jueves, 15 de octubre de 2015

La santidad de Dios

Dios está libre de pecado. No hay ninguna maldad en sus pensamientos, motivos o acciones. Debido a su carácter santo, ama al pecador, pero detesta el pecado.
La santidad del Padre celestial se revela no solo en su pureza moral sino también en su separación del mal. Por su carácter justo, no puede tolerar ni ignorar el pecado. Su justicia requiere que toda transgresión sea pagada, y el único pago aceptable es la muerte (Romanos 6.23).
Solo la fe en Jesucristo cierra la brecha que hay entre el Dios santo y el hombre pecador. El Hijo de Dios, después de haber vivido sin pecar, murió para pagar nuestra deuda del pecado y ofrecernos una manera de relacionarnos con el Dios justo. El Padre celestial, después de haber aceptado el pago del Señor Jesús por el pecado, invita a todas las personas a convertirse en sus hijos.
En primer lugar, debemos reconocer que no podemos perdonar nuestros pecados por nosotros  mismos. Por tanto, debemos confesarlos y pedirle al Señor que nos perdone, basados en el hecho de que Cristo pagó totalmente la pena por nuestros pecados, después de sufrir la ira, condena y juicio de Dios en nuestro lugar. Dios nos justifica en el momento que recibimos al Señor Jesús como nuestro Salvador personal, -el Juez de toda la humanidad declara que ya no somos culpables. Él acepta la transferencia de nuestra culpa a su Hijo, quien se presentó como nuestro sustituto.
Perdonados de todos nuestros pecados. Vestidos con la justicia de Jesús. Hechos hijos del Dios santo. Estos son los regalos que el Padre nos da una vez que hemos aceptado al Señor Jesús como nuestro Salvador por la fe en Él. Cuando le damos nuestra vida, Él nos da la suya.

El Bienestar del Cristiano

“Para mí el bien es estar cerca de Dios. He hecho del Señor Soberano mi refugio para contar todas sus obras.” Salmo 73:28 (NVI)

El ser humano del siglo XXI está obsesionado con la búsqueda del bienestar. Intenta por todos los medios obtener mejores condiciones de vida. En los países desarrollados y en las sociedades populosas, se vive con vértigo los avances tecnológicos y las mejoras continuas. De chico era normal hablar por teléfono desde cualquier teléfono público de la calle y por lo general, casi nunca había un teléfono público cerca cuando lo necesitabas. Normalmente, siempre había que caminar muchas calles para encontrarlo.
Hoy, para los chicos es normal tener un móvil con conexión de internet y ver las páginas de sus amigos de facebook, mientras mandan un mensajito de texto. Ya funciona el 3G, y en breve tendremos seguramente nuevos avances. Compramos una notebook y a la media hora sale una versión mejorada. Y entonces, volvemos a intentar comprar la última tecnología.
Pero es una carrera sin sentido. Porque aunque pudiéramos tener todos los bienes materiales que deseáramos, igualmente nos sentiríamos insatisfechos. No importa cuánto tengas en tu bolsillo, que nunca estarás completamente feliz. Por eso el ser humano vive frustrado. Porque se equivocó en su búsqueda del bienestar, en el camino para conseguirlo.

¡Disfrutaré de este Día...!

 “Este es el día en que el Señor ha actuado: estemos hoy contentos y felices. Salmo 118:24.
Cada vez que sale el sol, para algunos es el inicio de una tortura y para otros la puerta a una nueva experiencia. ¿Dónde me encuentro en este día? Para ver torturas solo tengo que mirar a mi alrededor y encontraré suficientes motivos para llorar y angustiarme.
Mas para una puerta de oportunidades, solo tengo que mirar más allá de lo que me rodea y veré la dirección de Dios, y que todo lo que Él hace, incluyendo este día, es bueno y agradable ante sus ojos.
Para poder disfrutar yo de lo bueno que traerá este día como regalo de Dios, necesito primero ser agradecido por todas las bendiciones de ayer.
Sí, el ayer fue muy oscuro, pero en medio de la oscuridad, pude contemplar algunas estrellas brillantes.
Este es el día el cual el Señor ha hecho, y todo lo que Dios hace es bueno en gran manera.  El libro de Génesis me lo recuerda, cuando en el capítulo 1 y 2 encuentro que cada vez que el Señor hacía algo la conclusión, dicha en la palabra, es: Vio Dios que era bueno en gran manera.
Pues este día es bueno en gran manera. Hecho por Dios para bendición de sus hijos y manifestación de su amor y cuidado.  El mañana está en sus manos. Con este conocimiento hoy descanso en el Señor.

