No te preocupes por lo que no entiendas de la Biblia. Preocúpate por aquello que entiendes y no aplicas a tu vida. Corrie Ten Boom
Muchas veces nos hemos encontrado en una situación difícil, con un problema muy grande en el que no vemos solución, solo vemos nubes grises o negras sobre nuestra cabeza. Pensamos que Dios la tiene "cogida" conmigo, y nos decimos: “Ni siquiera acierto con Dios”, “la vida es dura”, “nunca debí haber nacido”, “nunca debí haber hecho esto”, “como fui tan tonto”... y pare usted de contar los juicios que hacemos de nosotros y del mundo que nos rodea. Como analogía, tenemos la vida de José el Soñador, todo lo que le tocó vivir antes de llegar a ser el Gobernador de Egipto; él pudo haber tenido esa clase de juicios y conversaciones consigo mismo, pero lo que aprendemos de José es su actitud ante la adversidad.
Qué triste sería que tu vida se detuviera ahí en el problema, perdiéndote la oportunidad de disfrutar muchas cosas con solo cambiar de actitud sobre lo que te puede llegar a suceder. Como a José el "Soñador", Dios puede tornar todo el mal en bien.
Hay muchas historias sobre las actitudes, y esta es interesante. Trata sobre la manera en que una madre criaba a su hijo.
“Entraba en su dormitorio y lo despertaba a las 5:30 AM, diciendo “Luis, hoy va a ser un gran día”. Pero eso no era lo que el niño deseaba oír a esa hora de la mañana. Su primer trabajo, cada día, era salir y traer el carbón para encender el fuego y calentar la casa. Y lo aborrecía.
Un día, cuando su madre entró al cuarto y dijo “Va a ser un gran día”, Luis respondió bruscamente: “No mamá. Va a ser un día asqueroso. Estoy cansado. La casa está fría. No quiero levantarme y traer carbón. ¡Es un día horrible!”. Querido, ella contestó, no sabía que te sentías así. ¿Por qué no vuelves a la cama y duermes otro poco? ¿Por qué no pensé en esto antes?, se dijo, creyendo que había dado en el clavo.
Despertó dos horas después. La casa estaba caliente, y podía oler el desayuno que se estaba preparando. Saltó de la cama, se vistió y fue a sentarse a la mesa de la cocina.
- Estoy hambriento, dijo. He descansado bien. Ya está listo el desayuno, perfecto.
- Querido, dijo la mamá, hoy no hay comida para ti. ¿Recuerdas que dijiste que iba a ser un día horrible? Como madre, voy a hacer lo mejor que pueda para que tengas un día horrible. Vuelve a tu dormitorio y quédate allí todo el día. No tienes permiso para salir de allí, y vas a tener poco que comer hoy. Nos veremos mañana a las cinco y media.
Luis regresó a su dormitorio desanimado y se acostó. Pudo dormir más o menos, otra hora. Pero eso fue todo lo que pudo dormir. Pasó todo el día deprimido en la habitación, con un hambre que crecía con el paso del tiempo. Cuando oscureció volvió a meterse en la cama y trató de dormir. Despertó varias horas antes del amanecer. Se vistió, y ya estaba sentado en el borde de la cama cuando la mamá abrió la puerta de su habitación a las cinco y media. Antes que ella dijera algo, Luis se puso de pie de un salto y dijo “Mamá, va a ser un gran día”.
Lo que era cierto para Luis es cierto para usted también. Podemos cambiar nuestra actitud hacia Dios, hacia la vida, hacia otras personas. Quizá haya cosas que no pueda cambiar, pero usted puede hacer que su actitud sea más positiva. Cuando nuestras actitudes superan nuestras habilidades, hasta lo imposible se puede hacer posible. Hay muchos beneficios en mantenerse con una actitud positiva.