viernes, 20 de mayo de 2016

Jesús, nuestro héroe ideal

Jesús es alguien con quien puedes ser completamente real. Puedes pasar el rato con Él y ser tú mismo, sin ninguna pretensión y nada de actuación. Jesús es siempre amoroso contigo y puedes hablar con Él sobre cualquier tema. A Él le gusta conversar contigo acerca de tus sueños, aspiraciones y esperanzas. Él quiere sanarte de las cosas de tu pasado con las que pudieras estar lidiando. Está interesado en tus retos actuales, y quiere llorar contigo cuando estás abatido o regocijarse contigo en tus victorias. 
Jesús es el amor y la ternura personificados. Pero ten cuidado de no confundir su ternura con las imágenes afeminadas y débiles, que has visto representadas en algunos cuadros tradicionales de Jesús. Él es ternura y fuerza al mismo tiempo. Es mansedumbre y majestad, virilidad y deidad, terciopelo y acero. Como sabes, a veces, cuando tratamos de ser firmes y fuertes, arrasamos con los sentimientos de las personas y terminamos hiriéndolas con nuestras palabras. Y al revés, cuando tratamos de ser tiernos, tenemos una sobredosis de bondad y nos reducimos a felpudos, hasta terminar siendo aprovechados por otros.
Desviémonos de nuestra imágen y miremos a Jesús. Él forzó severamente a un grupo de fariseos intrigantes a dar marcha atrás en una instancia, desafiándolos y diciendo: “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella” (Juan 8:7). Al momento siguiente, ese mismo Jesús miró directamente a los ojos a una quebrantada mujer sorprendida en adulterio, y con compasión resonando profundamente su voz, preguntarle: “Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ni yo te condeno; vete y no peques más” (Juan 8:10-11).
¡Ése es nuestro Dios!

¿Qué significa que Jesús es el Cordero de Dios?

Cuando Jesús es llamado el Cordero de Dios en Juan 1:29 y Juan 1:36, es en referencia a que Él es el perfecto y último sacrificio por el pecado. Para poder entender quién es Cristo y lo que Él hizo, debemos comenzar con el Antiguo Testamento, el cual contiene profecías concernientes a la venida de Cristo como una “ofrenda por el pecado” (Isaías 53:10). De hecho, todo el sistema sacrificial establecido por Dios en el Antiguo Testamento sirvió de base para la venida de Jesucristo, quien es el perfecto sacrificio que Dios proveería como expiación por los pecados de Su pueblo (Romanos 8:3Hebreos 10).
El sacrificio de corderos jugaba un papel muy importante en la vida religiosa judía y su sistema sacrificial. Cuando Juan el Bautista se refirió a Jesús como “El Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” (Juan 1:29), los judíos que lo oyeron pudieron haber pensado inmediatamente en cualquiera de los muchos sacrificios importantes. Habiendo celebrado hasta entonces la fiesta de la Pascua cada año, el primer pensamiento pudo haber sido el sacrificio del Cordero de la Pascua. La fiesta de la Pascua era una de las principales fiestas judías y una celebración, en recuerdo de cuando Dios liberó a los israelitas de la esclavitud en Egipto. De hecho, el matar al Cordero de la Pascua y aplicar su sangre en los postes de las puertas de las casas, para lograr que el ángel de la muerte pasara de largo ante aquella gente “cubierta por la sangre” (Éxodo 12:11-13) es un hermoso cuadro de la obra expiatoria de Cristo en la cruz.


Otro importante sacrificio que incluía corderos eran los sacrificios diarios en el Templo de Jerusalén. Cada mañana y tarde en el Templo, era sacrificado un cordero por los pecados del pueblo (Éxodo 29:38-42). Estos sacrificios diarios, como todos los demás, eran simplemente para señalar a la gente el futuro y perfecto sacrificio de Cristo en la cruz. A propósito, la hora de la muerte de Jesús en la cruz, corresponde a la misma hora en la que se llevaba a cabo el sacrificio de la tarde en el Templo. Los judíos de ese tiempo, también estarían familiarizados con los profetas Jeremías e Isaías del Antiguo Testamento, cuyas profecías anticipaban la venida de Aquel que sería traído “…como cordero inocente que llevan a degollar...” (Jeremías 11:19Isaías 53:7), y cuyos sufrimientos y sacrificio proveerían la redención para Israel. Desde luego, esa Persona que fue anunciada por los profetas del Antiguo Testamento no era otro que Jesucristo, “el Cordero de Dios”.

¿Por qué a mi?

Arthur Ashe, el legendario jugador de tenis, se estaba muriendo de SIDA. Se contagió por sangre infectada, administrada durante una cirugía del corazón en 1983.
Recibió cartas de sus fans, uno de los cuales preguntó:
"¿Por qué Dios tuvo que elegirte para una enfermad tan horrible?”
Arthur Ashe contestó:
50 Millones de niños comenzaron a jugar al tenis,
5 Millones aprendieron a jugar al tenis,
500.000 Aprendieron Tenis Profesional,
50 Mil llegaron al circuito,
5 Mil alcanzaron a jugar algún Grandslam,
50 Llegaron a Wimbledon,
4 Llegaron a la semifinal,
2 Llegaron a la final y...
Cuando estaba celebrando la victoria con la copa en la mano, no le pregunté a Dios ¿por qué a mí? 
Así que ahora que estoy con dolor, ¿cómo voy a preguntarle a Dios: “¿por qué a mí?" 

El Escándalo Betsabé Y El Rey David

“Y ACAECIÓ” que un día, al caer la tarde, se levantó David de su lecho, y se paseaba sobre el terrado de la casa real, cuando vio desde el terrado a una mujer que se estaba bañando, la cual era muy hermosa.(2 Samuel 11:2)

El Escándalo Betsabé Y El Rey DavidEl “escándalo Betsabé” empezó cuando David bajó la guardia. La Biblia dice: “Y acaeció”. (Reina Valera Antigua). ¡Qué palabras de apertura! David tenía cincuenta y dos años. Como muchos de nosotros a esa edad, tal vez quería saber si todavía podía conquistar. Pensara lo que pensara, lo cierto es que bajó la guardia, y el enemigo se percató. David había vivido de victoria en victoria durante veinte años, pero después “acaeció”... Ten cuidado; tus triunfos de ayer no garantizan los éxitos de hoy. David vio a Betsabé esa noche, pero lo que le destruyó fue lo que no vio. No vio que su pecado causaría la muerte de cuatro de sus hijos (el niño recién nacido de Betsabé, Amnón, Absalón y Adonías), ni que haría que el reino se dividiera en dos, ni que él llegaría a ser un homicida.
Ese es el problema con el pecado. Si miras a las cosas que no deberías estar mirando, entonces no ves todo el panorama. Y lo que no ves es lo que te va a dañar.