miércoles, 21 de octubre de 2015

La guía de Dios

Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas (Proverbios 3;6).
Inline image 1Hace 100 años, con 41 años de edad, Oswald Chambers llegó a Egipto para servir como capellán de las tropas de la Mancomunidad de Naciones, durante la Primera Guerra Mundial. Lo asignaron a un campamento en Zeitoun, a unos diez kilómetros al norte de El Cairo. La primera noche que pasó allí, escribió en su diario: "Esta zona es un absoluto desierto en el corazón mismo de los soldados, y una oportunidad gloriosa para los hombres. Es totalmente diferente a todo lo que he estado acostumbrado a ver, y aguardo con interés las cosas nuevas que Dios diseñará y hará".


Chambers creía y practicaba las palabras de Proverbios 3:5-6: Fíate del Señor de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas.

Esto es un consuelo y un desafío al mismo tiempo. Saber que el Señor nos guiará todos los días da seguridad, pero no debemos aferrarnos mucho a nuestros planes como para oponernos a Su tiempo y Sus caminos.

"No tenemos derecho a juzgar dónde somos colocados o a presuponer para qué está preparándonos el Señor", declaró Chambers. 

Dios orquesta todo. Dondequiera que nos ponga, nuestro principal objetivo es consagrarnos a Él de todo corazón, en cada tarea en particular.
Señor, quiero amarte y servirte de todo corazón, donde me coloques hoy. 

Cuando confiamos en Dios, Él dirige nuestros pasos.


El proceso de vivir entraña ya de por sí un riesgo

Para poder aprender a caminar, un bebé debe arriesgarse al dolor que producen las caídas. El adolescente que acaba de sacar su carné de conducir se enfrenta al riesgo de conducir en las autopistas. La pareja que se compromete con los votos matrimoniales debe saber enfrentarse a la posibilidad de que esa relación, que esperan que sea feliz, pueda ser también una que les traiga los dolores más fuertes, o el empresario que desea comenzar o ampliar su empresa, sabe que también corre el riesgo de sufrir una pérdida importante.
Entonces, si hay tantos riesgos cuando intentamos o tratamos de crecer y alcanzar metas en la vida, ¿por qué lo intentamos?
Una razón es que Dios ha puesto en nuestro interior un impulso que nos lleva a mejorar en la vida. Como alguien dijo una vez “llega el día en que el riesgo de quedarse como un brote, es más doloroso que el riesgo de florecer”.

Aprende a reír según la Biblia

Si tu perspectiva de la vida es siempre negativa algo no va bien. Hay un “...tiempo de reír.” (Eclesiastés 3:4). 
Posiblemente digas: Ahora mismo no tengo ningún motivo para reír. Observa pues, cómo el salmista comienza los Salmos 124-126: “Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte, nos habrían tragado vivos.” (Salmo 124:1-3 NVI). “Los que confían en el Señor son como el monte Sión, que no se mueve, sino que permanece para siempre” (Salmo 125:1). “Cuando el Señor hizo volver de la cautividad a Sión, nuestra boca se llenó de risa. Entonces decían entre las naciones: ¡Grandes cosas ha hecho el Señor con éstos! (Salmo 126:1-2)
sonreir-en-la-bibliaCuando eres capaz de estar contento en medio de las vicisitudes de la vida, los que te rodean querrán saber cuál es tu secreto. Y siempre hallarás alguna razón para regocijarte si no pierdes de vista Quién está de tu parte.
Los médicos han confirmado lo que enseña la Biblia: la risa alivia la tensión y fortalece tu sistema inmunológico: “El corazón alegre es una buena medicina.” (Proverbios 17:22). 
Tener una actitud positiva te concederá más crédito ante los ojos de los demás y facilitará su cooperación. 
Si al acaloramiento, los nervios y la confusión de una crisis, le añades negatividad, perderás poco a poco, el respeto de los demás por no ser capaz de dominar situaciones difíciles bajo presión. Pero si mantienes la calma y no pierdes tu sentido del humor cuando las cosas se derrumban, tus subordinados demostrarán su aprobación con una mejor actitud ante el trabajo y una mayor lealtad, porque confiarán en ti. Es cierto que algunos problemas son serios, pero no ganas nada con hacer hincapié solo en lo negativo. 
¡Deja el problema en manos de Dios y observa los resultados! Job dijo: “Él llenará tu boca de risas, y tus labios de júbilo” (Job 8:21). Si él pudo decir eso, ¡seguro que tú también!


¿Cómo empiezan las guerras?

Una pequeña le preguntó a su padre cómo empiezan las guerras.
– Bien, dijo el padre, supongamos que América persiste en pelearse con Inglaterra, y…
– Pero, interrumpió la madre, América nunca tuvo que pelear con Inglaterra.
– Lo sé, dijo el padre, pero estoy solo usando una situación hipotética.
– Pero estás confundiendo a la niña, replicó la madre.
–  No, replicó el padre con un tono un poco enojado.
- No te preocupes, papá,  interpuso la pequeña, creo que ya sé como empezaron las guerras.
La mayoría de las discusiones no empiezan grandes, pero echan raíces y crecen de pequeños enfados u ofensas. Es como el poderoso roble plantado en la cima del monte, que ha sobrevivido a las fuertes tormentas de nieve, las granizadas, los fríos inviernos y las feroces tormentas más de un siglo. Finalmente se cae no porque le cayera un fuerte rayo ni una avalancha, sino por un ataque de pequeños escarabajos.
Un pequeño descuido, insulto o herida puede ser el principio del fin de una relación. ¡Por tanto, tenga cuidado de lo que dice y asegúrese de que su actitud sea la correcta.
2 Timoteo 2:16
Mas evita profanas y vanas palabrerías, porque conducirán más y más a la impiedad.