miércoles, 9 de diciembre de 2015

Dale color, sabor y olor a tu vida

¿De qué color es tu fruta favorita? ¿Sabes por qué es de ese color?
En un supermercado vi delante de mí una especie de arcoíris dibujado sobre las frutas y verduras, perfectamente colocadas para su venta. Había vegetales de color amarillo, rojo, anaranjado, verde, morado, café y hasta negro. Frutas, verduras, semillas, nueces y hongos, todos comestibles.
Dios creó cientos de variedades de frutas y todas, absolutamente todas con colores diferentes. Una zarzamora no tiene el mismo color que una mora; una manzana roja no es del mismo color que un  tomate rojo. La variedad de tonos de los alimentos que surgen de las plantas es amplísima. ¿A qué se debe que sean de colores diferentes?
Cuando Dios creó las frutas y demás productos del campo, les dio unas sustancias llamadas fitoquímicos. Estos no hacen que las frutas y las verduras sean nutritivas, solamente les dan sus colores, sabores y aromas tan especiales. Se ha descubierto que los fitoquímicos protegen la salud de nuestras venas y arterias, incluso contra el cáncer.
Y gracias a los fitoquímicos que Dios creó, tu fruta favorita tiene ese color que llama tanto tu atención y hace que se te haga agua la boca. ¿Qué sería de tu vida sin el amor de Dios? No tendría color, sabor ni olor.
El amor de Dios es la sustancia que colorea tu vida, es lo único que puede darle auténtico sabor a lo que vives y un olor agradable a tus acciones. El amor de Dios te protege contra la enfermedad del pecado y te libra de la maldad. De nada serviría que una fruta fuera nutritiva si no tuviera color, sabor y olor; lo mismo pasa con nosotros. Sin el amor de Dios, nada somos.
“SI tengo el don de profecía, y entiendo todos los designios secretos de Dios, y sé todas las cosas, y si tengo la fe necesaria para mover montañas, pero no tengo amor, no soy nada” (1 Corintios 13:2).
 

La consecuencia

Dios no es un ser castigador, no anda buscando desesperadamente a quién castigar, aunque Dios sí corrige, disciplina. Muchas de las cosas malas que al hombre le suceden son consecuencia de sus propios actos, o sea, cada uno recibe y vive según lo que hace. Jeremías 8;10,15 “Por tanto, daré a otros sus mujeres, y sus campos a quienes los conquisten; porque desde el más pequeño hasta el más grande cada uno sigue la avaricia; desde el profeta hasta el sacerdote todos hacen engaño. Esperamos paz, y no hubo bien; día de curación, y he aquí turbación.”
Si una madre le dice insistentemente a su pequeña hija que no meta la mano en el fuego de la estufa, y en un descuido la niña la mete y sufre quemaduras muy fuertes, su madre, al ver lo que le sucedió a su hija, probablemente no la castigue, pero por mucho que la ame y por mucho que intente ayudarle untándole crema o cualquier otra medicina, nunca podrá evitarle el dolor que está sufriendo. A esto es lo que se le llama consecuencia.
Dios nos ama tanto que dio a su hijo para que muriera por nosotros, pero a pesar de tanto amor, Él no evita las consecuencias de nuestros malos actos.
Los animales por instinto de conservación saben cuándo deben o no hacer las cosas. Jeremías 8;7 “Aun la cigüeña en el cielo conoce su tiempo, y la tórtola y la grulla y la golondrina guardan el tiempo de su venida; pero mi pueblo no conoce el juicio de Jehová.” El hombre es el único ser en la tierra que por sus actos destruye su vida y el medio en el que vive.
El hombre se ha envanecido tanto con el conocimiento que Dios le dio, que el mismo conocimiento lo ha llevado a la rebeldía, causante de su destrucción. Jeremías 8;5 “¿Por qué es este pueblo de Jerusalén rebelde con rebeldía perpetua? Abrazaron el engaño, y no han querido volverse.” La solución a la crisis o tragedia que enfrenta el hombre es el arrepentimiento. Verso 6 “Escuché y oí; no hablan rectamente, no hay hombre que se arrepienta de su mal, diciendo: ¿Qué he hecho? Cada cual se volvió a su propia carrera, como caballo que arremete con ímpetu a la batalla.”

