Jesús completó el trabajo por mí. No puedo hacer nada para lograr mi paz, porque Él ya me la dio.
Juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús, porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. No por obras, para que nadie se gloríe, Efesios 2:6-9.
Son muchas las veces en que me olvido de mi posición y solo me concentro en mi condición. Sin embargo, el deseo de Dios para mí es que mi condición esté al mismo nivel de mi posición. Mi naturaleza humana, débil y caída, quiere convencerme de que mi condición jamás podrá llegar a ser y estar en el mismo nivel de mi posición, pero realmente eso es mentira.
Sí puedo llegar a nivelar mi condición a mi posición en Cristo, porque la Biblia me lo promete.
Mi posición ante Dios y en Cristo es una posición de sentado. Pablo dice en Efesios “y juntamente con él, Cristo, me resucitó y así mismo me hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús”. No dice que me sentará, dice que ya estoy sentado.
La vida cristiana no comienza caminando, ni corriendo, sino sentándome. Estar sentado implica por lo menos tres cosas en las cuales necesito reflexionar: