miércoles, 30 de septiembre de 2015

¡Con razón!

Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero (1 Juan 4:19)
Es justo para ti, me dijo mi amiga. Estaba hablando de un muchacho al que acababa de conocer. Dijo que tenía los ojos bonitos, igualmente una bella sonrisa y un corazón agradable. Cuando lo conocí, tuve que reconocer que era cierto. Hoy es mi esposo… ¡con razón lo amo!

En Cantar de los Cantares la esposa describe a su amado. Dice que es mejor que el vino y más fragante que los ungüentos; que su nombre es más dulce que cualquier otra cosa en el mundo. Por eso, concluye diciendo, es lógico que lo ame.

Inline image 1No obstante, hay Alguien mucho mayor que cualquier ser amado terrenal. Alguien cuyo amor es también mejor que el vino y que satisface toda necesidad. Su fragancia es mejor que cualquier perfume porque, cuando se entregó por nosotros, su sacrificio se convirtió en un olor fragante para Dios (Efesios 5:2). Además, su nombre es sobre todo otro nombre (Filipenses 2:9). ¡Con razón lo amamos!

Amar a Cristo es un privilegio. ¡Es la mejor experiencia de la vida! ¿Tomamos tiempo para decírselo? ¿Expresamos con palabras la belleza de nuestro Salvador? Si mostramos su belleza con nuestra vida, los demás dirán: ¡Con razón lo amas!
Señor, eres hermoso. ¡Con razón te amamos! Ayúdanos hoy a ver otros aspectos de tu belleza y a profundizar en nuestro amor a ti.
La Palabra de Dios nos habla de su amor; nuestras palabras le dicen que lo amamos.

Lo que provoca tu Alabanza

“Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían”.
Hechos 16:25
Estaban encarcelados pero no se sentían presos. Sus almas se encontraban en plena libertad.
Sus corazones le adoraban con más devoción que nunca.
Sus mentes meditaban solo en las grandezas de Dios.
Sabían que estaban allí con un propósito específico.
Por eso, mientras sentían la atadura de las cadenas, ellos cantaban hermosas melodías para Dios, y los demás prisioneros los escuchaban.
No estaban solos, Dios los acompañaba en medio de aquella celda.
Cuando la tierra tembló y se estremeció todo cuanto había en aquella cárcel, no huyeron ni se intimidaron. Testificaron de las grandezas de Dios con sus actos, permanecieron en total paz, control y seguridad, pues sabían en quién creían.
Sus alabanzas provocaron algo no solo en el mundo espiritual, sino también en el físico, pues aquel carcelero que se quería matar con su espada, recibió a Jesús en su corazón. Tal era la presencia de Dios en medio de aquella prisión, que se desató de forma maravillosa el poder sobrenatural de Dios.
Y si tú le alabas, ¿has pensado en lo que podría producir tu alabanza?
No importa la enfermedad, el problema o circunstancia, tu alabanza tiene poder. Cuando lo alabas con sinceridad, desde lo profundo de tu corazón, hay liberación, pueden ocurrir milagros a tu alrededor. Puedes, sin darte cuenta, provocar un terremoto espiritual donde las cadenas que te oprimían sean rotas, donde la sanidad de tu alma y del espíritu puede ser alcanzada por otras vidas.
Si te encuentras pasando un momento difícil, ¡alábalo!
Adora a Dios por lo que es Él, el dueño de tu vida y de tu corazón. Aunque no veas nada a tu alrededor, aunque la respuesta que estás esperando parezca no llegar, alábalo, espera pacientemente en Él porque aunque parezca que se demora, llegará. Porque adorándole estás demostrando que lo amas, que tienes fe en Él y que confías en que Él sabe lo que es mejor para ti.

¡No desmayes, tu alabanza provocará algo hermoso!

La verdad acerca del cielo

¿Qué imágenes vienen a su mente cuando piensa acerca del cielo? ¿Piensa usted en un modo de vida excitante y satisfactorio? ¿O acaso las palabras en el epitafio de una querida alma se acercan mucho más al blanco?
No llores por mí, amigo, aunque la muerte nos separe,
Nada voy a hacer por siempre jamás. 

