viernes, 18 de diciembre de 2015

El poder dentro de nosotros

El Espíritu de Dios trabaja en cada creyente. No se limita a pastores y misioneros. Si ha recibido a Jesucristo como su Salvador personal, en usted mora el mismo poder que resucitó a Cristo de los muertos (Romanos 8.11). El Espíritu Santo derrama su poder para crear un carácter santo en todos los que obedecen al Señor.
El fruto del Espíritu recibe ese nombre y sus características, porque es la misma personalidad y conducta que el Espíritu Santo produce en los creyentes (Gálatas 5.22,23). Son cualidades que no podemos generar nosotros mismos. El mensaje más poderoso que podemos comunicar no es un testimonio ni un sermón; es la forma como vivimos cuando estamos bajo presión, sepultados bajo una avalancha de problemas, o cuando somos tentados.
El mundo necesita ver familias consagradas a Dios cuyos miembros se amen unos a otros; personas que actúen con integridad y decoro; hombres y mujeres que elijan la pureza moral. Es decir, el mundo necesita de creyentes que sean obedientes al Señor.
Los  creyentes, al mostrar paz en vez de ansiedad, o demostrar paciencia en vez de decir una palabra hiriente, son testimonio de la hermosura del evangelio. Atraen a los que no conocen a Cristo por medio de palabras y hechos, y aunque éstos últimos puedan llegar a rechazar la doctrina, no ignorarán una vida recta.
El mensaje más fuerte del evangelio no proviene de un púlpito. El testimonio más poderoso en favor de Jesucristo, donde usted trabaja, vive o descansa, es usted mismo. Sométase a la obra del Espíritu Santo, y Él producirá una gran cosecha de fruto espiritual en su vida.

Dios abre puertas

“Porque se me ha abierto puerta grande y eficaz, y muchos son los adversarios” (1 Corintios 16.9).
Dios quiere bendecirte abriendo delante de ti, una puerta grande y eficaz, ya sea en tu ministerio, en tu familia, en tu trabajo o en tu economía. Pero necesitamos entender que aunque la puerta sea abierta por el Señor, habrá muchos adversarios.
Muchas personas, debido a los adversarios que se les presentan, creen que la puerta abierta por Dios no proviene de parte de Él, desperdiciando así oportunidades de progreso para su vida. Cuanto más grande y eficaz sea la puerta que el Señor te abra, más serán los adversarios que se presentarán, adversarios que también serán grandes y eficaces.
Existen dos tipos de adversarios: los externos y los internos. Sobre los primeros no hay mucho que podamos hacer, pero sobre los segundos es nuestra responsabilidad vencerlos.
 - Adversarios externos: personas que no nos quieren, que nos envidian, que nos desean el mal, a los cuales bendecimos y también nos protegemos de ellos.
- Adversarios internos:
  .   Falta de fe.
  .   Falta de disciplina.
  .   Falta de preparación.
  .   Falta de constancia.
  .   Falta de generosidad.
  .   Falta de discernimiento.
Frente a estos adversarios internos, sí es nuestra responsabilidad vencerlos porque está en nosotros, con la bendición de Dios, la posibilidad de quitarlos de nuestra vida. El Señor es el que abre las puertas, y nosotros los que debemos ingresar por ellas sabiendo que deberemos vencer a nuestros adversarios.

El arrepentimiento

Dios cuando nos habla, nos ofrece la salvación, y también la ofrece a nuestra casa. Pero, ¿qué quiere decir esto? Se refiere a nuestra forma de ser, de actuar, que va a ser la escogida por Dios; usted como sacerdote de su hogar, acepta realmente a Cristo como su único salvador, va a sufrir un cambio, y su descendencia, su familia, va darse cuenta de que algo está pasando también con ellos.
Dios nos ha dado a nosotros los gentiles, la opción del arrepentimiento, y cuando nos arrepentimos es porque estamos permitiéndole a Cristo entrar en nuestro corazón, y estamos dando el paso fundamental para una nueva vida con Cristo. El hombre sin Cristo vive una vida desenfrenada de pecados, pensando que está bien lo que está haciendo, pero no se da cuenta que va por un camino de perdición, y lo peor es que con esas cadenas arrastra a sus seres queridos o a su descendencia.
Podemos ver en estos tiempos, la violencia familiar entre padres que se golpean constantemente delante de sus pequeños hijos, y ¿qué sucede con el tiempo? Que estos niños crecen y también se convierten en padres violentos.

Espíritu Santo

Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Hechos 2:1
Cuando pienso en el Espíritu Santo, pienso en la tercera persona de la Trinidad, quien en el pasado se derramó abundantemente en la iglesia primitiva. Hoy, cuando estamos en los eventos finales de la historia de este mundo, el Señor ha prometido que habrá un derramamiento de su Espíritu mucho más abundante que en el pasado.
Dios le dio a Adán toda potestad sobre el planeta Tierra, y le hizo enseñorear sobre todas las cosas creadas, pero cuando desobedeció a Dios, Adán entregó su dominio al enemigo. En consecuencia, Dios el Padre mandó a su Hijo, quien nos redimió y nos compró con su sangre. Jesús pagó el precio más alto por ti y por mí, y recuperó los derechos del planeta Tierra; le pertenecemos a Jesús por creación... y por redención. Cuando en la cruz dijo “consumado es”, proclamó a todo el universo que el enemigo estaba vencido. Diez días después de ascender Jesús al cielo, descendió el Espíritu Santo. Entonces los discípulos predicaron, testificaron, hicieron milagros, oraron con poder, porque el Espíritu Santo los capacitó. Jesús se estaba posesionando de ellos por medio del Espíritu Santo. La única manera en que Dios se posesiona de nuestras Vidas y nos hace dar frutos abundantes y poderosos, es a través de su Espíritu Santo.