sábado, 5 de diciembre de 2015

Las manifestaciones de Dios

Salmo 19
Manifestación es una declaración o una exposición de algo.
Este salmo muestra cómo Jehová, nuestro Dios, se manifiesta ante el mundo. A través de qué es por lo que lo conocemos. Tú y yo también podemos tener manifestaciones de lo que hacemos. Qué es lo que pone de manifiesto lo que tú eres.
David conoce muy bien a Dios, pero no tanto porque sea un investigador consagrado.
David deja claro a  través de este salmo cómo saber de Dios y lo fácil que resulta.
¿Cómo hacer que otros nos reconozcan o por qué nos deben reconocer?
1. Por lo que hacemos. Verso 1 “Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos.Nuestros hechos deben hablar más que nuestras palabras. Si alguien mira tus obras, ¿qué pensará de ti?
2. Por lo que hablamos. Verso 2 “Un día emite palabra a otro día, Y una noche a otra noche declara  sabiduría. 19:3 No hay lenguaje, ni palabras, Ni es oída su voz. 19:4 Por toda la tierra salió su voz, Y hasta el extremo del mundo sus palabras. En ellos puso tabernáculo para el sol; tu forma de hablar dice lo que eres. Dice si hablas con sabiduría, con inteligencia o eres de los que habla con vulgaridad y grosería.
Hay personas con las cuales es muy agradable hablar, y se pueden pasar horas enteras escuchándolos y sin cansarse. Gozan de gran sabiduría y gracia.
3. Por nuestra actitud. Verso 5 “Y éste, como esposo que sale de su alcoba, Se alegra cual gigante para correr el camino. Muchas veces, no duele tanto lo que decimos como nuestra actitud a la hora de hablar.
4. Por dar mandamientos con amor para bienestar de todos. Verso 8Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; El precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos.¿Cuál es tu forma de mandar cuando das una orden a los demás? ¿Se alegran, a pesar de que a casi nadie le gusta que lo manden?, ¿o se sienten agredidos por lo que mandas?, porque las normas no deben ser para molestar. Las normas deben ser para el mejor funcionamiento de algo.

Ser cristiano

Cada día que pasa estoy más convencido de que sin la llenura del Espíritu Santo es imposible ser cristiano. Cualquiera que pretenda obedecer a Dios, sin la ayuda del Espíritu Santo está condenado al fracaso.
Es prácticamente imposible que solo con nuestras buenas intenciones de obedecer a Dios tengamos éxito. Sin el Espíritu Santo en nuestras vidas, es inútil pretender ser cristiano, porque todo nuestro ser está inclinado al pecado y tiende por naturaleza a pecar.
Por ejemplo, cuando sentimos agrado por el mundo y todo lo que ello representa, no estamos llenos del Espíritu Santo, porque ÉL aborrece al mundo. Así de sencillo.
Cuando sentimos atracción por la vanagloria de la vida, es que nos estamos deslizando hacia el pecado, y es señal de que hemos apagado al Espíritu Santo.
Por otra parte, el Espíritu Santo no puede permanecer en nosotros si no lo alimentamos con la Palabra de Dios, porque ese es el único alimento que necesita para permanecer en nosotros. Si Él permanece en nosotros oraremos cada día más y más. Leeremos y escudriñaremos su Palabra más y más, y Él se revelará y nos dará un conocimiento mayor cada día acerca de lo que realmente es Cristo en nosotros; y eso no es cosa de un momento, sino que debe ser día a día, más y más, porque cada día nuevas son sus misericordias para con nosotros y nos llevará de gloria en gloria.
La vida en el Espíritu es la vida que necesitamos para ser realmente cristianos.
Cuando alguien se pregunta cómo tener más fe en Dios,...la respuesta es muy sencilla: sé lleno del Espíritu Santo, porque la fe del hombre para nada sirve, la que sirve es la fe de Dios, y esa clase de fe solo la da el Espíritu Santo. La fe en el hombre es imperfecta, mientras que la fe en Dios es perfecta.

No temas

No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.” Isaías 41:10
1 Dios es nuestro amparo y fortaleza, Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.
2 Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, 
Y se traspasen los montes al corazón del mar;
3 Aunque bramen y se turben sus aguas, Y tiemblen los montes a causa de su braveza.” Salmo 46:1-3
En estos tiempos de incertidumbre en los que vivimos, estamos rodeados de miedo, y es muy fácil caer en él. Inestabilidad política, inestabilidad laboral,... estamos tentados por todas partes a sentir un miedo que nos paraliza y hace que nos sintamos pequeños, y no lo suficientemente importantes como para marcar diferencia alguna. Y es aquí, en los momentos donde es más fácil bajar los brazos y rendirse, en los que debes alzar las manos y rendirte, sí, pero al Amor de Dios misericordioso. Inmediatamente sentirás como su luz entra en ti y con ella se llevará el miedo, ya que en el seno del Señor reina la paz y Él nunca te abandona, siempre camina contigo como un fiel amigo.
Si escuchas la sabiduría que de Él habita en ti, sabrás sin duda, las decisiones vitales que debes tomar, y cuál debe ser tu camino. Y ese camino, que no es otro que el de la Verdad y el Amor de Dios, siempre te llevará a buen puerto. A veces, el trayecto puede parecer largo, otras veces se resuelve un momento después, pero pase lo que pase, no debes desfallecer en tu entrega y plena confianza en que Dios todo lo resolverá con misericordia y fidelidad. En su compañía tienes la garantía del cumplimiento del bien en tu vida, porque Dios es justo y generoso.

La envidia que nos corroe

El ser humano siempre es propenso a desear lo bueno, excelente, lo más conveniente para él mismo. Decir que preferimos un sueldo bajo a uno alto sería una mentira, ya que hemos nacido para ser ganadores y sobre todo felices. Sin embargo, no todo siempre sale a pedir de boca, no siempre se logra el éxito a la primera vez que lo intentamos, lo que puede causar un poco de frustración, tristeza, depresiónamargura y hasta... envidia.
la envidiaAsí es queridos amigos, la envidia hace su aparición de improviso, cuando vemos al prójimo resurgir de la nada, a veces desmesuradamente y nosotros no. La envidia, según la Real Academia Española, es la tristeza o pesar por el bien ajeno. Esta tristeza es sumamente destructiva, ya que daña nuestra autoestima, auto-confianza, nuestros talentos.
No es deseable ni mucho menos, tener tanta negatividad que, sin darnos cuenta, nos destruye y hace de nosotros personas miserables, sin esperanzas. Llegamos hasta a la autocompasión, ya que pensamos que somos las víctimas de la película y los demás son los villanos, y es en esta etapa cuando tratamos de encontrar defectos a nuestra “competencia” y justificar nuestra supuesta falta de éxito.
Lo cierto es que en lugar de sentirnos mal porque aquella persona logró tal objetivo, deberíamos inspirarnos en él o ella; es más, aquel éxito debe alentarnos y desafiarnos a ser más disciplinados, críticos con nosotros mismos. No se trata de opacar a nadie y tampoco de sentirse inferior porque esa persona tiene talentos... tantos como tú y yo.