¿Despierta el Cielo para usted un sentido de anticipación, o evoca visiones de inactividad monótona y aburrida?
¿Cómo es el Cielo realmente? ¿Es el Cielo algo que valga la pena pasar un tiempo pensando en él? ¿O deberíamos relegar los pensamientos acerca del Cielo a los rincones polvorientos de nuestra mente, a fin de no convertirnos en personas sin ningún uso terrenal?
Vamos a concentrarnos en lo que dice la Biblia acerca del Cielo, y cómo estas enseñanzas deberían impactar la forma en que vivimos. Vamos a destacar algunas de las verdades fundacionales acerca del Cielo reveladas en las Escrituras.
Sabemos, antes que nada, que el Cielo es la esfera espiritual en la que la gloria de la presencia de Dios se manifiesta, y en donde moran los ángeles de Dios y todos los creyentes que han partido de este mundo (Hebreos 12:22-24). Los pocos atisbos del Cielo que nos dan las Escrituras, revelan una sensación penetrante de la santidad de Dios (Isaías 6; Apocalipsis 4-5) que tuvo un impacto alarmante y sobrecogedor, sobre aquellos a los que se les concedieron tales visiones (Isaías 6; Daniel 7:9-28). Isaías, cuando vio al Señor sentado sobre Su trono, dijo, "Ay de mí... pues mis ojos han visto al Rey, Jehová de los ejércitos."

También se nos dice que es un lugar en el que las palabras humanas son inadecuadas para describir plenamente. Ezequiel solo atinaba a describir "como qué" era la gloria del Cielo o a qué "se parecía" (Ezequiel 1). Al describir su aparente visita al cielo, el apóstol Pablo dijo que "oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar" (2 Corintios 12:4). Lo que él vio no solo no estaba permitido sino que no era posible describir en términos humanos. ¡El Cielo ciertamente está entre aquellas cosas que él describió en otra parte como "cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido al corazón de hombre" (1 Corintios 2:9). Con razón Pablo dice en otra parte que lo "admiraremos" cuando veamos al Señor cuando venga en gloria (2 Tesalonicenses 1:10).

En tercer lugar, sabemos que para aquellos que pertenecen a Cristo, el Cielo es su destino inmediato después de la muerte. Al ladrón en la cruz Jesús le dijo, "Hoy estarás conmigo en el paraíso" (Lucas 23:43). Pablo dijo que "estar ausentes del cuerpo (es estar) presentes al Señor" (2 Corintios 5:8), y que si él fuera a partir de este mundo, "estaría con Cristo" (Filipenses 1:23).
Muchos se preguntan si en el Cielo todavía estaremos sujetos al tiempo. Pero realmente, no hay ninguna razón para creer que no lo estaremos. Ser infinito respecto al tiempo es un atributo que solo Dios puede poseer. Sabemos que las Escrituras hablan de "meses" en el Cielo (Apocalipsis 22:2) y hasta de "edades" por venir (Efesios 2:7). Curioso, pero también, la música que será cantada en el Cielo, requiere un modo temporal de existencia. También parece ser que en el Cielo estaremos informados, de cierta forma que no sabemos, de lo que está ocurriendo en la tierra. Cuando Moisés y Elías se reunieron con el Señor en el Monte de la Transfiguración, está registrado que discutieron el próximo retorno del Señor a la gloria (Lucas 9:30-31). Y durante el próximo período de tribulación, se nos dice que los santos en el Cielo estarán esperando ansiosamente, la terminación de los propósitos de Dios en la tierra (Apocalipsis 6:10-11). Hasta que venga Su reino, aun en el Cielo se hará la pregunta, "¿Hasta cuándo, Señor?" (como se dice que estos santos están implorando).
Alguien dijo: "Dios no nos dijo todo lo que nos gustaría saber, pero Él nos ha dicho todo lo que necesitamos saber acerca del Cielo". Así que, miremos con más detenimiento lo que la Biblia nos dice acerca de la existencia del cielo.


¿Cómo será la Vida en el Cielo? ¡Cambios espirituales!

Mark Twain, escritor estadounidense, afirmó una vez sarcásticamente, que en el Cielo durante doce horas del día, todos cantaremos un himno una y otra vez. ¡Difícilmente un pensamiento más atractivo! La Biblia, sin embargo, pinta un cuadro muy diferente de cómo será la vida en el Cielo. Considere solo algunas de las características más significativas del Cielo.

