domingo, 5 de junio de 2016

Llene su boca de risa

El Salmo 126:2,3 habla de risa y alegría. Una vez vi en un canal de televisión cristiano un programa de entrevistas, en el cual los participantes conversaban sobre el avivamiento de la risa que ocurrió hace algunos años en varias partes del mundo al mismo tiempo. Alguien le preguntó al anfitrión del show si la risa era de Dios.
“¿Le ofendió?”, le preguntó a su vez el anfitrión. “Sí, lo hizo”, respondió la persona que había hecho la pregunta. “Bien, entonces”, respondió el anfitrión, “probablemente sea de Dios”.
¿Observó usted que Jesús ofendía a la gente falsamente religiosa? A veces parecía hacerlo a propósito. En Mateo 15:12, los discípulos de Jesús le dicen: “¿Sabes que los fariseos se escandalizaron al oír eso?” La respuesta que les dio Jesús fue: “Déjenlos; son guías ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en un hoyo” (Mateo 15:14). Si vamos a seguir a Jesús, debemos comprender que nuestras mentes no siempre estarán de acuerdo con todo lo que Él hace. Deje de estar controlando con su mente y comience a preguntar si soporta espiritualmente lo que está sucediendo. Frecuentemente rechazamos cosas y movimientos que son solo de Dios, simplemente porque nunca los hemos visto y no los comprendemos con nuestra mente.

Limpieza del Alma

Estábamos viajando de Madrid a Barcelona, cuando un hombre subió al autobús y comenzó un discurso sobre la limpieza del estómago. Dijo que existen muchas personas que se cuidan bien por fuera, se duchan con frecuencia, lavan su ropa, se peinan y se ponen perfume. Todo esto no tendría nada de malo, pero nos preguntó: ¿quién se ocupa de su limpieza interior? Si pensamos en lo que comemos e ingerimos a lo largo de nuestra vida, muchos estómagos deben parecer un basurero.
Hay niños con una barriga tremenda, pero los brazos y piernas se quedan flaquitos, porque su estómago está lleno de parásitos que impiden un desarrollo y crecimiento normal. Algunos de estos parásitos pueden llegar a través de los vasos sanguíneos al cerebro y afectar la vista, causar locura o en casos extremos incluso la muerte.
Concluido el discurso, este señor nos ofreció un polvo para lavar el estómago, no por ocho ni por siete ni por seis, sino por tan sólo cinco euros.
No he probado su polvito, así que no puedo comprobar la veracidad de sus declaraciones; pero pienso que tiene algo de verdad (en todo caso no exageró como otros charlatanes que intentan vender sus “curalotodo”). Sin embargo, me hizo pensar en otro “órgano” que se encuentra en el nivel más profundo de nuestra personalidad, y que sí en muchos casos parece ser un vertedero de basuras. Se trata de nuestra alma.
El parásito del pecado
Es bueno e importante vivir un estilo de vida sano y tener una buena presencia, pero ¿de qué sirve si el alma se está llenando de odio, envidia, rencor, culpa no perdonada, desenfreno, afanes y perversiones? El pecado es realmente un problema serio.
Así como los parásitos no solamente impiden el crecimiento normal, sino que también deterioran el cuerpo hasta consumirlo por completo, el pecado domina la mente con placeres vanos, eclipsa el discernimiento espiritual para después, confundirlo entre lo correcto e incorrecto. Cuántas personas se dejan llevar por el pecado sin considerar las consecuencias que en muchos casos destruyen la vida: accidentes bajo la influencia del alcohol, violencia, infidelidad, matrimonios rotos, niños que sufren, muchachas que no pueden terminar su carrera porque quedaron embarazadas..., en fin, sufrimiento sobre sufrimiento.
Pero esto no es todo. A diferencia de los parásitos arriba mencionados, el parásito del pecado, no sólo en casos extremos sino siempre, conduce hacia la muerte; la muerte espiritual que es la separación de Dios y luego la muerte eterna que es el infierno. No creas que en el infierno la fiesta seguirá, como algunos se burlan. El infierno es la ausencia completa de Dios, y por lo tanto de todo lo bueno. Ya no habrá nada bueno ni bonito, sólo sufrimiento y martirio sin ningún alivio (vea Lucas 16:19-31).

