viernes, 12 de febrero de 2016

¿Cuál es la clave para conocer verdaderamente a Dios?

Dentro de todos nosotros existe un fuerte deseo de ser conocidos y conocer a otros. Más importante aún, es que toda la gente desea conocer a su Creador, aún si no profesan creer en Dios. En la actualidad estamos siendo bombardeados con anuncios que prometen formas de satisfacer nuestros deseos de saber, tener y ser más. Sin embargo, las huecas promesas que provienen del mundo, nunca nos podrán satisfacer de la manera real en que nos puede satisfacer conocer a Dios. Jesús dijo, “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.” (Juan 17:3).

Así que, ¿cuál es la clave para conocer verdaderamente a Dios? Primero, es imperativo entender que el hombre, por sí mismo, es incapaz de conocer verdaderamente a Dios debido a su pecado. Las Escrituras nos revelan que todos somos pecadores (Romanos 3:11-20) y que nadie alcanza el estándar de santidad requerido para tener comunión con Dios. También se nos dice que la consecuencia de nuestro pecado es la muerte (Romanos 6:23) y que pereceremos eternamente sin Dios, a menos que aceptemos y recibamos la promesa del sacrificio de Jesús en la cruz. Así que, a fin de conocer realmente a Dios, primero debemos recibirlo en nuestras vidas. “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.” (Juan 1:12). Nada es tan
 importante como entender esta verdad cuando se trata de conocer a Dios. Jesús deja en claro que solo Él es el camino al cielo y al conocimiento personal de Dios: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” (Juan 14:6).

No hay ningún otro requisito que no sea el de aceptar y recibir las promesas arriba mencionadas. Jesús vino a darnos vida al ofrecerse Él mismo como sacrificio, para que nuestros pecados no nos privasen de conocer a Dios. Una vez que hayamos recibido esta verdad, podemos comenzar la jornada de conocer a Dios de una manera personal. Uno de los ingredientes clave en esta jornada, es entender que la Biblia es la Palabra de Dios y es la revelación de Él mismo, de Sus promesas y Su voluntad. La Biblia es esencialmente, una carta de amor escrita por un Dios amoroso para nosotros, quien nos creó para conocerlo íntimamente. ¿Qué mejor manera de saber acerca de nuestro Creador que sumergirnos en Su Palabra, revelada a nosotros por esta misma razón? Y es importante continuar este proceso a través de toda la jornada. Pablo le escribe a Timoteo, “Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” (2 Timoteo 3:14-17).

La Voluntad de Dios

Ciertamente, Dios tiene un plan para cada uno de nosotros. Muchas personas van por la vida sin pensar jamás en esto, lo que no cambia el hecho de que Dios nos puso aquí con un propósito. En otras palabras, no estamos aquí por casualidad; estamos aquí porque Dios lo quiso así. Y nos puso aquí por un motivo: para que lleguemos a conocerlo a Él de manera personal y luego vivamos como Él quiere que vivamos.
Este es el descubrimiento más importante que usted puede hacer jamás: usted fue creado para conocer a Dios y ser su amigo para siempre. Cuando yo era joven, aprendí unas palabras tomadas de la declaración de fe de nuestra iglesia: “El propósito principal del hombre es glorificar a Dios y disfrutarlo siempre”. 
Dios no solo tiene un propósito general para todos nosotros, sino que también tiene un plan específico para cada una de nuestras vidas. Dios sabe todo acerca de usted y tiene un plan para usted.
Por eso usted puede orar y buscar la voluntad de Dios cuando debe tomar una decisión, y también por eso, puede estar seguro de que Dios está con usted en cada momento del día. La Biblia dice: “Guíame, Señor, por tu camino; dirígeme por la senda de rectitud” (Salmos 27:11, NVI). ¿Cómo puede encontrar el plan de Dios para su vida? El primer paso es entregar su vida a Jesucristo. No deambule por la vida sin propósito ni dirección, sino por fe; entregue su vida a Cristo y aprenda a seguirlo.

Recarga

“Devuélveme el gozo de tu salvación y espíritu noble me sustente” (Salmo 51:12).
El Triatlón Hombre de Hierro es uno de los eventos de resistencia más extenuantes del mundo. Para competir en la carrera, un atleta tiene que nadar 2.3 millas, montar en bicicleta otras 112 y después, correr una maratón de 26.2 millas.
RecargaLos mejores atletas del mundo completan este monumental desafío en menos de nueve horas. Pero para el australiano Chris Legh, su experiencia de Hombre de Hierro en 1997, resultó memorable por otras razones.
Conocido como uno de los mejores competidores en el deporte, no tomó fluido o alimento alguno durante la duración de la carrera. Como resultado, se deshidrató, lo que causó que un buen número de sus órganos fallasen. A cincuenta yardas de la meta, su cuerpo se desmoronó por completo.

Legh nunca terminó la carrera y hubiese muerto sin atención médica inmediata. Afortunadamente, se recobró y ha ganado dos eventos de Hombre de Hierro desde entonces. Pero primero, tuvo que ser restaurado.

La señal de Dios

Dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón. Lucas 2:7
(Los magos) lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra. Mateo 2:11
Los pastores no sabían que la señal dada por el ángel cuando les anunció el nacimiento de Jesús, era extraordinaria, maravillosa, especial  Solo sabían que iban a ver un niño acostado en un pesebre. La señal de Dios era precisamente ese niño nacido entre los pobres.
Los primeros en ver esa señal fueron los pastores. Jesús se adentró en la pobreza humana para que los pobres lo encontraran cerca de ellos. No es que los pobres sean mejores que los demás, pero Dios se fija en ellos, y Jesús llegó a donde ellos estaban. “Dios es grande, pero no desestima a nadie” (Job 36:5). Los pastores pudieron ver al niño Jesús y se fueron llenos de gozo, de alabanza. Fueron ellos los primeros testigos de Jesús.
Luego los magos, ricos en inteligencia, dinero y conocimiento, también fueron llamados para ver a Jesús. Tuvieron que recorrer un largo camino. Le llevaron oro, símbolo de su gloria de Rey; incienso, símbolo de su excelencia siendo Dios, y mirra, imagen de los sufrimientos que tendría que soportar en su condición humana. Ofrecieron todo esto al niño y se postraron ante Él.
La adoración a Jesús es expresada, tanto por los pobres como por los ricos, con agradecimiento y humildad, porque Jesús, tomando forma de hombre, “se despojó a sí mismo” (Filipenses 2:7). Dejó su gloria eterna para venir a este lugar, donde el hombre podía al fin ver a Dios y conocerlo como Emanuel, es decir, “Dios con nosotros”.