Primero, sabemos que nuestra transición al cielo redundará en un cambio de nuestra naturaleza espiritual. Pablo habló de "la esperanza de la justicia" que aguardamos (Gálatas 5:5); la expectativa de ser hechos completamente justos. En Romanos capítulo 7, habló de ser liberados de la lucha interna contra el pecado que mora dentro, mediante la liberación de nuestro cuerpo mortal (Romanos 7:23-24). Juan dijo que cuando Jesús aparezca, "seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es" (1 Juan 3:2). Aún ahora, se nos dice que mientras contemplamos "la gloria del Señor" estamos siendo transformados gradualmente en Su imagen (2 Corintios 3:18). Un día lo veremos "tal como Él es." ¡Y cuando lo hagamos, algo en nuestra visión de Él, purificará nuestros corazones de todo pecado y nos ligará eternamente a Él! Un resultado de esta transformación será el perfeccionamiento de las relaciones entre nosotros. Sobre la tierra, hasta entre los más maduros entre nosotros, nuestras relaciones son estorbadas por barreras creadas por el temor, el orgullo, la envidia y la vergüenza. Pero la Biblia dice que "el perfecto amor echa fuera el temor" (1 Juan 4:18). Cuando aprehendamos por completo, el amor perfecto que Dios tiene para nosotros y seamos limpiados del pecado que mora actualmente en nosotros, las relaciones entre nosotros serán finalmente, las que Dios quiso que fueran.

Segundo, en el Cielo nuestra comprensión de la naturaleza de Dios será ampliada grandemente. El apóstol Pablo dice que "ahora vemos por espejo, oscuramente" pero entonces "veremos cara a cara" y "conoceremos como fuimos conocidos" (1 Corintios 13:12). Este será el conocimiento que nos moverá a unirnos de forma espontánea al coro celestial, para cantar himnos de alabanza al Dios Todopoderoso. De los pocos atisbos de la adoración celestial que se nos conceden en las Escrituras, aprendemos que nuestra alabanza a Dios estará enfocada tanto en quién es Él, el Dios eterno, santo y todopoderoso (Isaías 6:3; Apocalipsis 4:8),  como en lo que Él ha hecho (Apocalipsis 4:11; 5:9-14). Si nuestra adoración a Dios está acallada ahora, es al menos en parte, porque todavía no comprendemos plenamente la grandeza de Su gloria y lo sobrecogedor de Su obra creadora y redentora. Pero en el Cielo obtendremos una percepción mucho más clara de la sabiduría de Dios, desplegada en las complejidades de Su creación, y de Sus propósitos maravillosos, manifestados en Su obra redentora. Algunos se han preguntado cómo podríamos ser felices en el cielo, sabiendo que algunas de las criaturas de Dios están soportando Su juicio eterno. Parece aparente, sin embargo, que en el Cielo obtendremos una perspectiva mucho más clara de la justicia de Dios (Apocalipsis 18:20; 19:1-4). Tal vez, la felicidad más absolutamente perfecta del Cielo sea imposible sin algún elemento de tristeza, por la pérdida eternal de aquellos que han rechazado la gracia de Dios. No hay duda, sin embargo, de que muchos de los misterios de la vida y de los caminos de Dios en nuestras vidas individuales se entenderán mucho más claramente, llevándonos a unirnos en Su alabanza.

Finalmente, tenemos razón para creer que habrá una oportunidad de crecimiento en el Cielo. . . No crecimiento hacia la perfección, sino crecimiento "en" la perfección. Como hombre, Jesús era ciertamente perfecto. Sin embargo, las Escrituras nos dicen que Él "crecía en sabiduría, en estatura y en favor con Dios y con los hombres." Las Escrituras también nos dicen que una de las tres virtudes que permanecerán por siempre es la esperanza (1 Corintios 13:13). Y qué es la esperanza sino la expectativa de cosas cada vez mejores que están por venir. . . ¡la perspectiva de todos aquellos para quienes el Cielo es nuestro hogar eterno!