Identidad

La presencia del discípulo en el mundo es más eficaz cuando su testimonio se produce de forma natural y espontánea.

La sal de la tierra

13 Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres.

La luz del mundo

14 Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. 15 Ni se enciende una luz y se pone debajo de una vasija, sino sobre el candelero para que alumbre a todos los que están en casa. 16 Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.

Jesús y la Ley

17 No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolir, sino a cumplir, 18 porque de cierto os digo que antes que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la Ley, hasta que todo se haya cumplido. 19 De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; pero cualquiera que los cumpla y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos.
20 Por tanto, os digo que si vuestra justicia no fuera mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Mateo 5:13-20
La tremenda descripción que hemos recibido de las características del ciudadano del reino dan lugar, ahora, a una especificación del impacto que estas personas tienen sobre su entorno. Como en tantas otras ocasiones, Jesús escogió uno de los elementos más comunes de la vida cotidiana para ilustrar esta verdad, la sal.
Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres. 
La sal tenía, en la antigua Palestina, dos funciones principales. Era usada para darle gusto a la comida y como medio para preservar a la carne de la descomposición. También estaba incluida en algunas de las ceremonias religiosas en el templo, atribuyéndole un significado purificador.
Un discípulo de Cristo debe poseer una vida distintiva, diferente a la de las personas a su alrededor.

¿Qué es la unión hipostática? ¿Cómo puede ser Jesús tanto Dios como humano al mismo tiempo?

La unión hipostática es el término usado para describir cómo Dios el Hijo, Jesucristo, tomó naturaleza humana permaneciendo al mismo tiempo como Dios. Jesús siempre ha sido Dios (Juan 8:58;10:30), pero en la encarnación Jesús tomó forma humana, Él se convirtió en un ser humano (Juan 1:14). Jesús es la suma de la naturaleza humana y la divina, es el Dios-hombre. Esta es la unión hipostática, Jesucristo, una Persona, totalmente Dios y totalmente hombre.

Las dos naturalezas de Jesús, la humana y la divina, son inseparables. Jesús será para siempre el Dios-hombre totalmente Dios y totalmente humano, dos naturalezas distintas en una Persona. La humanidad y la divinidad de Jesús no están mezcladas sino unidas, sin la pérdida de ninguna de las dos. A veces Jesús estaba bajo las limitaciones de la humanidad (Juan 4:619:28), y otras veces con el poder de Su deidad (Juan 11:43Mateo 14:18-21). En ambos casos, las acciones de Jesús procedían de Su Persona. Jesús tuvo dos naturalezas, pero solo una persona o personalidad.


La norma de la unión hipostática es un intento por explicar cómo Jesús pudo ser Dios y hombre al mismo tiempo. Es, en última instancia, una doctrina que somos incapaces de entender plenamente. Es imposible para nosotros comprender totalmente cómo trabaja Dios. Nosotros, como seres humanos finitos, no podemos esperar estar capacitados para comprender a un Dios infinito. Jesús es el Hijo de Dios porque fue concebido por el Espíritu Santo (Lucas 1:35), pero eso no significa que Jesús no existiera antes que Él fuera concebido. Jesús siempre ha existido (Juan 8:5810:30). Cuando Jesús fue concebido, Él se convirtió en un ser humano, además de ser Dios (Juan 1:114).


Jesús es ambos, Dios y hombre. Jesús siempre ha sido Dios, pero Él no fue un ser humano hasta que fue concebido en María. Jesús tomó la forma de un ser humano para identificarse con nosotros en nuestras luchas (Hebreos 2:17), y lo más importante, para que Él muriera en la cruz, pagando así el castigo por nuestros pecados (Filipenses 2:5-11). En resumen, la unión hipostática enseña que Jesús es totalmente humano y totalmente divino, que no hay mezcla o dilución de ninguna de las dos naturalezas, y que Él es una unidad en Persona, para siempre.