¿En qué momento me perdí?

Todavía recuerdo algunas de mis travesuras cuando era niña (fueron muchas tengo que aceptarlo). Distraída viendo escaparates, jugando con cualquier cosa o simplemente tratando de esconderme de mamá o papá, pero se fue el sentimiento de no saber en dónde. Aunque sea por un momento, es algo que se siente parecido a un enorme vacío en el estómago y el miedo a no saber dónde están.
question 2349023No hay en mi mente un solo recuerdo de mis papás escondiéndose de mí, pero sí recuerdo haberme alejado de donde me dijeron que no lo hiciera, y luego estar llorando perdida y desesperada. El sentimiento de haber perdido el rumbo de la vida es muy similar a esto, y no sabemos en qué momento nos alejamos ni por qué motivo, pero de pronto sentimos un vacío en nuestra vida que nos hace preguntarnos ¿en qué momento me perdí?
Con el tiempo se aprende que nada llena un espacio tan grande que tenga la medida de Dios; no se llega a conocer un amor tan incondicional como el suyo, ni una compañía tan agradable como la que provoca la seguridad de caminar sin temor a equivocarse. Hay cosas que solo Dios produce: completa seguridad y plenitud de gozo.

El Camino para Volver a Dios

“Cuando ustedes me busquen, me encontrarán, siempre y cuando me busquen de todo corazón.” Jeremías 29:13 (TLA)
¿Dónde te encuentras hoy?, no sé. Tal vez estás apartado de Dios. Tal vez no asistes a la Iglesia en años o tal vez estás distante de Dios uno o dos meses. O quizá estás en una de esas semanas en la que piensas, “realmente no siento la presencia de Dios en mi vida”. Todos anhelamos estar cerca de Dios; pero, ¿cómo se puede volver a Él?
Este es el camino de regreso para una transformación espiritual - tres cosas que necesitas hacer para volver a Dios.
  1. Cánsate de la forma en que vives.
    Nada va a suceder en tu vida hasta que realmente te encuentres insatisfecho con tu forma de ser, hasta que digas, “Esto no me gusta, ya estoy cansado de estar estresado todo el tiempo. Estoy cansado de sentirme siempre frustrado. Estoy cansado del exceso de trabajo, estoy cansado de sentirme alejado de Dios.” 
    ¿Pero por qué Dios permite que llegues a ese punto? Porque Él te ama tal como eres, pero Él te ama tanto que va a impedir que te quedes de esa forma. N
    o va a permitir que desperdicies tu vida. Jeremías 29:13 dice: “Cuando ustedes me busquen, me encontrarán, siempre y cuando me busquen de todo corazón.” (TLA)
  2. Reconoce tus pecados
    Isaías 59:2 dice: “Son sus pecados los que los han separado de Dios. A causa de esos pecados, él se alejó y ya no los escuchará.” (NTV) 
    ¿Alguna vez has orado y has sentido como si Dios estuviera a miles de kilómetros de distancia o como si hubiera un velo entre tú y Dios? 
    ¿Cómo se produce
     eso? Lo que pasa es que tus pecados te han separado de Dios. Pero si tú te sientes lejos de Dios, ¿quién crees que se movió? Él no, Dios siempre ha estado allí. Él te ama incondicionalmente y está esperando por ti para que reconozcas tus pecados. Entonces podrás volver a tener una buena relación con Él.
  3. Entrégate a Dios. 
    La Biblia dice en 2 Corintios 3:18, “Todos nosotros, a quienes nos ha sido quitado el velo, podemos ver y reflejar la gloria del Señor. El Señor, quien es el Espíritu, nos hace más y más parecidos a él a medida que somos transformados a su gloriosa imagen.” (NTV) 
    La verdadera transformación ocurre cuando tu corazón se mueve de tu egocentrismo a que Dios sea el centro de tu vida. ¿Estás ahí o te falta todavía? 
    Esta transformación no ocurre de la noche a la mañana. Dios va trabajar en ti durante toda tu vida, pero es tu decisión la que empieza el proceso. “Hermanos, puesto que Dios nos ha mostrado tanta misericordia, les ruego que entreguen todo su ser como sacrificio vivo a Dios.” Romanos 12:1 (PDT)