domingo, 7 de agosto de 2016

El Cristiano y su Fe

“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11.6).
El hombre se acerca al Señor Jesús a causa de la fe que se opera en él. ¿Pero qué es la fe? La palabra la define así: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11.1).
La Biblia nos habla de cantidades de fe que existen en el hombre. “Hombres de poca fe”, dijo Jesús en Mateo 16.8, y también alabó la fe de un gentil diciendo: “Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe” (Lucas 7.9); y a la mujer cananea le dijo: “Oh mujer, grande es tu fe…” (Mateo 15.28).
En cierta ocasión los discípulos le dijeron: “Auméntanos la fe” y Jesús les respondió: “Si tuvierais fe como un grano de mostaza…” (Lucas 17.5,6). Petición que debemos seguir haciéndola, sin importar cuánta fe se tenga.
¿En qué o en quién tenemos fe?, ¿cómo se obtiene?, ¿cómo se manifiesta la fe del cristiano? Consideremos estas tres preguntas.
El cristiano tiene fe en Jesús de Nazaret, que es el Hijo de Dios (Mateo 16.16) y también nuestro Salvador. El es el Señor de los creyentes, y se tiene fe en su palabra. En ella vemos todas las promesas y bendiciones a sus seguidores y fieles creyentes. Si lo recibimos como nuestro Señor y Salvador, tenemos el perdón de los pecados; somos salvos; venimos a formar parte de su cuerpo que es su iglesia; nos convertimos en hijos de Dios (Juan 1.12) y por lo tanto, somos coherederos con Cristo (Romanos 8.17); y si somos fieles obtendremos la vida eterna. Si además somos bautizados, cumplimos su mandato, y nos identificamos con su muerte y resurrección como si fueran nuestras también.

El pastor de niños

Hilario, procedente de la región más montañosa del país, estaba estudiando para ser un Pastor en una ciudad del centro del País.
Hilario, había sentido en lo más profundo de su ser que esa era una misión que debía llevar a cabo, pero ¿cómo lo supo? Muchas personas se hacen esta interrogante: ¿qué debo hacer o para qué estoy llamado en esta vida?
En esto intervienen los ambientes y las personas que hay a nuestro alrededor, que influyen positivamente en nuestras vidas.
Desde su niñez, Hilario nunca había olvidado a Don José, quien había sido el pastor de la iglesia, y que desde el púlpito un día dijo a toda la congregación de adultos, ancianos, jóvenes y niños: –pido perdón a Dios y a la iglesia que son ustedes, por no haber hecho las cosas como deben ser. Lo digo porque no he sido un pastor de Niños, me he dedicado a ser un pastor de personas mayores. Les he dejado a los maestros de la escuela dominical toda la carga. Espero que un día se levante un pastor de niños, y cuando digo niños, es que la bendición empieza en ellos, y si tiene éxito en los niños impactará a todas las edades.
Este fue el mensaje de despedida del anciano Pastor de aquella hermosa iglesia, que había sido de mucha ayuda en la pequeña comunidad de donde procedía este joven.
Esto es lo que Hilario recordaba desde su niñez, y ahora tenía el reto de ser ese pastor que no había existido, sabiendo que un pastor es un guía. Muchas veces los niños son los menos tenidos en cuenta, puede que por su corta edad, porque no trabajan, no diezman, o parece que no aprendiesen o se ven demasiado pequeños como para invertir cualquier esfuerzo en ellos.
Hilario habló con uno de sus maestros en el seminario y le planteó dicho deseo, y el maestro le dijo: –nunca se me ha ocurrido que haya un pastor de niños.
Inmediatamente, Hilario le contestó: –Pero profesor, si decimos pastor de jóvenes, ¿estará mal dicho?
El profesor se quedó pensando, levantó la mirada hacia el horizonte, como buscando una respuesta que poder darle a Hilario; y finalmente le dijo: –Hilario, estás en todo tu derecho de ser quien Dios quiera que seas para su honra.
Hilario le dijo: –Profesor, siempre he pensado que los niños son algo muy especial, son frágiles, y si les instruimos e invertimos en ellos, eso será un éxito para que nuestra sociedad sea aún más piadosa, y además, consideremos que realmente estaremos predicando no solo al presente, sino al futuro. Ellos absorben más que los de cualquier edad, su mente es un recipiente nuevo, con poca información, con deseos de llenarla de más y más datos, pero ¡cuidado!, si no la llenan de la información correcta, destruirán su propio futuro y su generación aún será más corta en edad.
El profesor estaba sorprendido con esa pasión que Hilario tenía en su mente y corazón. Finalmente, el profesor le preguntó a Hilario: -¿cómo has pensado llevar a cabo este proyecto, Hilario? ¿Cómo serás un pastor de niños?

El Buen Regalo

Es para mí un motivo de mucha alegría que alguien haga algo bueno y positivo hacia mi persona; me hace sentir importante, valioso y agradecido.
Entonces me viene a la mente la pregunta ¿por qué alguien haría algo bueno por mí?quizá por algún interés personal, o porque quiere pedirme un favor… no lo sé, pero normalmente las personas hacemos algo por los demás porque tenemos un interés particular, o una agenda con un plan que tiene como propósito conseguir algo de esa persona.


¡Pero Dios no es así! Él nos da todos los días cosas maravillosas porque nos ama. Porque toda cosa buena que tenemos viene de Dios, todo; nuestro trabajo, los alimentos, la lluvia, las amistades, la provisión diaria, cada amanecer, etc., son bendiciones que Dios nos da pero que a veces pasan desapercibidas.
Y si pensamos un poco más, nos daremos cuenta de que nuestra existencia depende de un corazón que funciona a un ritmo creado por Dios; que nuestros pulmones respiran el aire que Él creó; que tenemos un cerebro que tiene pensamientos mediante neuronas que Él conectó.
No podemos crearnos a nosotros mismos, y funcionamos por el principio creador de un Dios que nos ama profundamente.

El sol no deja de brillar

¿Qué pasaría si el sol dejara de brillar? Para empezar no habría luz, sería todo una eterna oscuridad, no habría diferencia entre el calor y el frío, las plantas y los animales no tendrían energía, no llevaríamos un control del paso del tiempo, en fin,... no habría vida.
Podemos comparar nuestra vida con un día sin sol: hoy puede ser un día nublado y frío para algunos, puede ser lluvioso, puede ser que no veamos brillar el sol como quisiéramos (los problemas en forma de nube lo ocultan), y ya no se diga de la tristeza dejando caer una fuerte lluvia, y la falta de amor como la falta de calor, ¿triste verdad? Por momentos creemos que no lo volveremos a ver, o nos preguntamos cuándo brillará de nuevo en nuestro día. Pero a pesar de todo lo que lo puede ocultar, el sol sigue brillando, solo falta un poco más para que salga, solo un poco, quizá algo de viento que aleje las nubes, o tal vez en tu día está a punto de amanecer; espera, espera que salga el sol, ya que puede que en su ausencia haya algo que aprender, como valorar su importancia, disfrutar lo que se pueda de la noche y dejar que tu campo se limpie con la lluvia, teniendo la seguridad de que el sol volverá a salir a dar su luz y calor.