lunes, 25 de abril de 2016

Hágase tu voluntad

Veamos la sexta frase del modelo de oración enseñado por el mismo Cristo Jesús. “Hágase tu voluntad”, esta es la frase. Para que exista este pensamiento o deseo debemos rendir nuestra voluntad a la Voluntad Perfecta de Dios. Al decirla de corazón, estamos mostrando que queremos que en nuestra vida actúe Su Voluntad, no la nuestra.
 La Palabra de Dios dice en Romanos 12:2 “Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la Voluntad de Dios: todo lo que es bueno, aceptable y perfecto”. También dice en Tito 3:5 “Él nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino conforme a su misericordia, por medio del lavamiento de la regeneración y la renovación por el Espíritu Santo”. Además, dice en Efesios 5:17 “Así pues, no seáis necios, sino entended cuál es la voluntad del Señor”.
RECUERDA, PODEMOS TENER PLANES Y METAS PARA ALCANZAR, PERO AL FINAL DEBEMOS DEPOSITAR TODO NUESTRO FUTURO EN LAS MANOS DE DIOS. SI TENEMOS A CRISTO JESÚS COMO SEÑOR, REY Y SALVADOR DE NUESTRAS VIDAS, TODO OBRA Y OBRARÁ PARA BIEN. SI LO TENEMOS PODREMOS DECIRLE A DIOS: HÁGASE TU VOLUNTAD, CONFIADOS EN QUE LA VOLUNTAD DE DIOS SIEMPRE SERÁ LA MEJOR. ¿TIENES A CRISTO JESÚS EN TU VIDA?

El Dios que perdona

MATEO 6:9-13 (RVR1995) “Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu Reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. No nos metas en tentación, sino líbranos del mal, porque tuyo es el Reino, el poder y la gloria, por todos los siglos. Amén”
Jesucristo nos dio un modelo para la oración, que incluye el pedir perdón cada día. La invitación al arrepentimiento no es un medio de renovar nuestra salvación, más bien es un plan para mantener nuestra comunión con el Señor.
arrepentimientoCuando confiamos en Jesús como nuestro Salvador, nuestros pecados son perdonados para siempre. Las manchas de nuestros pecados pasados, presentes y futuros son borradas de nuestro historial; sin embargo, somos personas caídas, y por eso seguimos cometiendo pecados.
A excepción de Jesucristo, nadie es perfecto. El pecado es simplemente una realidad de la vida. El pago que hizo el Señor por nuestros pecados significa que podemos esperar estar una eternidad en la presencia de DIOS, en vez de recibir el castigo que merecemos. En este mundo, sin embargo, tenemos que lidiar con nuestra tendencia a hacer el mal y también con las consecuencias. La advertencia del Señor de que busquemos el perdón cada día, es un recordatorio para que confesemos nuestros pecados y nos alejemos de ellos.

El ojo que todo lo ve

“…Porque nada hay encubierto que no haya de descubrirse, ni oculto que no haya de saberse…” Lucas 12:2 
Al contemplar las multitudes que lo seguían para oírle, Jesús advirtió a sus discípulos que se cuidaran de la hipocresía, es decir, aparentar bondad cuando sus corazones se hallan lejos de Dios. (verso 1) Los fariseos no podían mantener sus actitudes ocultas para siempre.
Su egoísmo crecería como la levadura, y muy pronto expondría lo que de verdad eran. Jesús, en este versículo, mostraba que no hay nada que pueda ocultarse y que permanezca. Dios, que todo lo sabe, que es omnisciente, omnipresente, que todo lo conoce, no hay nada que uno haya hecho aquí en esta tierra que Él no lo sepa. Aunque nos ocultemos de la gente, del verdadero Dios no podemos, por eso el salmista David decía “¿a dónde me iré de tu Espíritu?” (Salmos 139:7).
David entendió que era imposible esconderse de Dios; si sigues leyendo todo el salmo te darás de cuenta, que en los lugares que David mencionaba allí estaba Dios, hasta debajo del mar. Por eso él también dice en el Salmo 24;1: “de Jehová es la tierra y su plenitud, el mundo y los que en él habitan.”

Tienen que saber

Cada día puedo ver en sus ojos el sufrir, 
gente llena de dolor y sin rumbo aquí. 
En angustia y soledad, llenos de temor, 
risa esconde su aflicción. Sólo Cristo ve.

Tienen que saber del amor de Dios, 
en las pruebas y el temor, Él refugio da. 
Tienen que saber del amor de Dios, 
que en Él hay salvación, 
tienen que saber.

Él nos llama a brillar en un mundo de confusión, 
nada iguala el llevar vida a quien perdido está. 
Por Su amor podemos ver que sufriendo están, 
ellos tienen que oír, debemos compartir.

Tienen que saber del amor de Dios, 
en las pruebas y el temor, Él refugio da. 
Tienen que saber del amor de Dios, 
que en Él hay salvación, 
y nuestras vidas dar, 
tienen que saber.


Hay diferentes versiones de esta canción que compusieron Greg Nelson y Phill McHugh; no se trata de citar a ningún cantante cristiano porque pasaríamos por alto alguna de las interpretaciones de este bello tema. En él la frase más impactante, a la vez que desafiante de todas, es la que aparece en la segunda estrofa que dice: “nada iguala el llevar vida a quien perdido está”. Demos gracias a Dios por los lugares donde nos ha permitido trabajar, a todos los niveles, secular y ministerial. La mayor satisfacción es ver a personas que tienen ansias de escuchar la Palabra de Dios; como bien dice esta canción, “nada iguala el llevar vida a quien perdido está”. Cuando nos detenemos en los problemas, en las dificultades, cuando nos asalte la duda de si merece la pena seguir luchando, pensemos en la bendición que ha sido “llevar vida a quien perdido está”, que ahora no solo no está perdido sino que es un hombre o una mujer nueva. Gracias a Dios por darnos ese gozo.