miércoles, 20 de enero de 2016

La Fe Sin Obras Es Muerta

La Fe Sin Obras Es Muerta-Santiago 2:14-19 

Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarlo? 15 Y si un hermano o una hermana están desnudos y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, 16 y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? 17 Así también la fe, si no tiene obras, está completamente muerta.
18 Pero alguno dirá: Tú tienes fe y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras y yo te mostraré mi fe por mis obras. 19 Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. 

No te debes quejar de los resultados, si es que tus proyectos no son claros y no llegan a buen fin y/o con los resultados esperados, porque si no sabes bien qué es lo que quieres, qué esperas lograr verdaderamente, y quién eres tú con claridad, difícilmente lo alcanzarás.
Para que tu logro sea fructífero.
  1. Debes tener un objetivo, y que éste sea claro y no ambiguo, confuso o impreciso.
  2. Tienes que tener muy claro qué es lo que quieres hacer, y hasta dónde deseas llegar.
  3. Debes mantenerte firme en el objetivo y no dudar en los momentos que los vientos corran en contra.
  4. Debes orar a a Dios con fe, que esa confianza depositada en las manos del Padre te haga vislumbrar, disfrutar desde el "vamos inicial" de ese sueño tan anhelado, para que sea eco en la realidad.
Ten en cuenta que "Esperar" es saber dar tiempo al tiempo, entre tanto salimos y vamos al encuentro de lo tan anhelado, soñado,... el logro. ¡Vamos amigo/a! Con Cristo de tu lado, “TODO es posible”.

No Es El Qué…Es El Cómo.

David traía alimentos a sus hermanos al frente de batalla, cuando vio a Goliat.  No pensaba en convertirse en un héroe, simplemente tomó la oportunidad con la que otros soldados solo soñaban.
Las oportunidades nos tomarán por sorpresa y, si no estamos alertas y preparados, las dejaremos pasar.  Lo que los demás descubrieron en David aquel día, ¡había estado allí todo el tiempo!
Si somos líderes, ya poseemos el talento necesario para dirigir. Pero el valor es lo que nos hará líderes frente a los demás. La gente que más admiramos demuestran el valor en el frente de batalla, o en la reunión de la Junta, para defender a los indefensos o simplemente, para intentar lo que nadie más pensó posible.
Podríamos decir: “¡Pero yo no tengo dinero!  No nos preocupemos: el capital sigue al valor.  El “qué” siempre precede al “cómo”.  No seamos intimidados por los números. Dios no es movido por hojas de cálculos y condiciones del mercado… es movido por la fe.
No dejemos que el “cómo” nos intimide. Al igual que el “cómo” es desafiante, también nos da una gran oportunidad. Si el camino al éxito estuviese bien alumbrado, ya estaría abarrotado. Si el “cómo” no fuese un problema, algún otro ya lo tendría resuelto.

Las Puertas del Paraíso

Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo…Juan 10; 9.
El talentoso artista italiano Lorenzo Ghiberti (1378-1455), pasó años tallando imágenes de la vida de Jesús en las puertas de bronce del Baptisterio de Florencia. Esos bajorrelieves eran tan conmovedores que Miguel Ángel los llamó las Puertas del Paraíso.
Como un tesoro del arte, estas puertas reciben a los visitantes haciéndose eco del relato del evangelio. Fue Jesús quien declaró: Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo (Juan 10:9). Y una noche, antes de su crucifixión, les dijo a sus discípulos: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí (14:6). Horas después, le diría a uno de los criminales crucificado junto a Él: hoy estarás conmigo en el paraíso (Lucas 23:43).
Semanas más tarde, el apóstol Pedro proclamaría valientemente que no hay otro nombre bajo el cielo en que podamos ser salvos (Hechos 4:12). Años después, Pablo escribió que había un solo mediador entre Dios y la humanidad: Jesucristo hombre (1 Timoteo 2:5).
Las puertas del paraíso se encuentran en el Salvador, que ofrece vida eterna a todos los que acuden a Él con fe. Entra en el gozo de Su salvación.
Por mi pecado necesité un mediador, Jesús. Gracias por ser el camino al Padre por tu muerte y resurrección. Estaré agradecido siempre.

¿Y si me dicen que no?

La duda y el sentimiento de temor son algo que a todos nos rodea cuando debemos tomar decisiones o esperar respuestas. Somos tan reflexivos y nos preocupamos tanto por lo que sucederá, que traemos a nuestra mente toda clase de dudas y suposiciones basadas en el temor; temor que en la mayoría de las ocasiones solo nos quita el sueño y la tranquilidad.
Una de las cosas en las que más pensamos es en lo que puede pasar si la respuesta es un “no”, o si el resultado de lo que queremos hacer es “negativo”. Pero resulta que no podemos conocer nuestra capacidad si no la ponemos a prueba, como tampoco podemos obtener un resultado sin antes haber hecho lo que corresponde; a veces es necesario asumir el riesgo y actuar, para obtener una solución o una respuesta.

En ocasiones tenemos tanto miedo a un “no” como respuesta, que creemos que el mundo se nos acaba porque alguien nos dé una negativa por contestación. Es difícil prever una respuesta negativa ante algo que estamos deseando o esperando, tanto que llegamos a olvidar que a pesar de lo que digan o que suceda, Dios sigue teniendo el control absoluto de todas las cosas.