lunes, 30 de noviembre de 2015

No quiero cosas caras, quiero alguien que me valore

No necesito a mi lado a alguien que gaste millones en “hacerme feliz”, necesito alguien que entienda que para hacerme feliz solo basta el amor.
No busco que alguien pague mis cuentas, no busco que me saquen a “pasear”, quiero alguien que salga de la rutina, que llegue con una rosa a mi casa solo para decir “te amo”.
Quiero que alguien me sorprenda, que se interese por mí, que me pregunte cómo me fue en el día, que se interese por mis cosas, que planee conmigo y no que diga “sí, claro ” o un “después lo vemos”.
Quiero que exista alguien a quien poder decirle lo que se me antoja o lo que me gusta, alguien que me cuente de su vida, de sus problemas, que me vea como su apoyo, como su amiga, como su confidente. No quiero alguien que haga parecer que todo en la vida es perfección.
Quiero que alguien me diga hermosa, que al verme sonría, que busque mi mano, que busque abrazarme, no alguien a quien tener que robarle un beso. Quiero alguien que se sienta orgulloso de mí, que sienta celos si alguien me está rondando, que valore lo que soy y que si le digo “te amo” me regale una sonrisa.
Busco a alguien que sepa que prefiero una servilleta donde diga “me encantas” al regalo más caro. Yo no necesito a mi lado alguien que gaste millones en “hacerme feliz”, necesito alguien que entienda que para hacerme feliz solo basta con que esté muy enamorado de mí.
El amor es paciente y bondadoso; no es envidioso ni jactancioso, no se envanece; no hace nada impropio; no es egoísta ni se irrita; no es rencoroso; no se alegra de la injusticia, sino que se une a la alegría de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 1 Corintios 13:4-7
 

La respuesta que buscaba

Perdida y sola me encontré antes de tu llegada.
Mi camino era oscuro, sin luz, sin esperanza,
necesitaba la mano de alguien que me levantara.
Nadie me pudo ayudar, mis amigos no comprendieron
lo sola que me sentía, el dolor que llevaba.
Me lastimaron, me hirieron,
y no hallé la felicidad que pensé tener.
Me alejé de la realidad y me encerré en mi dolor,
perder la razón quería, dormir y solamente soñar,
pero buscar la verdad quería en medio de mi dolor.
Durante mucho tiempo busqué respuestas sin encontrar conformidad,
por lo que sedienta estaba por la cura de mi soledad.
Pero un día llegaste a mi vida y poco a poco, cerraste las heridas.
Me arrullaste en tus brazos y me hiciste dormir,
y al despertar empecé a sonreír.
Me habías consolado en el silencio de mi vida,
hablándome al oído de tu amor por mí.
Me comprendiste y escuchaste, no me juzgaste,
amor me diste para rescatarme.
Si no te hubiera conocido, extraviada en un laberinto estaría
sin encontrar la salida. Levantaste vallados que me resguardan,
y millares de guardianes a mi alrededor que me acompañan
día y noche para proteger tu gran amor. Soy tu amor y Tú el mío,
soy tuya y yo estoy en ti.
Te entregaste a mí sin reservas, sin reclamos. Eres paciente
y has esperado a que un día volviera a tu lado.
Eres amigo, eres Padre, eres mi Dios, todo lo que buscaba,
eres la respuesta que yo anhelaba.
Me levantaste, me limpiaste, lavaste y vestiste para
que me preparase y esperase por ti, así como Tú esperaste por mí.
Mas mi corazón desesperado está, anhela que vuelvas pronto
para no separarnos jamás.
Padre mío, grande y misericordioso que cuidas y guardas
a tus hijos con amor, gracias te doy por tu salvación.
Vuelve pronto Señor.

Agradecida

Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. 1 Tesalonicenses 5:18
Esta mañana decidí que iba a tener una actitud de agradecimiento por todas las bendiciones que Dios me da. Encendí la radio y la voz que oí tenía un mensaje que hablaba de lo mismo. Era la historia de sanación del leproso agradecido.
Con ese mensaje en mi mente, iba contenta por el camino. Salí a buena hora de mi casa y todo apuntaba a que mi día comenzaba bien. De repente, muy cerca de mi destino, me vi envuelta en un embotellamiento.
Antes de quejarme y cambiar de humor, lo cual suele suceder cuando hay mucho tráfico, pensé: “Lo bueno es que puedo terminar de escuchar el mensaje de la radio”. Tranquila y con buena actitud, llegué veinticinco minutos tarde a mi trabajo. A las once de la mañana tenía una cita en Inmigración para renovar mi pasaporte. Se me ocurrió que podría ir hasta allí, y al salir, aprovechar la hora del almuerzo para visitar a mi amiga, o mejor dicho a su bebé, y volver a la oficina temprano. ¡Qué ilusión!

Un Pensamiento Profundo


Yo amé a manos llenas y de la misma forma sufrí.

Las rosas me hirieron con sus espinas,

pero también perfumaron mi existir.

De todo lo aparentemente malo algo bueno aprendí.

A veces lloré desconsolada y otras reí sin medida.

He vivido mi vida de la mejor manera posible,

que he sabido y que el transcurso del tiempo

me ha enseñado y dejado conocer.

He cometido errores a granel y también

he purificado mi alma bajo las aguas del perdón.

Hay cosas de las que me arrepiento,

debí ser atrevida y creer mucho más en mí.

Así como creí en el potencial de todo el que me rodeaba,

debí animarme para lograr muchos de mis sueños.

Debí haber dicho muchas de las cosas que sentía en el alma.

Mas no lloro por lo dejado, porque algunas cosas pueden ser recobradas.

Sencillamente lo que pasó, pasó, y lo que fue quedó atrás.

Muchas veces he recogido los pedazos rotos de mi corazón,

algunos los he reparado yo misma, y otros tantos

alguna buena gente que siempre me ha rodeado, me han ayudado a sanar.

No me quejo, pues el dolor me ha convertido en alguien fuerte.

Una mujer dispuesta a luchar,

una guerrera lista para enfrentar sus batallas.

Yo no me he quedado mirando al reloj contar las horas,

ni al calendario pasando los días.

Yo he salido a encontrar victorias.

He perdido batallas pero aún no pierdo la guerra.

Me inclino ante Dios y de Él viene mi fuerza.

Procuro vivir más que existir,

siempre con mucha intensidad y procurando olvidar

aquellas cosas negativas que para nada aprovechan.

Me río aunque haya sol o tempestad,

abundancia o escasez.

Es la actitud mental lo que te ayuda

lo que al final de la jornada cuenta.