sábado, 18 de junio de 2016

¿Con qué nos quedaríamos?

“…Hermanos en Cristo, ustedes deben sentirse muy felices cuando pasen por toda clase de dificultades. Así, cuando su confianza en Dios sea puesta a prueba, ustedes aprenderán a soportar con más fuerza las dificultades…” Santiago 1:2-3 (BLS).
“…también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza…” Romanos 5:3-4 (RV 1960).
Cuando entendemos que Dios tiene un propósito para cada uno de nosotros (que cuando lo descubrimos a menudo decimos que somos “cabezas duras”), vemos que Dios usa en nosotros el proceso de la maduración, y con este proceso, las tribulaciones. Así pasó con muchos personajes de la Biblia: Moisés, Daniel, Job, David, Pedro, Pablo y muchos otros. José también pertenece a este grupo.
Cuando se enfrenta a la adversidad, la gente se vuelve amargada o mejora. Aunque tuvo muchas oportunidades de lo primero, José prefirió lo segundo.
En medio de la lucha, él se volvió a Dios y consideró a las personas que lo perjudicaron como instrumentos de la soberanía de Dios. Pero, ¿por qué fueron los problemas una parte tan importante en la vida de José?
Podemos aprender de Génesis 45, que cuando se reacciona positivamente ante las tribulaciones hay muchas cosas interesantes. Porque a través de las tribulaciones…
I. Se Glorifica a Dios, versos 1-5
En su estancia en Egipto, José no se deprimió, no se rebeló ni maldijo a Dios por sus tribulaciones. Y luego, en la mismísima presencia de sus hermanos, quienes lo habían vendido, José da el crédito a Dios de sus victorias. Él reconoce ante sus hermanos, que las tribulaciones por las que había pasado no eran lo más importante, sino dar la gloria a Dios.
Vale la pena aclarar que hoy existen muchos hijos de Dios que sucumben antes las adversidades, sin embargo, es de esperar que reconozcamos que toda nuestra vida está bajo su control, y que ningún cabello de nuestra cabeza se cae si no es su voluntad.
Si aprendemos de José, a partir de hoy dejaremos de quejarnos por las dificultades que pasamos y antes de caer en la hecatombe del lamento, nos levantaremos con fuerza, glorificando a Dios y reconociendo que Él las permite a fin de madurar nuestro carácter.
II. Se Reciben Oportunidadesversos 5, 7, 8b, 9, 13
¿Qué podría ser peor que ser vendido y llevado a la fuerza como esclavo a otro país? Aunque esa experiencia fue mala para José, esta fue la clave para todas las oportunidades de éxito que tuvo en Egipto. Sin la tribulación de la esclavitud, José nunca hubiera experimentado el triunfo del liderazgo en una nación tan poderosa.
José reconoce en sus palabras las oportunidades sensacionales que tuvo en Egipto: salvar vidas (verso 5), salvarles la vida de manera extraordinaria (verso 7), ser asesor y administrador de la casa del faraón, gobernador de todo Egipto (versos 8, 9) y prestigio (verso 13).
La perspectiva de José en cuanto a las tribulaciones era extraordinaria. Si nosotros pudiéramos hacer una comparación de nuestra vida con la de José, ¿con qué nos quedaríamos?
Habitualmente pensamos que no merecemos que nos sucedan cosas malas. Sin embargo, todas las pruebas por la que pasemos, por difíciles que sean, siempre serán oportunidades de Dios para que seamos cada vez mejor. Así que enfrentar las dificultades con la visión de José nos haría mucho bien, ya que veríamos en ellas múltiples oportunidades que nos da Dios para ser y estar mejor.

Un Día Más


Es mejor estar un día en tu presencia,
que mil fuera de ella.
Es mejor cantarte una melodía,
que narrarte todo un cuento.

Prefiero aprovechar todo este tiempito,
porque estoy acostumbrado
que mañana amaneceré.

