lunes, 4 de enero de 2016

Mi Familia

Me encontré de pronto acompañado únicamente por mi esposa, sentados a la mesa, los dos solos. En ese instante, no sé como vinieron a mi mente mis padres.
Cuando era joven, al llegar las fiestas navideñas, las fiestas, las reuniones con los amigos y demás, optaba siempre por asistir a estas reuniones en vez de estar con mis padres.
Mi padre siempre quiso que toda la familia, al menos el último día del año, lo pasáramos juntos. Siempre nos decía, recuerdo ahora, que dividiéramos las dos fechas, Navidad y Año Nuevo.
Los que ya estaban casados, pasaban la Nochebuena en casa de sus suegros, y los aún solteros, con los amigos. Lo único que nos pedía era que el día último del año lo pasáramos con él y con mi madre. ¡Nunca se lo pudimos cumplir!
Mis hermanos casados nunca pudieron. Siempre alegaron que estaba muy lejos la casa de sus respectivos domicilios, que era muy fría la noche,... en fin, siempre excusas.  Los solteros, preferimos siempre salir con los amigos para hablar, bailar, divertirnos y beber.  ¡Siempre preferimos estar con otras personas, pero no con nuestros padres!  Nuestras atenciones y afecto eran para otras personas.

Misterios de Navidad

El cuento de Charles Dickens, Canción de Navidad, empieza con un misterio que rodea a Ebenezer Scrooge. ¿Por qué es tan malo este hombre? ¿Cómo se volvió tan egoísta? Luego, a medida que los fantasmas de la Navidad le hacen recorrer la historia de su vida, las cosas se van aclarando. Vemos qué lo convirtió de ser un joven feliz en un tacaño miserable, y lo llevó al aislamiento y la angustia. Mientras es resuelto el misterio, también vislumbramos el sendero hacia la restauración. El interés por los demás saca a Scrooge de la oscuridad que lo envolvía, para rodearlo de un gozo desconocido.
Un misterio mucho más importante y difícil de explicar es el que Pablo menciona en 1 Timoteo 3:16: E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria. ¡Extraordinario! Dios fue manifestado en carne.
El misterio de la Navidad es que Dios pudo convertirse en hombre sin dejar de ser plenamente Dios. Esto desafía toda explicación humana; pero, en la sabiduría perfecta de Dios, fue el plan de los planes.
"¿Qué Niño es este?" Es Jesucristo, Dios revelado en carne.

Gente venenosa

Hace poco más de tres años, me llamaron a trabajar a una empresa en la que me ofrecieron cosas que en ese momento no tenía. Yo creía que los conocía y que tenía una buena relación con esa gente, pero no me daba cuenta entonces, del infierno en el que me estaba metiendo. Hoy puedo decir que a pesar de la tremenda decepción y de la tristeza que durante mucho tiempo embargó mi corazón, la experiencia, de la mano de Dios, valió la pena. Esto de ninguna manera le da crédito a mis jefes, toda vez que es Dios quien me sostuvo durante todo el tiempo.
Pero dos cosas pude observar: una, que salvo excepciones, había empleados que llevaban mucho tiempo en esa empresa, más de diez años. La otra, es que constantemente era violada la autoestima de esas personas, pues solían ser de de poco estudio o preparación. Ese había sido el motivo de su prolongada estadía en la empresa. Creían que si se iban de allí no tenían a dónde ir y que no servían para otra cosa, que lo que les pagaban allí en ninguna parte se lo iban a pagar, por lo que eran ellos mismos los que,... ¡en fin!
Cuando llegué a ese sitio, sentí como si me hubieran subido a un pedestal de perfección, precisión y eficiencia. Pero pronto descubrieron que yo resultaba ser un humano normal, con días brillantes y con días negros; con aciertos y errores, con certezas y dudas. Que sí, sabía unas cuántas cosas, conocía bien mi trabajo, pero también tenía mucho que aprender. Con la misma vehemencia con que me subieron a un pedestal, me bajaron y me enterraron bajo una montaña de basura.

Confía en Jesús y Él hará que todo Mejore

Los abuelos de Graciela le enseñaron que hay más dicha en dar que en recibir. Un año antes, al llegar Navidad, el abuelo de Graciela fabricó un nacimiento de tamaño natural para la plaza del pueblo. Toda la familia, incluso Graciela de cinco años de edad, trabajó con gran esmero colocando las figuras en el lugar adecuado para disfrute de todos.
Cuando llegó la mañana de Navidad, Graciela recibió su regalo más deseado: un patinete en forma de reno con un crin de verdad. Graciela estaba encantada.
Después de las festividades de Navidad, un día, temprano por la mañana, la gente se dispuso a descansar un rato. Sin embargo, pronto la familia despertó a los gritos de la abuela de Graciela.
Había descubierto que la niña se perdió. El sol ya comenzaba a ponerse mientras los familiares y vecinos seguían buscando con diligencia a la pequeña.
Al final, un vecino aliviado exclamó: ¡Venga rápido, señora Inés! ¡Encontramos a Graciela en la plaza!
La familia corrió y encontró a Graciela dormida, acurrucada en el pesebre y abrazada al bebé Jesús. Su nuevo patinete en forma de reno se hallaba junto a los camellos.
Su familia la despertó con suavidad, la abrazó con fuerza y le preguntó por qué se escapó.
-Yo le pedí a Papá Noel que le dijera a Jesús que si recibía un patinete en forma de reno, yo se lo daría a Él para que jugara. Así que lo hice. Y me imagino que me cansé un poco...
Debido a que los abuelos de Graciela habían sido maravillosos modelos en dar, esto vino a ser parte natural de la vida de Graciela.
Aun así, Graciela dejó como enseñanza una verdad importante. Siempre que te canses un poco, acurrúcate junto a Jesús y Él hará que todo sea mejor.
1 Juan 5:5
¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?