miércoles, 13 de abril de 2016

¿Pueden las dificultades de la vida hacerme más fuerte?

Cuando Aarón tenía siete meses de edad, dejó de ganar peso. Unos meses después, su cabello comenzó a caerse.
Al principio, los médicos dijeron a los padres de Aarón que iba a ser bajito de adulto, pero que por lo demás era normal. Luego, un pediatra diagnosticó el problema como progeria, o envejecimiento prematuro.
Justo como predijo el pediatra, Aarón nunca creció más allá de 91 cm de estatura, no tuvo cabello en su cabeza o cuerpo, parecía un viejito mientras aún era niño, y murió al principio de su adolescencia.
Su padre, que era rabino, sintió un profundo y doloroso sentido de injusticia.
Alrededor de un año y medio después de la muerte de Aarón, el padre llegó a comprender que a ninguno de nosotros se nos promete, en ningún momento, una vida libre de dolor y desengaño. Más bien, lo más que se nos ha prometido es que no estaremos solos en nuestro dolor, y que podemos obtener fuerzas y coraje de una fuente externa.
Él llegó a la conclusión de que Dios no causa nuestras desgracias, más bien nos ayuda inspirando a otros a que nos ayuden.

Hermoso Día, ¿verdad?

El día empezó muy mal. Me quedé dormida y llegué tarde al trabajo.
Luego, todo lo que sucedió en la oficina contribuyó a mi ataque de nervios. Cuando llegué a la parada del autobús en mi regreso a casa, tenía un gran nudo en el estómago.
Como de costumbre, el autobús llegó tarde… y atestado. Tuve que ir de pie en el pasillo. Mientras el tambaleante vehículo me lanzaba en todas direcciones, mi depresión se hacía más y más profunda.
Entonces escuché una voz grave que salía del frente:
-Hermoso día, ¿verdad?
Debido a la aglomeración de público, no podía ver al hombre, pero podía escucharlo mientras seguía comentando el panorama primaveral, llamando la atención hacia cada punto importante que avistaba: esta iglesia, ese parque, aquel cementerio, la estación de bomberos...
Pronto todos los pasajeros estaban mirando por las ventanillas. El entusiasmo del hombre era tan contagioso que me sorprendí sonriendo por primera vez ese día. Llegamos a mi parada. Al volverme hacia la puerta, eché un vistazo a nuestro “guía”: una figura regordeta con una barba oscura, que usaba espejuelos oscuros y llevaba un delgado bastón blanco.
Salmo 118:24
Este es el día que hizo Señor; nos gozaremos y alegraremos en él.

Salmo 145:2
Cada día te bendeciré, y alabaré tu nombre eternamente y para siempre.

Soportando las tormentas de la vida

Los discípulos experimentaron muchos “momentos en la cima” con el Señor Jesús. La hija del principal de la sinagoga fue resucitada; dos ciegos recuperaron la vista; los mudos pudieron hablar; y el hombre poseído por demonios fue liberado. Pero cuando la tormenta llegó aquel día en el mar, el temor les invadió.
Soportando las tormentas de la vida
Sus mentes no podían recordar las lecciones que habían aprendido sobre el poder y los propósitos de Aquel a quien seguían. Incluso ver caminar al Señor Jesús sobre el agua no les trajo alivio inmediato.
 “Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: !Un fantasma! Y dieron voces de miedo.”  Mateo 14:26(RVR1960)
Cuando la adversidad nos golpea es fácil olvidar lo que sabemos de Dios. Tenemos dificultades para recordar sus respuestas a las oraciones en el pasado, la guía específica dada por el Espíritu Santo y las lecciones aprendidas en crisis anteriores. Solo la situación actual parece real. Mientras la mente nos da vueltas, la turbulencia emocional puede impedirnos pensar con claridad.

Amor sin estima

Isaías 43:4 “…porque a mis ojos fuiste de gran estima, fuiste honorable y te amé…”
A mediados de los años noventa, la reina de Inglaterra hizo una polémica declaración sobre la cual fue consultado su primogénito el príncipe Carlos, de la siguiente manera: “..su alteza, ¿cuál es su opinión sobre las declaraciones de su señora madre, en las cuales afirma que usted jamás será rey y que el sucesor al trono será su nieto y no usted..?” A la que el príncipe Carlos respondió: “creo que mi madre me ama, pero no me estima”.
Declaración como ésta, que escuché hace muchos años, antes de conocer al Señor y me partió el corazón, quizás porque en ese momento yo estaba viviendo algo parecido; tener unos padres que te aman pero no te estiman, significa que cuando haces cosas verdaderamente importantes no tienen la certeza suficiente de que tú podrás lograrlo; esto es algo sin ninguna trascendencia viniendo de un extraño, pero no de tu padres.