Al leer el título de esta reflexión seguro que la primera impresión que le causará, es creer que quien lo escribe está atravesando un serio problema de trastorno mental. Yo mismo sería el primero en aprobar su calificativo, porque solo un enajenado mental podría pensar así.
Pero lo cierto es que estamos asistiendo a una era en la que los enajenados mentales con sus mensajes subliminales, están atrayendo tras de sí a un gran número de personas incautas, que corren tras todo tipo de prédica que aliente sus deseos malsanos; lo que unido a las ansias de posesiones que preconiza esta sociedad hasta el límite del aburrimiento, convierte a muchos en zombis con los brazos extendidos tratando de alcanzar todas esas promesas.
El mundo tiene distorsionado por completo el concepto de paz, de forma que para él este concepto está estrechamente ligado a la felicidad que le proporciona la adquisición de cosas, sin darse cuenta de que cuando la felicidad es buscada como meta, a lo más que podemos aspirar es a verla como un espejismo.