domingo, 13 de marzo de 2016

Luchando con la deuda

Odia vivir debiendo y quizá se pregunta si Dios le está castigando. ¿Por qué no mejoran las cosas?
El mundo en el que vivimos está enfermo, marcado por el pecado, y por eso la vida no siempre es como desearíamos que fuera. Mas al mismo tiempo, Dios siempre tiene algo que enseñarnos cuando enfrentamos problemas y adversidad. Él puede usar la dureza de las experiencias de la vida para moldear las nuestras y transformarnos en lo que Él quiere que seamos. ¿Le ha preguntado a Dios qué es lo quiere hacer en su vida a través de esa experiencia? La Biblia dice, “Muéstrame, oh Jehová, tus caminos; Enséñame tus sendas” (Salmos 25:4).
Todo lo que tenemos, incluso el dinero, viene de Dios. El dinero no es algo malo, pero puede serlo si se le da un mal uso. A veces lleva a la avaricia, al orgullo, al materialismo y es fácil ponerlo en primer lugar en nuestras vidas. Algunas veces las pérdidas inesperadas o los gastos no planeados pueden derivar en problemas monetarios, tentándonos a la preocupación. Pero debemos recordar mantener a Dios como el primero en nuestros corazones y en nuestras vidas.

El rescate de la condición original

El hombre, en su inmensa arrogancia, abriga junto a la ciencia su terquedad de corazón. 
Somos hechos a imagen y semejanza de nuestro Padre, pero recuerden, hermanos, que somos una copia imperfecta y finita de algo inconmensurable, infinito, inigualable, y sin embargo, intrascendental por nuestra parte. Son precisamente las cualidades del Padre las que anhelan los hombres, con su espíritu rebelde. Quieren sus cualidades, sí, pero no cumplen sus mandamientos.
Queremos llegar a la inmortalidad matando, llegar a la sabiduría ocultando, llegar a los cielos aunque para ello tengamos que quemar la tierra. Este es el camino por donde anda transitando una gran parte de nuestros congéneres. 
Vemos y valoramos, en esta época, cómo la ciencia es el arma empleada por los hombres, pero la ciencia aniquila, disminuye, empobrece, resta. Aquí nada es dado a cambio de nada, todo tiene un precio, pero el día que el hombre acepte la palabra del Padre, cuando la historia sea consumada, cuando sea la hora del fin de las cosas, aquellos que prevalecerán, serán los que han andado por el camino recto sin sentarse a descansar aunque sus pies estén agrietados; prevalecerán los que así hayan sido. Verán, reconocerán, admirarán, y entonces dirán: la Gloria de Dios es abundante, compensadora y suficiente, fuera de ella todo carece de fundamento.

El Padre Celestial creó al hombre y a la mujer para que multiplicaran la humanidad, la más preciada de sus obras, para que se multiplicaran en número al amparo de su Gloria por toda la eternidad. Este fue y sigue siendo el objetivo del Padre para nosotros.
¡Oh padre tan misericordioso, tan magnánimo!, que creas pero creas con libertad, que no pides nada a cambio de la vida que das, no pides nada por los dones que regalas, el bien solo en el bien se sustenta.

El significado de la mansedumbre

Cuando pensamos en una persona mansa, ¿qué idea viene a nuestra mente? Vamos a ver los rasgos de carácter de la mansedumbre que raramente escuchamos al respecto. Manso no significa "débil". Una buena definición de la verdadera mansedumbre es estar enojado en el momento correcto, en la medida correcta y por la razón correcta. 
La Escritura nos dice que Moisés era muy manso (Números 12:3). A decir verdad, era el hombre más manso sobre la faz de la tierra. Dicho de otra manera, él podía mantener un buen equilibrio entre los extremos emocionales, extremos que todos sufrimos. 
¿Cómo era Moisés? Era paciente y sufrido con los israelitas. Pudo haberlos criticado duramente por sus pecados y rebelión, pero en cambio rogó por ellos. Cuando Dios le ordenó liderarlos y guiarlos, aguantó décadas de reniegos, quejas e insolencia de estas personas, que nunca parecían cansarse de probar su paciencia y resistencia. ¡Pero cuando bajó de estar reunido con el Señor en la cima de la montaña y vio a los israelitas inclinarse y venerar al becerro de oro que habían hecho, se enojó tanto que tiró las tablas con los Diez Mandamientos escritos en ellas!

Confianza

Un grupo de turistas en una región montañosa de Escocia quería apoderarse de unos huevos que estaban en un nido, situado en un lugar inaccesible frente a un precipicio.
Trataron de convencer a un niño que vivía por allí cerca, de que podía bajar hasta donde estaba el nido si le ataban a una soga, que sería sostenida por ellos desde arriba.
Le ofrecieron una gruesa suma de dinero, pero como no era gente conocida, el muchacho se negó a bajar. Le dijeron que no le pasaría nada, pues ellos sostendrían firmemente la soga.
Por fin, el muchacho dijo: La única condición que pongo para bajar es que sea mi papá el que sostenga la soga.
La gente no confía en los extraños. Necesitamos conocer a una persona antes de depositar en ella nuestra confianza. Pero ya hace años que conozco a Dios, y cada día tengo más confianza en Él. 
¿Conoces lo suficientemente a Dios como para depositar TODA tu confianza en Él?
Salmos 40:4
“Bienaventurado el hombre que puso en Dios su confianza”
Salmos 94:22
Mas el Señor me ha sido por refugio; Y mi Dios por roca de mi confianza.
Proverbios 14:26
En el temor de Dios está la fuerte confianza; Y esperanza tendrán sus hijos.