El sol, la lluvia y el hombre

La naturaleza que Dios Creador le ha dado al hombre aporta vivencias, algunas salidas de la imaginación, que son una buena ayuda para comprender mejor sus enseñanzas bíblicas. Tenemos el caso, imaginativo, de una disputa entre el viento y el sol. Ambos discutían sobre cuál de los dos era más fuerte. En un momento determinado, acordaron probar su fuerza en un hombre que caminaba. “Vas a ver como me lanzo sobre ese hombre, le desgarro sus vestiduras, y logro quitarle su capa”, dijo el viento, y comenzó a soplar cuanto pudo, mientras el hombre apretaba con mayor fuerza su capa hacia su cuerpo. Enojado, el viento puso sobre él, lluvia y nieve, y el hombre, refunfuñando, apretó mucho más su capa, hasta que el viento comprendió que era imposible quitársela.
El sol, sonriendo entre dos nubes, recalentó un poco el suelo, y el pobre hombre, animado, se sacó su capa y la puso sobre sus hombros. “Ya ves, dijo el Sol, como con la bondad es posible conseguir más que con la violencia”.
Por tanto, Jehová esperará para tener piedad de vosotros, y por tanto, será exaltado teniendo de vosotros misericordia; porque Jehová es Dios justo; bienaventurados todos los que confían en él. Isaías 30: 18.
El viento quiso conseguir un propósito, quitar la capa que cubría al hombre. Para ello utilizó diversas maneras pero todas violentas, lo que hizo que el hombre se protegiera aún más con ella, sin embargo, el sol, aprovechando la astucia, calentó un poco el suelo e hizo que el hombre se quitara, complacido, la capa.

¿Cuál es la oración para salvación?

Mucha gente se pregunta, “¿Hay una oración que pueda decir, que me pueda dar la salvación?” Cuando consideramos esta pregunta, es importante recordar que la salvación no se recibe por recitar una oración o pronunciar ciertas palabras. En ninguna parte registra la Biblia a alguna persona recibiendo la salvación mediante una oración. El decir una oración no es la forma bíblica para la salvación.
El método bíblico para la salvación es creer en Jesucristo. Juan 3:16 nos dice, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” La salvación se obtiene por la fe (Efesios 2:8), por recibir a Jesús como Salvador (Juan 1:12), por confiar plenamente solo en Jesús (Juan 14:6; Hechos 4:12), no por decir una oración.

El mensaje bíblico de la salvación es simple y claro y al mismo tiempo, asombroso. Todos hemos cometido pecado contra Dios (Romanos 3:23). No hay nadie que haya vivido una vida entera sin pecar (Eclesiastés 7:20). Y a causa de nuestro pecado, todos merecemos el juicio de Dios (Romanos 6:23), y el juicio es primero la muerte física, seguido de la muerte espiritual. Por nuestro pecado, y su merecido castigo, no hay nada que podamos hacer por nosotros mismos para justificarnos ante Dios. Pero como resultado de Su amor por nosotros, Dios tomó forma humana en la Persona de Jesucristo. Jesús vivió una vida perfecta, y siempre enseñó la verdad. Sin embargo, la humanidad rechazó a Jesús y le dio muerte crucificándolo. Sin embargo, a través de este hecho terrible, Jesús murió en nuestro lugar. Jesús llevó la carga y el juicio por el pecado sobre Él mismo, y murió por nosotros (2 Corintios 5:21). Pero después, Jesús resucitó (1 Corintios capítulo 15), certificando que Su pago por el pecado fue suficiente, y que Él venció al pecado y la muerte. Como resultado del sacrificio de Jesús, Dios nos ofrece la salvación como un regalo. Dios nos llama a cambiar nuestra mentalidad acerca de Jesús (Hechos 17:30), y a recibirlo como el pago total por nuestros pecados (1 Juan 2:2). La salvación es obtenida por recibir el regalo que Dios nos ofrece, no por hacer una oración.