viernes, 25 de diciembre de 2015

¿Parado para rascarse?

Un día, cierto pastor de origen humilde, pero con muy vivaz imaginación, hacía el siguiente comentario sobre la vida en victoria del cristiano.
“El pecado en el cristiano, es como una garrapata en el rabo de un chucho (perro)…; es incómoda, lo detiene a cada momento para rascarse, y por más que lo intente no se la puede quitar solo.”
Razón tenía el salmista cuando escribió “Mientras encubrí mi pecado, mi cuerpo se consumía” (salmo 32:3) , pues no hay nada más dañino y que robe tanto la vida como el parásito del pecado. Al igual que los parásitos físicos no dejan prosperar a nadie, los espirituales también son dañinos y contagiosos.
La verdad es que los hábitos pecaminosos, por más que queramos convivir con ellos o por más que nos hagamos los locos, ahí están, y cada día que pasa nos van robando la paz y el gozo, además de que son incómodos y nos producen desazón y mal humor y sobre todo, nos detienen cuando deseamos avanzar. Definitivamente necesitamos, al igual que nuestro peludo amigo, alguien que nos ayude.
Aunque el ejemplo del perrito a alguno puede parecer lesivo, la verdad es que la biblia usa con nosotros la imagen de ovejas, y como ovejas, también se nos pegan los parásitos.
El tema del pecado es muy recurrente en la biblia, y parece como si solo de eso tratara. A los cristianos no nos gusta este tema y últimamente se está dando un frecuente mensaje de prosperidad, de ser campeón, etc. Conviene dejar claro que para nada es mala la prosperidad, y por supuesto, la prosperidad bíblica, como tampoco que Dios nos vea a través de Jesús como un campeón, pero es una realidad que debemos tener cuidado de nuestra vida diaria.

La Verdadera Navidad

En un drama infantil vemos a una niña desesperada por encontrar alegría y felicidad. Primero logra encontrarse con un Santa Claus, de tantos que se disfrazan en estos días, y éste le dice que está muy cansado y fatigado para explicarle sobre la felicidad. Después consigue un arbolito de Navidad y éste, de una manera simbólica, le dice que su belleza es pasajera y que tampoco sabe que es la alegría. Ella, también se encuentra con niños con regalos que desprecian por no ser lo que ellos esperaban, y finalmente se encuentra con niños que vienen de la iglesia y le enseñan cuál es la verdadera Navidad.

1. La Navidad no es solo para los ricos. La Navidad es una fiesta mundial que se celebra prácticamente en todos los rincones y países del mundo. Países ricos y pobres. Hasta en países en donde la religión cristiana no es muy conocida, hoy se celebra la navidad. Deberíamos estar muy contentos, los cristianos, porque hoy más que nunca, la navidad es una fiesta mundial. Sin embargo, ha vuelto a suceder lo que ocurría antes de empezar a celebrarse la Navidad hace unos 1700 años, cuando Constantino, el emperador romano, impuso la fiesta de Navidad. Hoy, como ayer, las actividades paganas (carnales) han ahogado el verdadero espíritu y significado de la Navidad. (Lucas 2:15-20)

2. La Navidad no es Santa Claus, el árbol de Navidad o los regalos: En la Navidad de hoy se  exalta más a Santa Claus y al mismo árbol de Navidad que a Cristo. Millones de seres humanos están más pendientes de los regalos que recibirán, que de haber recibido a Cristo en sus corazones. La reunión familiar, el recogimiento espiritual y las reuniones en los templos son ya muy escasos, y ahora son pocos los que asisten respecto al principio. Muchas iglesias cierran sus puertas y clausuran actividades semanales para darles descanso y vacaciones a sus miembros en estos días. ¡Qué gran oportunidad se están perdiendo los cristianos de expresar y exaltar el mensaje del nacimiento de Cristo!

3. La Navidad es Cristo: La Navidad no se efectúa porque Constantino, el emperador romano, quiso, ni tampoco porque veamos a Santa Claus o tengamos o no árbol de Navidad en nuestras casas; ni son las luces que decoran las calles de las ciudades, ni los villancicos o cánticos de navidad. Tampoco la nieve, que por cierto no cae en todos los países. No es beber y comer a rabiar hasta explotar. Todo eso es una pobre y triste imagen de la Navidad. La Navidad es el recordar y celebrar que un día un niño nació en una lejana o cercana tierra para otros, con un propósito: traer felicidad, alegría, vida eterna y salvación. Salvación que en su corazón y mente ya venía marcada con la señal de la cruz. Vino a morir por ti y por mí, para darnos la garantía de que si creemos en Él y en su palabra tendremos la felicidad y alegría verdadera. Esa que se lleva dentro del corazón, no afuera o aparentemente, con comida o sin comida, sin regalos o con ellos, con  Santa Claus o sin Santa Claus, con arbolitos o sin arbolitos, con risas o sin risas. Navidad es felicidad, alegría y gozo si está Cristo en tu corazón, así como vinieron los pastores y los magos. Unos sin nada, otros con regalos; pero todos regresaron felices a sus hogares. Ellos sí celebraron la verdadera Navidad (Mateo 2; 11-12)
 
