miércoles, 24 de febrero de 2016

Dios mira tu corazón

Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón. (1 Samuel 16:7)
El escenario era el siguiente: Samuel lloraba desconsoladamente porque Saúl no había cumplido la voluntad de Dios y su reinado había sido rechazado. Todo esto le causaba mucha aflicción a Samuel.
Samuel estaba verdaderamente triste y no dejaba de llorar, cuando Dios le ordenó que llenase su cuerno de aceite y se dirigiera con Isaí a Belén, porque se le había provisto de rey.
Pensemos un momento... ¿cómo se habría imaginado Samuel a ese rey? O mejor dicho ¿cómo se lo imaginaría usted?
Probablemente imaginaría a un hombre alto y fornido, un fortachón. No creo que ni Samuel ni usted imaginara a un hombre bajo y delgado como rey.
Pero mientras nosotros tenemos una forma de ver las cosas, un punto de vista y una manera de pensar, los pensamientos de Dios son distintos a los nuestros, y, de hecho, mucho más altos:

Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. (Isaías 55:8-9)

Toma la iniciativa

Dios quiere que te atrevas a emprender cosas grandes en su nombre. Su respaldo es maravilloso y especial. Isaías 45:2: Yo iré delante de ti, y enderezaré los lugares torcidos; quebrantaré puertas de bronce, y cerrojos de hierro haré pedazos. Si Dios tomó la iniciativa de bendecir de antemano a un rey persa llamado Ciro y darle una palabra profética, imagínate lo que hará contigo.
upLa Biblia registra una de las más arriesgadas iniciativas que tuvo Pedro, el discípulo. Ya había visto casi de todo y nada lo sorprendía. Su Maestro había abierto los ojos de los ciegos, sanado leprosos, había hecho caminar a los paralíticos y sanado a los cojos. Había visto, con sus propios ojos, cómo tomó cinco panecillos y dos peces y el resultado fue un multitudinario almuerzo para más de cinco mil seguidores. Lo que le faltaba ver no era lo que su Maestro podía hacer, sino más bien, lo que él podía hacer junto con su Maestro. 
Pedro había seguido de cerca a Jesús, lo había visto hacer maravillas sobre la naturaleza y el ser humano. Al verlo caminar sobre el mar de Galilea, tuvo la  iniciativa de provocar su propio milagro. Si eres Jesús, llámame y caminaré contigo aún sobre este mar tempestuoso (Mateo 14:28). El Señor aceptó su solicitud y lo llamó.
En esa ocasión, Pedro aprendió varios principios importantes que son aplicables a nuestra propia vida. La iniciativa es uno de ellos, y es una acción adelantada a cualquier petición. Dios está buscando voluntarios que quieran servirle, personas que se atrevan a orar por los enfermos, que hagan detener el sol. Personas que den para su obra sin que nadie tenga que pedirles, que tomen la iniciativa de dar para la casa de Dios.

La Práctica de la Presencia de Dios

Durante los próximos días serán publicadas las 4 conversaciones que Nicolás Herman, el Hermano Lorenzo, mantuvo con Fray José de Beaufort, así como las 15 cartas que, en su gran mayoría, dirigió a una amiga monja.

Hace más de 300 años, en un monasterio de Francia, un hombre descubrió el secreto para vivir una vida de gozo. A la edad de dieciocho años, Nicolás Herman vislumbró el poder y la providencia de Dios por medio de una simple lección que recibió de la naturaleza. 
Pasó los siguientes dieciocho años en el ejército y en el servicio público. Finalmente, experimentando la “turbación de espíritu” que con frecuencia se produce en la mediana edad, entró en un monasterio, donde llegó a ser el cocinero y el fabricante de sandalias para su comunidad. Pero lo más importante, comenzó allí un viaje de 30 años que le llevó a descubrir una manera sencilla de vivir gozosamente. En tiempos tan difíciles como los actuales, Nicolás Herman, conocido como el Hermano Lorenzo, descubrió y puso en práctica una manera pura y simple de andar continuamente en la presencia de Dios. 

El Hermano Lorenzo, hombre gentil y de espíritu alegre, rehuía ser el centro de la atención sabiendo que los entretenimientos externos “estropean todo”. Nada más morir, fueron recopiladas unas pocas de sus cartas. Fray José de Beaufort, representante del arzobispado local, ajuntó estas cartas con los recuerdos que tenía de cuatro conversaciones que sostuvo con el Hermano Lorenzo, y publicó un pequeño libro titulado La Práctica de la Presencia de Dios. En este libro, el Hermano Lorenzo explica, simple y bellamente, cómo caminar continuamente con Dios, con una actitud que no nace de la cabeza sino del corazón. El Hermano Lorenzo nos legó una manera de vivir que está a disposición de todos los que buscan conocer la paz y la presencia de Dios, de modo que cualquiera, independientemente de su edad o las circunstancias por las que atraviesa, pueda practicarla en cualquier lugar y en cualquier momento. Una de las cosas hermosas con respecto a La Práctica de la Presencia de Dios, es que se trata de un método completo.

En cuatro conversaciones y quince cartas, muchas de las cuales fueron escritas a una monja amiga del Hermano Lorenzo, encontramos una manera directa de vivir en la presencia de Dios, que hoy, trescientos años después, sigue siendo práctica.

¿Cómo ser Feliz en el Trabajo?

“Esta parte de mi vida, esta pequeñita parte de mi vida, se llama felicidad.” (Frase de la película “En Busca de la Felicidad”)
¿Cómo ser feliz en el trabajo? La verdad es que es un reto, porque son muchos los factores que tratan de robarte la felicidad.
Ser feliz en el trabajo requiere en primer lugar, que estés haciendo lo que te guste y estés en el lugar correcto. Cuando eres feliz tus fuerzas están al máximo, aumenta el rendimiento, hay pasión y disfrutas de lo que haces.
Cuando eres feliz puedes lidiar con los momentos difíciles, puedes escuchar, puedes hablar sin miedo, puedes liderar de forma efectiva e influenciar en las vidas a tu alrededor. Una persona feliz mantiene una actitud positiva, desarrolla buenas ideas, crea nuevas relaciones, aumenta la producción, las ventas,... en fin, puede lograr clientes más satisfechos. Puede lograr muchas cosas. La felicidad llega como consecuencia de aprovechar todo tu potencial.