Pero qué bueno que tengo un día más,
para adorarte,
qué bueno que tengo un día más.
para agradecerte,
qué bueno que tengo un día más.
no tengo tiempo de quejarme,
qué bueno que tengo un día más.
para entregarme sin reserva.

Es mejor estar un día en tu presencia,
que mil fuera de ella.
Es mejor cantarte una melodía,
que narrarte todo un cuento.

Prefiero aprovechar todo este tiempito,
porque estoy acostumbrado
que mañana amaneceré.

Pero qué bueno que tengo un día más,
para adorarte,
qué bueno que tengo un día más.
para agradecerte,
qué bueno que tengo un día más.
no tengo tiempo de quejarme,
qué bueno que tengo un día más.
para entregarme sin reserva.

Un día más, te adoro Dios,
Un día más, te adoro Dios,
Un día más, te adoro Dios,
Un día más, te adoro Dios.

Un día más para adorarte,
un día más para entregarme,
un día más para quererte,
un día más para estar, apegado a ti,

qué bueno que tengo un día más,
para adorarte,
qué bueno que tengo un día más.
para agradecerte,
qué bueno que tengo un día más.
no tengo tiempo de quejarme,
qué bueno que tengo un día más.
para entregarme sin reserva.

Risa y llanto

Y no podía distinguir el pueblo el clamor de los gritos de alegría, de la voz del lloro… Esdras 3:13
El año pasado volví a entablar relación con unas amigas que no veía desde hace mucho tiempo. Nos reímos y disfrutamos del reencuentro, pero también lloré porque las había extrañado mucho.
Inline image 1El último día que pasamos juntas, celebramos la Cena del Señor. ¡Más sonrisas y lágrimas! Di gracias a Dios por haberme dado vida eterna y unos días hermosos con ellas. Pero, una vez más, lloré abrumada ante la realidad de lo que le costó a Jesús librarme de mi pecado.
Me acordé de Esdras y de aquel maravilloso día en Jerusalén. Los exiliados habían regresado del cautiverio y acababan de poner los cimientos para la reconstrucción del templo. El pueblo cantaba con gozo, pero algunos de los sacerdotes más viejos lloraban (Esdras 3:10-12). Probablemente recordaban el templo de Salomón y su antigua gloria… ¿o se lamentarían por los pecados que, originalmente, los habían llevado al cautiverio?
A veces, cuando vemos que Dios obra, experimentamos una amplia gama de sentimientos; entre ellos, alegría, al ver sus maravillas, y pena, al recordar nuestros pecados y la necesidad del sacrificio de Cristo.
Los israelitas cantaban y lloraban, y el sonido se escuchaba a lo lejos (verso 13). Que nuestras emociones expresen amor y adoración al Señor, e impacten a los que nos rodean.
Padre, te adoramos hoy con todo nuestro ser.
Tanto las lágrimas como las sonrisas alaban a Dios.

El tamaño de las personas

El tamaño de una persona varía según el grado de compromiso…
Una persona es enorme, cuando habla, para todos, de lo que leyó y vivió, cuando trata a la gente con cariño y respeto, cuando mira a los ojos y sonríe inocentemente.
Es pequeña cuando solo piensa en sí misma, cuando se comporta de manera poco gentil, cuando fracasa precisamente en el momento en que tendría que demostrar lo más importante que puede haber entre dos personas: la amistad, el cariño, el respeto, el celo y el amor.
Una persona es gigante cuando se interesa por tu vida, cuando busca alternativas para tu crecimiento, cuando sueña junto contigo.
Una persona es grande cuando perdona, cuando comprende, cuando se pone en el lugar del otro, cuando actúa, no de acuerdo con lo que esperan de ella, sino con lo que espera de sí misma.
Una persona es pequeña cuando se deja regir por comportamientos clichés. Una misma persona puede aparentar grandeza o pequeñez dentro de una relación, puede crecer o disminuir en un espacio de poco tiempo.
Una decepción puede disminuir el tamaño de un amor que parecía ser grande. Igual que la ausencia de decepciones puede aumentar el tamaño de un amor que parecía ser ínfimo.