Es de esperar que todos regresen felices a sus hogares en esta Navidad.



Una feliz y boba Navidad

Mi mejor Navidad fue el año en que tuvimos a Ken y a Barbie en la punta de nuestro árbol. Primero pusimos allí un ángel, y luego a los muñecos. Pero dejen que les cuente todo.
Cuando mi hija, Halley, tenía cuatro años de edad, contraté a un bailarín de ballet, Randy, para que la entretuviera y cuidara algunas tardes por semana. Era alto, jovial y seguro de sí mismo, siempre con el pecho por delante, y aunque apenas tenía 27 años, era resuelto y de carácter firme. A lo largo de cuatro años, él y la niña recorrieron la Ciudad de Nueva York en busca de aventuras: escalar la escultura de Alicia en el País de las Maravillas en el Central Park, o sonreír a los pequeños y graciosos pingüinos en el zoológico. Tenían su propio mundo y sus propias pasiones: una devoción a los helados, a Elmo y a Pee-wee Herman. Randy organizaba las fiestas de cumpleaños de Halley a la perfección. 

Un año dijo que el tema era Peter Pan, y le confeccionó a la niña un traje de Campanita con cascabelitos en el dobladillo, y convenció a mi padre para que se presentara en la sala con un sombrero de pirata de ala ancha y un garfio falso en vez de mano. Randy también se encargaba de mis fiestas para adultos, y decidía mis atuendos, para lo cual buscaba y rebuscaba en las tiendas de segunda mano, hasta encontrar el collar de piedras de fantasía que hiciera juego con el vestido que ya me había obligado a comprar. Cuando Halley tenía ocho años, Randy se marchó de Nueva York para dirigir una compañía de ballet sin grandes ambiciones, en una pequeña ciudad de Colorado. Allí daba clases de baile, creaba coreografías y animaba a secretarias y vendedores de ordenadores para que ejecutaran algunos pasos de ballet en el escenario. Halley lo echaba mucho de menos, al igual que toda la familia, aunque
 Randy la llamaba por teléfono a menudo y le enviaba vestidos preciosos; cuando podía, nos visitaba en Navidad. 

Vida en dificultad: Oportunidad para alabar

Si tuvieras la oportunidad de entrevistar a un personaje bíblico, ¿a quién escogerías?, ¿y qué le preguntarías? Posiblemente David nos compartiría sobre aquellas hazañas y victorias que Dios le dio, y de igual manera nos hablaría de los momentos difíciles por los que pasó. Si entrevistáramos a Elías, nos fascinaría escuchar cómo Dios hizo caer fuego en el altar cuando estaba desafiando a los profetas de Baal. Realmente nuestra fe crecería. ¿Pero qué hay de aquel instante cuando tuvo pensamientos suicidas? (1 Reyes 19:4). Y si cuestionáramos a Pablo, nos impresionaría escuchar sus viajes misioneros, como también nos hablaría sobre sus luchas y tribulaciones (2 Corintios 11:23).
oportunidad para alabarleComo te habrás dado de cuenta, todos pasaron por momentos de alegría, de victoria, felicidad, pero también hubo desánimo, depresión, lucha, etc. Nadie fue eximido de dificultades.
Jesús predicó que en este mundo tendríamos aflicción pero que confiáramos en Él. No se trata de ser negativo, sino de ser consciente  de que durante nuestra vida pasaremos por desafíos o adversidades. Lo más hermoso de todo es que Dios nos dice en su palabra, que todas las cosas nos ayudan para bien a los que conforme a su propósito han sido llamados. No es casualidad esa prueba por la que atraviesas, esa oración no contestada, tu soledad o tristeza. Dios tiene un propósito oculto para cada circunstancia.
En el Salmo 34:1 vemos la actitud del salmista, de que en todo tiempo bendeciría al Señor, no importando el evento. ¡Auténtico desafío!, alabar a Dios sobre todas las cosas.