domingo, 31 de enero de 2016

¿Existe Dios? ¿Hay evidencias de la existencia de Dios?

¿Existe Dios? Interesante que se dé tanta atención a este debate. Las últimas encuestas nos dicen que más o menos el 90% de la gente en el mundo de hoy, cree en la existencia de Dios o en algún poder más alto. Aunque la responsabilidad recaiga sobre éstos para, de alguna manera, probar que Él en realidad existe, personalmente creo que la responsabilidad está sobre los que no creen.

Sin embargo, la existencia de Dios no puede ser probada o desmentida. Hasta la Biblia dice que deberíamos aceptar por fe, el hecho de que Dios existe, “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6). Si Dios lo deseara, simplemente podría aparecer y probar a todo el mundo que existe. Pero si lo hiciera, no habría necesidad de fe. “Jesús le dijo: porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron” (Juan 20:29).


Pero esto no significa que no haya evidencias de la existencia de Dios. La Biblia declara, “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje, ni palabras, ni es oída su voz. Por toda la tierra salió su voz, y hasta el extremo del mundo sus palabras” (Salmos 19:1-4). Al mirar las estrellas, al entender la inmensidad del universo, al observar las maravillas de la naturaleza, al ver la belleza de la puesta del sol, vemos que todas ellas apuntan hacia un Creador, Dios. Si esto no fuera suficiente, también hay evidencia de Dios en nuestros propios corazones. Eclesiastés 3:11 nos dice, “…y ha puesto eternidad en el corazón de los hombres…” Hay algo en lo profundo de nuestro ser, que reconoce que hay algo más allá de esta vida y alguien más allá de este mundo.

Intelectualmente podemos negar este conocimiento, pero la presencia de Dios en nosotros y a través de nosotros es patente. A pesar de todo esto, la Biblia nos advierte que todavía hay algunos que niegan la existencia de Dios, “Dice el necio en su corazón: No hay Dios” (Salmos 14:1). Debido a que sobre el 98% de la gente a través de la historia, en todas las culturas, en todas las civilizaciones, en todos los continentes, creen en la existencia de algún tipo de Dios, debe haber algo (o alguien) que causa esta creencia.

¿Volviste a fallarle a Dios?

Crees que eres un caso perdido porque lo volviste a hacer. Sí, aquello que dijiste que no volverías a hacer,... creíste que lo tenias controlado, pero después te diste cuenta que no.
Y te sientes mal, muy mal, tienes un sentimiento de culpabilidad en tu vida, y desearías regresar en el tiempo para no hacerlo, ya que el hecho de hacerlo te ha entristecido.
No tienes ni el valor de levantar tu rostro al cielo, y si pudieras esconderte de Dios lo harías, pero sabes que no lo puedes hacer y que Él fue el primero en enterarse de tu fallo.
MARIPOSAS¡Vaya!,  duele fallar, ¿no? De haber sabido el dolor que esto te iba a causar o la frustración que ahora te gobierna, seguramente no lo hubieras hecho, sin embargo lo hiciste.
En momentos como esos no hay palabras para tratar de defender lo indefendible. Nadie te obligó, simplemente lo hiciste dejado llevar por la emoción del momento o una decisión impulsada por sentimientos y no por la razón.
Cuando esto pasa, te sientes muy mal contigo mismo y sientes que defraudaste a Dios, y en casos extremos decides que es mejor alejarte de Él en lugar de seguirle fallando.
Pero, ¿qué piensa Dios de todo esto?, si, porque tú ya te hiciste un auto-juicio, ya te condenaste tú mismo, ya te hiciste ciertos pensamientos que crees que Dios ha de tener sobre ti, pero, ¿qué pensará Dios realmente?, ¿será que Dios tiene los mismos conceptos de ti que los que tú te pones?
Menos mal que Dios no piensa como nosotros, y no maneja los mismos conceptos de nosotros, como los que nosotros mismos creemos.

