jueves, 24 de diciembre de 2015

Un problema de santidad

“Busquen la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor...” Hebreos 12:14
Cuando leemos la Historia de lo acaecido al pueblo de Israel, nos damos cuenta que uno de los eventos más tristes de la historia del pueblo Judío, lo fue su separación en dos Reinos (Norte y Sur), lo que ocurrió por motivos netamente políticos. Un pueblo al que Dios había constituido como su especial tesoro, y al cual el Señor había mandado estar unido, ahora se encontraba dividido en dos reinados, los cuales tenían como reyes a Jeroboam en el Norte y a Roboam en el Sur.
Debemos puntualizar que esta división se llevó a efecto en el plano político, no así en el religioso, siendo un solo pueblo con las mismas tradiciones; una de las más importantes, el adorar en la casa de Jehová, en su templo, tradición que era seguida y respetada al pie de la letra por un pueblo que había conocido a un Dios amoroso, que lo había sacado de tierra de esclavitud.
Cuando profundizamos en este hecho nos percatamos de que el templo, lugar de adoración, se encontraba en el Sur, en Jerusalén, lo que acarreaba un cierto problema, por decirlo de alguna forma, para los moradores del Norte. Éstos debían peregrinar hasta el Sur con el objetivo de adorar al Señor, lo que de ningún modo agradó a Jeroboam, quien pensaba, absorbido por la envidia, junto a sus malsanos intereses políticos, que aquella peregrinación podía poner en juego sus intereses personales.
Pero al pueblo del Norte no le interesaban mucho las discrepancias políticas de sus líderes, cuando de adorar a Dios se trataba. Ellos caminaban durante largas jornadas sin que les importaran las agotadoras marchas, la sed, la fatiga, ni la incomodidad del largo viaje de peregrinación. Esto fue percibido claramente por Jeroboam, quien interiormente pensó: Ahora se volverá el reino a la casa de David, si este pueblo subiere a ofrecer sacrificios en la casa de Jehová en Jerusalén; porque el corazón de este pueblo se volverá a su señor Roboam rey de Judá, y me matarán a mí, y se volverán a Roboam rey de Judá. 1 Reyes 12:26-27
Es entonces cuando maquina un plan con el fin de lograr sus propósitos:
Y habiendo tenido consejo, hizo el rey dos becerros de oro, y dijo al pueblo: Bastante habéis subido a Jerusalén; he aquí tus dioses, oh Israel, los cuales te hicieron subir de la tierra de Egipto. Y puso uno en Bet-el, y el otro en Dan. Y esto fue causa de pecado; porque el pueblo iba a adorar delante de uno de ellos hasta Dan. 1 Reyes 12:28-30

¿Qué me pasó?

“Usted acaba de recibir su salvación”. “Usted ha nacido de nuevo”

Estos comentarios son muy usados en la iglesia, pero ¿qué significan?
Pues sencillamente, que debido a que el hombre cayó en pecado necesita un salvador. Ninguno de nosotros ha vivido una vida lo suficientemente buena para merecer un lugar en el cielo. Pero porque Dios nos amó, envió a Jesús, su único hijo, como ofrenda de sacrificio para poder perdonar nuestros pecados. Cuando aceptamos la muerte, sepultura y resurrección de Jesucristo como una verdad y la confesamos con nuestra boca, Dios perdona nuestros pecados y nos convertimos en hijos de Dios. Somos cambiados instantáneamente y nuestro pasado de pecado es completamente borrado.
Así que, si usted muriera ahora usted iría al cielo; pero si no muere ahora, y seguro que no va a morir, ¿le gustaría vivir una vida exitosa? Alguien dijo una vez: “Ser salvo es muy fácil, pero mantenerse salvo es un verdadero reto.” Puede que haya algo de verdad en esta declaración. Es muy cierto que algunas personas comienzan a servir al Señor pero no continúan. ¿Por qué no? Generalmente, porque piensan que ser salvo es un triunfo logrado por ellos mismos, en vez de aceptar que es un nuevo estilo de vivir. Es como pensar que cuando uno se casa tiene la seguridad de que va a tener una larga y feliz vida matrimonial, pero sencillamente, esto no es así. El secreto está en saber cómo continuar así. Recordemos, primero, que Dios siempre va a hacer su parte, Él nunca va a arrebatarle su salvación. Usted es su hijo.
Hay muchas cosas buenas que usted debe esperar en su caminar con el Señor. Usted va a aprender del levantamiento a través del Bautizo en agua, y del poder de la presencia del Espíritu Santo morando en su vida. Una de las preocupaciones más grandes que los nuevos cristianos experimentan, es no creer que son lo suficientemente buenos como para merecer estos maravillosos regalos. De acuerdo, piense en ello. ¡Además es cierto! Ninguno de nosotros es lo suficientemente bueno para merecer esto, pero Dios nos ama tanto que nos colma de su amor, para hacer de nosotros las personas de éxito para lo que hemos sido diseñados.

No Solo De Pan Viviré

No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Mateo 4:4.
Si Dios así lo dispusiera, podríamos vivir sin pan, sin nada, como Cristo vivió durante cuarenta días; pero nunca viviríamos sin su Palabra. Por esta Palabra fuimos creados, y solo por ella seremos guardados, porque Él sostiene todas las cosas con la fuerza de su Palabra, con su potencia.
El pan es la causa segunda, y el Señor la causa primera de nuestra existencia. Tanto puede obrar sin la segunda como con ella, y no tenemos derecho a poner límites a su obra.
No nos afanemos excesivamente por las cosas visibles; miremos al Dios invisible.
Hemos oído decir a algunos creyentes que en los días de extremada pobreza, o cuando escaseaba el pan, disminuía su apetito; y otros aseguran que cuando faltaban los medios de vida, el Señor les socorría inesperadamente.

Santo es tu nombre

No pronuncies el nombre del Señor tu Dios a la ligera… Éxodo 20;7
Una tarde estaba conversando con un amigo a quien consideraba mi consejero espiritual, sobre usar en vano el nombre de Dios. No tomarás el nombre del Señor tu Dios en vano, dice el tercer mandamiento (Éxodo 20:7). Tal vez suponemos que se refiere a agregar el nombre de Dios a un insulto o usarlo de manera irreverente o poco seria. El caso es que mi consejero casi nunca perdía la oportunidad de enseñarme sobre la fe verdadera; entonces, me desafió a pensar en otras formas de profanar el nombre del Señor.
Inline image 1Cuando rechazo un consejo, diciendo: "Dios me dijo que lo hiciera así", uso en vano su nombre si lo que busco es hacer lo que yo quiero. También lo uso en vano cuando saco de contexto la Escritura para respaldar mis propias ideas. Otra manera de hacerlo es enseñar, escribir o hablar de la Palabra de Dios irresponsablemente.
El escritor John Piper sugiere este concepto de NO usar el nombre de Dios en vano: La idea es “no dejar vacío su nombre, no dejarlo vacío de contenido, no vaciar a Dios de su peso y gloria". Y agrega que usamos en vano su nombre, cuando hablamos de Dios de una manera que disminuye su valía.
Mi amigo me desafió a valorar el nombre del Señor y a usar su Palabra con cuidado y precisión. No hacerlo es deshonrarlo.
Señor, ayúdame a honrar tu nombre con mis palabras y acciones.