lunes, 23 de noviembre de 2015

Un Evangelio completo

“Mas para los llamados, tanto judíos como griegos, Cristo es poder y sabiduría de Dios” (1 Corintios 1.24).
“Cristo es el poder y la sabiduría de Dios”. Dios es la fuente de todo poder y toda sabiduría, y Cristo es el canal para que ese poder y esa sabiduría lleguen a nuestra vida. Para muchos lo es en cuanto al poder pero no en cuanto a la sabiduría, pues no dudan en buscar el poder de Dios para su vida, pero sí en buscar su sabiduría para conducirse en ella.
Pero el poder y la sabiduría no se contraponen, se complementan. Para experimentar el poder del Señor hace falta tener fe en Él, y para recibir la sabiduría de Dios, también es necesario tener fe y después ponerla en obra.
Gran parte del Pueblo de Dios ha recibido milagros, lo que le falta es recibir también la sabiduría de parte de Él para ser bendecidos de forma completa.
- Recibió el milagro de conseguir trabajo, pero le falta sabiduría para conducirse en él.
- Recibió el milagro de recursos materiales, pero le falta sabiduría para administrarlos.
- Recibió el milagro de dar a luz un hijo, pero le falta sabiduría para criarlo.
- Recibió el milagro de poder casarse, pero le falta sabiduría en su matrimonio.
Debemos poner el mismo énfasis en el poder de Dios como en su sabiduría, porque en Cristo están ambos disponibles para nosotros.

¡A la duda dile NO!

Soy coleccionista de frases, pensamientos, poemas, escritos y de todas las cosas que llamen mi atención y enriquezcan mi mente y espíritu. Hoy quiero compartir con ustedes esta frase del gran Shakespeare que es muy sabia, y acertada por cierto. Dice: “Nuestras dudas son traidores que muchas veces nos hacen perder el bien que podríamos ganar, si no temiéramos buscarlo”. (William Shakespeare)
La duda es la vacilación e indecisión ante varias posibilidades. Es también la sospecha de algo que puede o no ser cierto. La duda es lo que sembró la serpiente en Eva y lo que abrió la puerta para que pecara. Es lo que hizo que perdiera el vivir en el paraíso y que entrara maldición a su vida. Dudó, desobedeció y pecó.
Y también a veces, nos pasan cosas similares a nosotros porque dejamos que la duda entre en nuestras vidas y perdemos grandiosas oportunidades. Decimos: “¡Él o ella se fija en mí!, ¿pero qué vio si soy tan feo(a)?” “¿Esa posición es para mí? ¡No, es que no me siento capaz,... que se lo den a otro!” “Nunca seré perdonado(a), he cometido demasiados pecados”. Y mientras, Dios ofreciéndote el perdón y la salvación en tus manos. “¿Será que me está siendo infiel, que me ha dejado de querer?” Y cuando abres los ojos, tu matrimonio o relación está arruinada porque los celos y la duda te cegaron y te dejaste llevar por intrigas sin valor.
Pero hoy puedes deshacerte de la duda, ¡échala fuera de tu casa, no dejes que penetre por ninguna rendija! Los sueños que hay dentro de ti se pueden cumplir si tienes más confianza en ti mismo, y sobre todo, si aceptas que tienes en tu vida a un Dios que hace las cosas imposibles, posibles. Que da fuerzas, sabiduría, inteligencia y potencial para que podamos realizar las cosas con excelencia.

Si la duda quiere penetrar, dile que no, ¡aquí no entrarás!

¡Mira a tu alrededor!

¡La Vida es Grandiosa. Desconéctate y Disfrútala!
Agradecemos a Dios por el momento que vivimos, en el que la tecnología nos ha facilitado tanto las cosas, y ni se diga de las comunicaciones.

Cuando miras unos 10 años atrás, ¿qué recuerdas?
¿Tenías móvil, ordenador o internet?


En muchos casos ni siquiera se tenía teléfono fijo. Por no hablar de si tenías que viajar lejos de la familia, porque quizá solo podías llamar una o dos veces a casa pues las llamadas eran muy costosas. Mientras que ahora, con Skype o WhatsApp, por mencionar unas pocas posibilidades, la lejanía no se siente tanto. Estamos en comunicación en un segundo si queremos.

Lo triste es que hemos abusado del uso de esta maravillosa tecnología, y cada vez estamos más apartados de nuestros seres amados.

¡Levanta tu mirada, y piensa en lo qué te estás perdiendo!


Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten. 
Colosenses 3:21