domingo, 27 de septiembre de 2015

En el museo de la fe

La experiencia de otros sirve para ilustrar de qué manera podemos nosotros ejercitar la fe en el tiempo presente.
Hebreos 11
Este capítulo de la epístola es muy conocido. En él, el autor escoge a algunos de los grandes personajes de la historia del pueblo de Dios, para ilustrar los principios que ha expuesto hasta este punto. Nos resultará de provecho, entonces, intentar resumir el argumento presentado hasta aquí, para que podamos, luego, examinar de qué manera algunos de estos héroes lograron implementar esta verdad en sus vidas. 
La epístola comienza con una exposición de uno de los grandes sucesos de la historia, y con qué Dios ha escogido hablarnos. Lo hizo primero por medio de diversos profetas y, en los últimos tiempos, por medio de su propio Hijo. Por ser el mismo Creador el que habló, el autor nos exhorta a prestar mucha atención a lo que dice. No habló simplemente para rellenar los silencios, por la falta de explicación que a veces se produce entre dos seres. Habló porque su Palabra es esencial para que nos encaminemos de nuevo, hacia una vida que se alinea con los propósitos del Reino. 

Para que la Palabra pueda penetrar hasta lo más profundo de nuestro ser, es necesario que no permitamos que el engaño de nuestros corazones produzca en nosotros, una actitud de incredulidad. Creer la Palabra es esencial para desarrollar una vida espiritual, pero el engaño de nuestros corazones nos inclina hacia la desobediencia. 

Pañuelos de papel

En tu mano están mis tiempos… Salmo 31;15.
Aquel día, mientras estaba sentado en la sala de espera de cirugía, tuve tiempo para pensar. Hacía poco, había estado allí cuando recibimos la desgarradora noticia de que mi único hermano, mucho menor que yo, tenía "muerte cerebral".

Por eso, aquel día mientras esperaba noticias sobre mi esposa, a quien estaban operando, le escribí una larga nota. Después, rodeado de charlas nerviosas, me concentré en la suave voz de Dios.

Inline image 1De pronto… ¡noticias! El cirujano quería verme. Fui a esperarlo a una habitación solitaria. Allí, sobre la mesa, había dos cajas de pañuelos de papel colocadas a propósito. Éstos no eran para resfriados, sino para usarlos ante frases duras, como las que oí cuando murió mi hermano.

En momentos de angustia e incertidumbre como esos, la sinceridad de los salmos los convierte en un lugar adecuado adonde acudir. El Salmo 31 revela el corazón de David: mi vida se va gastando de dolor (verso 10). El dolor del alejamiento de sus amigos agudizaba su tristeza (verso 11).

Sin embargo, su fe estaba fundada en el Dios verdadero: Mas yo en ti confío, oh Señor; digo: Tú eres mi Dios. En tu mano están mis tiempos (versos 14-15).

Aquel día, el cirujano me dio buenas noticias: mi esposa se recuperaría. Pero aunque hubiese sido lo opuesto, seguimos en las buenas manos de Dios.
Señor, tu amor permanece en toda circunstancia.
Cuando ponemos nuestros problemas en manos de Dios, Él pone paz en nuestro corazón.


Una conversación con Dios

Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a las que le pidan? Mateo 7:7-11
Nos disponíamos a almorzar. Siempre acostumbramos a dar gracias por los alimentos y pedir la bendición de Dios. Esta vez era el turno de mi nietecita de orar por los alimentos. A sus dos años, era todo un acontecimiento.

Ella oró, dio gracias y mencionó a toda la familia, nombre por nombre; pero después, en vez de decir “en el nombre de Jesús”, dijo al Señor: “Ok, babai” [bye bye]. Podría causar risa; pero a mí me hizo pensar. Me di cuenta de que mi nieta confiaba verdaderamente en Dios, y había conversado con Él tan naturalmente, que se despidió como si fuera visible a sus ojos.

Hay un escrito inspirado que nos dice: “Orar es el acto de abrir tu corazón a Dios como a un amigo… Cuando Jesús estuvo sobre la tierra, enseñó a sus discípulos a orar. Les enseñó a presentar a Dios sus necesidades diarias y a confiarle todas sus preocupaciones. Y la seguridad que les dio de que sus oraciones serían escuchadas se nos da a también a nosotros”.

El que persevera alcanza

Hace unos años, a un hombre en sus sesenta años le fueron ofrecidos $200,000 dólares americanos por su motel, restaurante y gasolinera que había construido a lo largo de toda su vida. Y rechazó la oferta porque no quería jubilarse.
Dos años después, cuando tenía 65 años de edad, construyeron una autopista que desvió el tráfico de donde estaba su negocio y, como consecuencia, perdió todo.
La mayoría de las personas de su edad hubieran tirado la toalla, pero no este hombre. Él sabía cómo cocinar pollo, así que cogió su viejo y deteriorado coche y empezó a viajar por todos los Estados Unidos, intentando vender su receta de pollo a otros restaurantes.
Su recorrido fue difícil. Su receta fue rechazada por más de 1.000 restaurantes hasta que por fin, alguien la quiso. A pesar de sus obstáculos, el hombre siguió hacia su meta y al cabo de unos pocos años, había desarrollado una cadena de restaurantes por todo el país y por todo el mundo llamado Kentucky Fried Chicken. ¿Su nombre? Coronel Sanders.
¡El que persevera... alcanza!
Una frase muy repetida, pero cuántas veces pasamos por alto el peso de esta verdad… Muchos de nosotros tiramos la toalla y nos rendimos al primer intento fallido de nuestros proyectos de vida, metas, negocios, relaciones, estudios, etc.

Abriendo puertas

El año pasado conversábamos con una amiga sobre su novio. Él es profesor de inglés y trabajaba en la capital del país mientras ella lo hacía en un Colegio en otra región; comentábamos lo ideal que sería que él encontrara un trabajo en la zona, para que pudieran estar juntos y comenzar a planear sus vidas. Estábamos conversando, y comenzamos a mover nuestros "hilos" para ver si era posible que así fuese, pero no ocurría nada. Parecía que el “sueño” no se iba a cumplir.
abriendo puertasAhora, un año y algo más tarde, tras la baja médica de una de las profesoras del colegio donde trabaja mi amiga, su novio está dentro de la nómina de profesores reemplazando a dicha docente, dado que además está embarazada. Los períodos pre y post-natal los cubrirá él. En cuanto supe esto no pude dejar de pensar en el título de este escrito. Dios siempre va abriendo puertas que nadie puede cerrar.
Si examinas tu vida con detención, seguro que en más de una oportunidad has visto cómo Dios ha abierto puertas delante de ti. Tal vez no han sido en el momento en que tú lo hayas pedido, o tal vez sí, pero que las ha abierto es bien cierto. Y si aún esperas que abra otras... también puede suceder. Dios nunca se cansa de abrirte puertas, Él nunca se agota de darte oportunidades y nuevos desafíos para que sigas adelante. Donde quiera que vayas, sea lo que sea que tengas que hacer, Él te va abriendo el paso, te va abriendo el camino.
Impresiona lo real que esto ha sido en la vida de muchas personas. Seguro que nadie podría decir que nunca tuvo una oportunidad o que nunca estuvo ante una puerta abierta. La misma posibilidad de experimentar a Jesús como nuestro Señor y Salvador fue una inmensa puerta que se abrió ante nosotros, pero lo más extraordinario de todo es que Dios, con todo su detallismo y dedicación, se encargó de que encontráramos exactamente lo que necesitábamos al otro lado de la puerta. Si Él ya lo hizo una vez ¿no crees tú que podría hacerlo una vez más?