3 Mentiras que los Testigos de Jehová no le dirán

Hay muchas mentiras en las enseñanzas de los Testigos de Jehová. Con la guía del Espíritu Santo y la verdad de la Palabra de Dios, veremos tres muy importantes.
1MENTIRA NUMERO 1 son sus enseñanzas sobre la Deidad de Jesucristo. Los Testigos de Jehová niegan la Deidad de Jesucristo. “…él era un dios, dicen, en sentido literal, pero no el Dios Todopoderoso, quien es Jehová…” 
Desde el principio, los Testigos de Jehová han negado categóricamente que Jesucristo es Dios hecho carne. Pero en la Palabra de Dios, ambos, el Antiguo y el Nuevo Testamento, testifican del Trino, o tres Personas del Dios Supremo. Desde el primer libro de la Biblia, donde Dios dice “…Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza;…” (Génesis 1:26), hasta el último libro, hay muchos versículos que hablan de las tres Personas del Dios Supremo. Estas tres son; Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo. “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era el principio con Dios. Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.” (Juan 1:1-2,14) “Porque en él habita toda la plenitud de la divinidad corporalmente:” (Colosenses 2:9) “Y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para la gloria de Dios Padre.” (Filipenses 2:11)
2MENTIRA NUMERO 2 está en que Jesucristo fue resucitado solo como un Espíritu Divino. Los Testigos de Jehová niegan la resurrección corporal del Señor, Jesucristo. Ellos afirman que Él fue levantado solo como un espíritu, o como una “…criatura de espíritu invisible”. Pero la Palabra de Dios enseña que Jesucristo se levantó de los muertos con cuerpo físico, y glorificado. Jesucristo profetizó su resurrección corporal. “Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. Mas él hablaba del templo de su cuerpo.” (Juan 2:19, 21)
Jesús estuvo sobre esta tierra cuarenta días después de su resurrección. Durante ese tiempo fue visto por cientos de personas. “Porque primeramente os he enseñado lo mismo que recibí: Que Cristo fue muerto por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; Y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; Y que apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos juntos: de los cuales muchos viven aún, y otros son muertos.” (1 Corintios 15:3-6) No solamente fue visto por muchos, sino que también comió con sus discípulos. “Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy: palpad, y ved; que el espíritu no tiene carne ni hueso, como veis que yo tengo. Y en diciendo esto, les mostró las manos y los pies. Y no creyéndolo aún ellos, de gozo, y maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer? Entonces ellos le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel. Y él los tomó, y comió delante de ellos.” (Lucas 24:39-43)
3MENTIRA NUMERO 3 está en que el infierno, según ellos, no existe. Los Testigos de Jehová enseñan que “…el infierno de la Biblia es la tumba normal del ser humano…” Pero la verdad se encuentra nuevamente, en la Palabra de Dios. Jesucristo nos advierte muchas veces del lugar del castigo eterno, tormento y destrucción. “Y el humo del tormento de ellos sube para siempre jamás…no tienen reposo de día ni de noche,…” (Apocalipsis 14:11) En Marcos 9:48b Jesús dijo, “…el fuego nunca se apaga.” En Mateo 5:22, Jesús habla de “…infierno de fuego.” En Lucas 16:23, la Palabra de Dios dice del hombre rico que murió y fue al infierno “Y en el infierno alzó sus ojos, estando en los tormentos,…” también en el versículo 24, él dijo, “…soy atormentado en esta llama.” En Apocalipsis 20:15, la Palabra de Dios dice, “Y el que no fue hallado escrito en el libro de la vida, fue lanzado en el lago de fuego.”
Es muy fácil ver que la doctrina de los Testigos de Jehová es una acumulación de mentiras y distorsiones de la Palabra de Dios. Ellos han sido falsos en sus enseñanzas desde el principio. No deje que lo induzcan a creer en sus mentiras, crea la Palabra de Dios. La verdad es que usted no tiene por qué ir al infierno, porque Jesús pagó la deuda de su pecado cuando Él derramo Su Sangre por usted en el calvario. “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro.” (Romanos 6:23)
Usted tiene un lugar preparado en el cielo, si por fe cree y confía en Jesucristo como su Salvador. “Jesús le dice: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida: nadie viene al Padre, sino por mí.” (Juan 14:6) “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para que condene al mundo, más para que el mundo sea salvo por él. El que cree en el Hijo, tiene vida eterna; mas el que es incrédulo al Hijo, no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.” (Juan 3:16-17, 36)
¿Confiaría usted, ahora mismo, en Cristo Jesús como su salvador? Solo Él puede salvarlo si usted cree la Palabra de Dios y confía en Jesús como su Salvador.