Dios, con mano fuerte y brazo extendido, libró al pueblo de Israel de Egipto, lo llevó a la tierra que fluye leche y miel, tierra de bendición, la tierra que Él les prometió. Hizo un pacto con su pueblo, pero su pueblo violó, quebrantó, se olvidó del pacto con Dios: de vivir en santidad a Jehová. Pero Dios amaba tanto a su pueblo, Israel, que se apartó de ellos para probarlos, pero cuando ellos clamaban Jehová siempre les ayudaba, a pesar de que Israel por su pecado se inclinaban y ofrecían sacrificios a dioses falsos hechos por manos de hombres. El pueblo de Dios sufrió, pasó hambre, esclavitud, escasez, sufrió persecución, enfermedad, pobreza extrema y hasta muerte.
Jueces 2:1 El ángel del Señor salió de la ciudad de Guilgal hacia Boquín y dijo a los israelitas: Los traje desde Egipto hasta la tierra que les había prometido a sus antepasados. Les dije que nunca rompería el pacto que tengo con ustedes, 2 pero que a cambio ustedes tampoco deberían hacer pactos con la gente de esa tierra, sino que deberían destruir sus altares. Eso fue lo que les dije, pero no me obedecieron. 3 Y ahora les digo que no seguiré obligando a esta gente a salir de su tierra. Todos ellos se convertirán en un problema para ustedes, y sus dioses serán como una red para atraparlos a ustedes. 4 Después de escuchar las palabras del ángel del Señor, todo el pueblo de Israel lloró y se lamentó. Si ustedes visitan Israel, hasta el día de hoy viven cautivos, enredados en las cosas paganas de estos pueblos; muchos aun viven en medio de ellos. Y Dios sigue esperando que ellos le sean obedientes y que crean en Jesucristo.
Jueces 3:1 Las siguientes naciones son las que el SEÑOR dejó a salvo para poner a prueba a todos los israelitas que no habían participado en ninguna de las guerras de Canaán. 2 Lo hizo solamente para que los descendientes de los israelitas, que no habían tenido experiencia en el campo de batalla, aprendieran a combatir. 3 Quedaron los cinco príncipes de los filisteos, todos los cananeos, y los sidonios y heveos que vivían en los montes del Líbano, desde el monte de Baal Hermón hasta Lebó Jamat. 4 Allí los dejó el SEÑOR para poner a prueba a los israelitas, a ver si obedecían sus mandamientos, que él había dado a sus antepasados por medio de Moisés. 5 Los israelitas vivían entre cananeos, hititas, amorreos, ferezeos, heveos y jebuseos. 6 Se casaron con las hijas de esos pueblos, y a sus propias hijas las casaron con ellos y adoraron a sus dioses. No importa el nombre que le des (san o santa sigue siendo abominación a Jehová) si es una escultura hecha por manos de hombres; Dios aborrece a quienes las hacen y a quienes las adoran. Incluso son tan inútiles, no sirven para nada, que Dios compara a las personas con estas abominaciones. Recuerda algo muy importante: Dios es Soberano, Santo, gobierna sobre todo, es todopoderoso, es único y no comparte su gloria con nadie. Satanás, Jehová le reprenda, le quiso robar su gloria, y por eso fue desterrado y condenado a vivir en el infierno. Desde allí envía a su huestes a querer estorbar los planes de Dios. El profeta afirma: Dios gobierna como Él quiere.
Salmos 115:3 Nuestro Dios está en los cielos y puede hacer lo que le parezca. 4 Pero sus ídolos son de oro y plata, producto de manos humanas. 5 Tienen boca, pero no pueden hablar; ojos, pero no pueden ver; 6 tienen oídos, pero no pueden oír; nariz, pero no pueden oler; 7 tienen manos, pero no pueden palpar; pies, pero no pueden andar; ¡ni un solo sonido emite su garganta! 8 Semejantes a ellos son sus hacedores, y todos los que confían en ellos. Dios dice: son mudos, son ciegos, son sordos; si son sordos no pueden oír tus ruegos, si son ciegos no pueden ver tu necesidad y si son mudos no te pueden responder. Tienen manos pero no pueden darte nada, tienen pies pero tiene que ser llevados en hombros porque no pueden trasportarse solos, iguales a ellos son sus hacedores y los que los adoran dice Jehová, Dios todopoderoso. Pero a todos aquellos que no se han inclinado a ellos, ni les han traído ofrendas (velas, veladoras, flores) hay un galardón de parte de Dios, la vida eterna.