él. ¿Alguna vez has tenido ese problema? Recordando, encuentro que hay tiempos en mi vida en los que, sin ni siquiera darme cuenta de ello, comencé a perder algo del fervor, el júbilo y la paz que marca la presencia de Dios en mi vida, fluyendo a través de mi vida como debería.

Lo trágico sobre esta condición, ejemplificada en la nación de Judá, es que esto puede ocurrir y después nadie sabe lo que está mal. Eso es lo que le estaba ocurriendo a Judá, realmente le echaron la culpa a Dios por todo. También es lo que la mayoría de nosotros hacemos. Dijeron que era culpa de Dios, que no cumplió Sus promesas, que no los ayudó cuando debía haberlo hecho, que no los protegió de sus enemigos como prometió. Lo estaban acusando de una completa mala conducta y con la inhabilidad para cumplir Sus promesas.
Así que Dios tiene algo que decirle a esta nación. ¿Qué le dice? Lo primero es llamarlos a mirar atrás y a reflexionar sobre cómo era la vida cuando comenzaron a tener una relación de amor al principio. Dios dice: “Me acuerdo de la fidelidad de tu juventud, del amor de tu desposorio, cuando andabas en pos de mí”. Hay parejas matrimoniales en las que los esposos han estado casados veinticinco o treinta años, pero que están teniendo dificultades. Están tensos, enfadados, molestos, y a veces ni siquiera se hablan. Me he sentado con parejas así y traté de encontrar una forma de comenzar el proceso de sanación. Hace mucho tiempo aprendí que la mejor forma es simplemente decir: “Antes de que comencemos, necesito conoceros un poco mejor. Contadme algo sobre vosotros. ¿Cómo os conocisteis y dónde?” En éstas, puedes sentir el ambiente suavizarse y sus corazones comenzar a expandirse un poco, al pensar para atrás, a los días cuando no estaban enfadados ni molestos, sino que estaban enamorados, y al recordar lo que significaba eso. La mitad de la batalla está ganada cuando consigues que las parejas piensen hacia atrás, a cómo eran las cosas cuando se conocieron al principio.

La conversión de un niño

Aquel joven médico estaba listo para ir a la comunidad eclesiástica, después de haber trabajado 8 horas en el hospital. Ahora tenía un compromiso que atender en la iglesia.
Llegó casi jadeando a su casa, y le preguntó a su esposa: ¿amor, estáis listos para la reunión?
Su esposa le contestó: - tú sabes que siempre estamos listos, mi amor.
¿Y... dime: de qué hablarás hoy en la iglesia?
El joven galeno le contestó: - es una sorpresa para ti y los niños.
Ella le dijo: tienes razón, es mejor esperar el banquete espiritual.
Estando en la iglesia, llegó el momento en que aquel joven médico inició su predicación sobre el libro de Éxodo capítulos 12 y 13.
Una gran enseñanza sobre el pueblo de Israel que estaba esclavizado en Egipto. Era el momento de la partida después de haber pasado las 9 plagas que representaban los 9 dioses paganos de los egipcios.
Empezó a predicar de la plaga número 10, sobre el ángel de la muerte, y de que todas las casas de los israelitas tenían la sangre del cordero puesta en los pórticos de la puerta y en la parte de arriba de la misma, pues fue la instrucción dada al pueblo escogido; no así los egipcios, quienes tuvieron que experimentar todas las plagas y la muerte de sus primogénitos, tanto de personas como de las bestias.
Al pasar el ángel de la muerte en la medianoche, y mientras unos empezaban a llorar por sus pérdidas en medio de tanta mortandad, el pueblo de Israel estaba saliendo de Egipto con sus pertenencias, el oro dado a ellos por los egipcios, y ovejas para que hicieran sus sacrificios a Dios en su camino a la tierra prometida.
Fue en ese preciso momento, cuando un hijo de aquel médico que tenia 4 años y medio de edad, empezó a llorar sin consuelo, de forma que nadie podía parar su llanto.
El médico terminó su sermón y encontró a su esposa que le dijo: - no sé por qué el niño no se puede callar, no lo entiendo, lleva 5 minutos llorando.
En eso se acercó un señor de la tercera edad que era un misionero, y le dijo al joven: - creo que es el momento para hablarle de Jesús a tu hijito, creo que el Espíritu Santo le está hablando.

¿Es usted justo?

¿Cómo, pues, se justificará el hombre delante de Dios? Job 25:4
Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios. 1 Pedro 3:18
Algunas personas piensan que son justas ante Dios, pero la Biblia declara: No hay justo, ni aun uno” (Romanos 3:10). Ante una declaración así, ¿cómo no tener miedo de comparecer ante la justicia divina, cosa que ocurrirá obligatoriamente un día?
Ningún ser humano se puede ni siquiera aproximar al grado de la santidad divina, pues está marcado por el pecado. Todos somos injustos a los ojos de Dios. Es un error garrafal creer que podemos ser estimados justos por Dios debido a lo que hacemos, y pensar que no tenemos necesidad de un Salvador. Para ser llamado justo, según Dios, debo reconocer que como pecador que soy solo merezco la condenación, y aceptar que Jesucristo, el Hijo de Dios, vino en persona a esta tierra para expiar mis pecados. Al sufrir el juicio divino en la cruz, Jesús cargó con todos nuestros pecados. Todos los que creen en Él son hechos justos. ¡Nuestra salvación viene de Dios, de su gracia y de su amor!

Haz algo radical

El pecado es algo grave. El pecado no es una metedura de pata; no es una debilidad. No es un "Uy", y cuando elegimos pecar, bueno . . . Hebreos 10:26 nos lo dice directamente: Porque si continuamos pecando deliberadamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda sacrificio alguno por los pecados.
Vaya, sí que es grave.
Cuando hacemos del pecado nuestra elección, cruzamos la línea. La idea es tomar una decisión racional, deliberada, y premeditada. Cuando podría elegir hacer lo correcto y en vez de ello elijo hacer lo malo, eso es pecado deliberado.
A veces todos luchamos por perdonar, pero si elijo alimentar el odio en mi corazón hacia alguna persona durante días o años, eso es pecado deliberado.
Si conozco mi inclinación hacia algún pecado específico, como la lujuria o alguna adicción, y sigo eligiéndolo y luego lo oculto, eso es pecado deliberado.
Si sé que debo servir en la iglesia y ofrendar financieramente al ministerio, pero no puedo porque he aceptado más trabajo del que puedo hacer o porque he gastado más de la cuenta, eso es pecado deliberado.
Si la elección deliberada de pecar se convierte en mi patrón de comportamiento, he cruzado la línea.
El pecado abrirá un camino de destrucción a través de tu vida, como un tornado lo hace en un campo de trigo. Trata de manera agresiva tus patrones de pecado privados y específicos. Establece parámetros para tus actitudes y comportamientos con los que puedas lograr una cierta responsabilidad.
Insiste en cambiar de adentro hacia fuera. Pon tu corazón en ser diferente.
No toleres más el pecado; no racionalices ni juegues con él ni lo dejes continuar mes tras mes y año tras año. Da un gran paso adelante y trata de manera radical a aquello que solo traerá estragos a tu vida.