miércoles, 9 de marzo de 2016

El arrebatamiento

Inline image 1El Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. 1 Tesalonicenses 4:16-17

¡Un hecho sin precedentes está a punto de ocurrir! La Palabra de Dios, que nos revela las grandes líneas de los acontecimientos futuros, nos da a conocer la promesa que nuestro Salvador hizo a sus discípulos y a todos los suyos: “Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Juan 14:3). 

Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo” (Juan 17:24).

Las cartas del Nuevo Testamento nos hablan sobre este acontecimiento:Todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos… los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados” (1 Corintios 15:51-52). En Apocalipsis hallamos cuatro veces la promesa de Jesús: “Yo vengo pronto” (Apocalipsis 3:11; 22:7, 12, 20). Cada creyente, cada hijo de Dios que se ha beneficiado de la obra de Jesús mediante la fe en Él, formará parte del cortejo de redimidos que primeramente serán llevados a la casa del Padre, y luego aparecerán con el Señor Jesús el día de su triunfo real.
“Y el Espíritu y la Esposa (la Iglesia) dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven” (Apocalipsis 22:17). ¿Puede usted decir esto con todos los que aceptaron la gracia de Dios?
¿Está esperando usted ese próximo evento?

¡Aleluya!

Han sido días intensos. Algo bueno va a acontecer, pero no sin terribles batallas y eso me preocupa. Leo con frenesí dos libros al mismo tiempo, mientras el campo de batalla se encuentra en el alma y en la mente. 
Siempre creí que para saber escribir, primero es necesario aprender a leer… ¡y hoy más que nunca lo sostengo! Así es como debe ser. Y cuando digo “leer”, no es solo deletrear y comprender el significado y sentido de las palabras escritas, sino también embarcarse en la aventura de dilucidar y discernir los pensamientos de su autor en las líneas. Ponerse en su lugar.
Hoy trato de mostrar, definir mi relación de todos los días con nuestro amado Dios. A veces en dulce comunión; otras, distante y áspera. Esto, en cuanto a lo que de mí depende. Pero felizmente, Él no es así. Eso escribo, de eso se trata mi ministerio. Verdaderamente no hallo palabras, conceptos, fundamentos, tinta, papel, que puedan describir, definir la inconmensurable Majestad, Magnificencia, Gracia, Grandeza,... la Gloria de Dios.

Abigail

“Estoy por desfallecer; el dolor no me deja un solo instante. Voy a confesar mi iniquidad, pues mi pecado me angustia. Muchos son mis enemigos gratuitos; abundan los que me odian sin motivo”
(Salmos 38:17-19 NVI)
abigailLágrimas caían por su rostro, sangre brotaba de la herida más profunda de su corazón. Amó sin ser correspondida, entregó su dignidad, y una y otra vez fue golpeada hasta quedar totalmente derrotada, a la deriva en un mar de dudas y sentimientos llenos de dolor, e inmersa en una incertidumbre sin sentido. Allí estaba ella, observando el horizonte sin esperanza, decepcionada, y sin fuerzas para levantar el vuelo muy alto hasta conquistar sus sueños;…la razón era evidente, habían sido aniquilados…
Su corazón se había roto en mil pedazos, no había posibilidades de vida pues ya había renunciado a ella. La felicidad no existe, se repetía incesantemente; su pecho apretujado, encerraba el secreto más grande. Derrotada y vilmente maltratada, Abigail se entregaba a la desdicha, que era la única salida que aparentemente tenía para esa situación, pues aún lo amaba.

¿Por qué hago lo que hago?

 “Es más fácil desintegrar un átomo que un concepto”. Albert Einstein.
Esta es una pregunta que muchas personas se han hecho alguna vez en la vida. Comienzan a cuestionarse si podrían hacerlo de otra manera y surge lo que se llama “paradigma”. Quizá para muchos sea un término nuevo, sin embargo vivimos con muchos paradigmas.
Un paradigma es un modo de ver la realidad, que nos sirve de marco o modelo de referencia. El modo como vemos las cosas (paradigmas) es la fuente, generalmente, del modo como pensamos y del modo como actuamos. Todos pensamos que vemos las cosas como son, que somos objetivos, pero no es así. Vemos el mundo no como es, sino como somos nosotros. Es decir, veo el mundo de acuerdo a como soy, o de acuerdo a lo que yo piense de mí. ¿Y qué pienso de mí? ¿Pienso que soy un ganador en la vida o un perdedor? De acuerdo a lo que yo piense, de esa manera voy a actuar.
Tenemos muchos paradigmas, inclusive hasta para relacionarnos con Dios, que no nos permiten alcanzar nuestro potencial y mucho menos disfrutar la vida en plenitud.
Hace siglos se pensaba que la Tierra era el centro del universo, que todo giraba alrededor de ella, y luego se descubrió que era al contrario, que giraba alrededor del sol. Un paradigma que se rompió, era que para ser salvo había que ser bueno, y Jesús, un excelente maestro, rompe el paradigma y le dice al ladrón que estaba a su izquierda, que hoy estaría en el paraíso. Para ser salvo solo hay que creer en Jesús, quien es el camino, la verdad y la vida.
¿Cuáles son los paradigmas que tienes acerca de ti?
Algunos de lo más comunes son: “No puedo cambiar”, “No puedo lograrlo”, “Funciona para otros pero para mí...”, “Soy torpe”, “Soy un fracasado”…
Hoy es un buen día para romper con los paradigmas que hay en tu vida. Tú puedes elegir cambiar hoy y comenzar de nuevo a vivir.