¿Qué aprendimos hoy? ¿Aprendimos a creer?, ¿o aprendimos a pensar?

Las organizaciones empresariales planean nuestro futuro desde el momento en que despertamos hasta que nos retiramos a dormir, incluso mientras dormimos. Desde la marca de la pasta de dientes que compramos hasta el producto para la disfunción eréctil que usaremos.
Pienso en el elefante… el gentil gigante. Cuando el elefante llega por vez primera al circo, debe ser “quebrantado” por sus entrenadores. Encadenado por sus patas, el pobre bebé elefante es sometido a golpes y tortura rutinarios para quebrantar su espíritu. Este brutal método somete la voluntad del elefante a la de su entrenador. El proceso puede durar un mes o más.
El entrenador usará varas eléctricas, palos y cadenas para golpear y someter al elefante. Estos gentiles gigantes podrían liberarse fácilmente del cable o cadena que rodea su pata al suelo, pero no lo hacen.
Los humanos no somos muy diferentes. Somos desanimados temprano por las condiciones económicas, limitaciones, padres opuestos, presiones de grupo, maestros y otras. La sociedad en general, y los medios quebrantan nuestros espíritus. 
Mas miremos a nuestro alrededor: la mayoría somos tan sumisos como aquel elefante. ¿Por qué? Por la economía; casi todo en este mundo se basa en ella. Todo lo que hacemos mayormente, es obtener empleos o crear empleos nuevos, para cosas materiales. Y con ello se crea el temor.
Los animales del circo gastan la mayor parte de sus vidas enjaulados en la parte trasera de los camiones, siendo transportados de espectáculo a espectáculo. Con poquísimo espacio, duermen, comen y defecan en el mismo espacio, confinados todos los días. Con poca estimulación mental y ejercicio físico, suelen enloquecer por aburrimiento y confinamiento. A menudo se enferman por la falta de ejercicio al estar aprisionados en una jaula metálica.
Los humanos somos similares. Encerrados en cubículos de casas; sintiendo como si también estuviésemos en jaulas metálicas. Tras las rejas, queriendo salir a los bares, o nos quedamos en casa donde nos sobrepasa el aburrimiento. Y demasiado cansados para ejercitarnos, pensamos. Aprisionados en nuestros propios cuerpos, también enfermamos.

Mi Oración por ustedes

Oro para que tengan la imaginación de soñar los deseos de su corazón; y que no se impongan límites, sino que simplemente se estiren y enciendan el fuego de la pasión.
Oro que tengan la fortaleza y la voluntad de saber que pueden volverse realidad; si pueden verlos, sentirlos y saberlos, entonces, sí, pueden ser de ustedes.
Y oro con todas mis fuerzas, que tengan el valor de pararse firmes y decididamente, dar los pasos que necesitan dar para ser todo lo que pueden llegar a ser.
Porque esta vida es muy efímera, demasiado corta como para no tomar riesgos; estirarnos y alcanzar aquella brillante estrella porque no hay límites.
En todos y cada uno de nosotros hay una pequeña chispa; háganla brillar y que muestre el camino cuando todo lo demás parezca oscuro.
Ustedes saben que pueden, así que háganlo, pongan esa acción en marcha y diríjanse hacia donde quieran estar. Sepan que no hay nada que temer…
Esta oración expresa un profundo interés de cada uno de nosotros, para que se desarrolle a su máximo potencial. Una vez oí que no hay nada más triste que el potencial desperdiciado en una persona. La verdad es que Dios nos ha dado la capacidad de poder bendecir a quienes nos rodean, y es una verdadera lástima que no logremos hacerlo cabalmente. Ojalá que podamos sumarnos a esa oración y esforzarnos en ser usados por Dios para bendición.
Y ahora, Dios y Señor nuestro, escucha las oraciones y súplicas de este siervo tuyo. Haz honor a tu nombre y mira con amor a tu santuario, que ha quedado desolado. Daniel 9:17.
Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. Hechos 2:42.