jueves, 12 de mayo de 2016

Alabar y celebrar

Alabad al Señor, porque él es bueno, porque para siempre es su misericordia. Salmo 118:1
Alabaré al Señor con todo el corazón en la compañía y congregación de los rectos. Grandes son las obras del Señor. Salmo 111:1-2
Celebrar es participar de un acontecimiento importante, por ejemplo una boda. En todas las culturas encontramos la necesidad de celebrar, de festejar, y nuestra época, nada ajena a ella, trata de satisfacer esa necesidad mediante grandes actos deportivos, musicales…
Pero, ¿responden ellos a las necesidades de nuestro corazón? Pensemos por ejemplo, que en la presencia de Dios y ante su grandeza, el cristiano se siente motivado a alabar a su Dios.

Quien no sueña nunca alcanza

El día que decidió construir una casa con botellas de vino vacías, familiares, amigos y conocidos creyeron que estaba loco y le instaron a desistir del proyecto. Jan Than Vanlhel no les escuchó. Sonreía al escucharles pero nada más.
La tarea fue ardua. De día trabajaba como contable en una empresa inglesa. Por las noches, muy a pesar de su orgullo, iba a los sitios donde se concentraban los desechos. Cada envase era guardado cuidadosamente, y luego en casa, almacenado de acuerdo a su tamaño y a la densidad del vidrio. Era un trabajo artesanal.
La estructura comenzó a levantarse en un enorme terreno. Cada frasco era unido a otro con una silicona especial. Lo difícil era el viento que en determinadas épocas del año era demasiado fuerte, y las corrientes de aire producían la caída de las paredes y columnas.
Y al despertar la mañana, Jan Than se encontraba con la desagradable sorpresa de que tenía que comenzar de nuevo. Solo encontraba un montón de cristal roto. Sin embargo, se reponía del desánimo y reemprendía la tarea.
Tardó tres años pero lo logró. La construcción de tres alcobas, un baño y una cocina, fue durante mucho tiempo el atractivo de los visitantes. Nadie podía creer que alguien se propusiera acometer un proyecto de tales dimensiones, mas no solo hubo quien lo hizo sino que además, lo terminó y disfrutó en toda su plenitud.

No soy un Fracasado, solo Fracasé al Intentar hacer Algo

Al comienzo de su carrera, Erma Bombeck tuvo que transitar por un camino lleno de dificultades. En su temprana edad ya se sentía atraída por el periodismo. Su primer trabajo, cuando era una adolescente, fue escribir obituarios en el Journal-Herald de Dayton. Cuando salió del colegio y quiso ingresar en la Universidad de Ohio, un consejero estudiantil le dijo: Olvídese de ser escritora. Pero ella rechazó ese consejo.
Más tarde se pasó a la Universidad de Dayton, donde en 1949 se graduó en inglés. Poco después empezó a trabajar como escritora para la columna de defunciones de la página femenina.
Ese año, la adversidad golpeó su vida personal. Al contraer matrimonio, uno de sus grandes deseos era ser madre, pero para su tristeza, los médicos le anunciaron que no podría tener hijos. ¿La hizo eso darse por vencida y considerarse una fracasada? No. Ella y su esposo estudiaron la posibilidad de la adopción y adoptaron una niñita.
Dos años más tarde, una sorprendida Erma descubrió que estaba embarazada. Pero eso le trajo aún mayores dificultades. En cuatro años tuvo cuatro embarazos pero solo dos de los bebés sobrevivieron.
En 1964, Erma logró convencer al editor jefe de un pequeño periódico de barrio, el Kettering-Oakwood Times, de que accediera a publicarle una columna humorística semanal. No obstante la insignificante cantidad de tres dólares que le pagaban por artículo, esto la mantuvo firme. Aquella columna le abrió otra puerta. Al año siguiente le ofrecieron la oportunidad de escribir una columna tres veces a la semana para su antiguo empleador, el Journal-Herald de Dayton. En 1967, su columna aparecía en más de novecientos periódicos en toda la nación.
Erma escribió su columna humorística durante algo más de treinta años. Durante ese tiempo, publicó quince libros, fue reconocida como una de las veinticinco mujeres más influyentes de los Estados Unidos, aparecía frecuentemente en el programa de televisión "Buenos días, América", apareció en la cubierta de la revista Time, recibió innumerables honores (como la Medalla al mérito de la Sociedad Americana del Cáncer), y fue distinguida con quince doctorados honorarios.

Todos los pecados son iguales

Dios no hace diferencia alguna entre un tipo de pecado y otro. Antes de nada, necesitamos practicar el perdón, de gran carencia en nosotros. Porque decimos: "Dios tenga misericordia", pero no la practicamos. Porque decimos: "Dios es Amor", pero no amamos al prójimo. Porque decimos: " Dios es el Único que puede quitar una vida", pero estamos defendiendo públicamente la postura de que se establezca la cadena perpetua (que nunca buscará restaurar a la persona) y la "pena de muerte" (que no deja de ser un asesinato). Sí, le pedimos perdón a Dios pero somos implacables con nuestro prójimo negándoselo.
La Palabra de Dios dice en 1ra. Corintios 6:9-11 “¿O no sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No os dejéis engañar: ni los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos de vosotros; pero fuisteis lavados, pero fuisteis santificados, pero fuisteis justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios”.  
También dice en Romanos 6:19-23 “Hablo en términos humanos, por causa de la debilidad de vuestra carne. Porque de la manera que presentasteis vuestros miembros como esclavos a la impureza y a la iniquidad, para la iniquidad, así ahora presentad vuestros miembros como esclavos a la justicia, para santificación. Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres en cuanto a la justicia. ¿Qué fruto teníais entonces en aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de esas cosas es muerte. Pero ahora, habiendo sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como resultado la vida eterna. Porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”.
 RECUERDA, CRISTO JESÚS MURIÓ POR EL PECADO DE LA HUMANIDAD. ÉL NO MURIÓ POR UN PECADO Y POR EL OTRO NO. ÉL MURIÓ TANTO COMO POR LA MENTIRA COMO POR EL HOMICIDIO. MURIÓ TANTO POR LA HIPOCRESÍA COMO POR EL ORGULLO Y LA HOMOSEXUALIDAD. DIOS NO TIENE MEDIDOR DE LA INTENSIDAD DEL PECADO Y NO EXISTE LA “MENTIRA PIADOSA”. LA MENTIRA, AL IGUAL QUE EL ASESINATO, ES IGUAL PARA DIOS Y QUIEN PRACTICA UNO DE ELLOS NECESITA EL MISMO ARREPENTIMIENTO Y EL MISMO PERDÓN. TODO PECADOR NECESITA ARREPENTIMIENTO Y NECESITA CONVERTIRSE A CRISTO JESÚS RECONOCIÉNDOLO COMO REY, SEÑOR Y SALVADOR.