lunes, 14 de septiembre de 2015

Mejor un día en la presencia de Dios

"Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos. Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios, que habitar en las moradas de maldad." Salmo 84:10
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Casi a diario rememoro este pasaje de la Biblia. ¡Cuánta simplicidad y verdad hay en él! Pero lo podríamos simplificar aún más diciendo: "un día en el Espíritu con mi Señor no se puede comprar con una vida alejada de Él satisfaciendo los deseos de la carne". Seguramente conoces a alguien que, aunque vive a espaldas de Dios, ha logrado muchas cosas sin hacer grandes esfuerzos. Sí, son esas personas que cumplen todos sus gustos y aparentemente, lo tienen todo. 

Pero en ocasiones podemos caer en el error de querer estar en el lugar de ellos, especialmente en momentos en los que atravesamos alguna dificultad grande. Mas.. como nos enseña el salmista en esta palabra, mejor es vivir unas horas en la presencia de Dios, que toda una vida rodeados de lujos complaciendo los deseos pecaminosos de la carne. El hecho aquí es que tarde o temprano, deberemos dar cuenta de todo, y lo que verdaderamente importa es dónde pasaremos la eternidad, pues después de partir, de nuestro estilo de vida en la tierra no quedará nada. 


La paz que se obtiene a cada instante estando cerca del Señor, no tiene ninguna comparación con la vida que llevan los incrédulos alejados de Él. ¿Tú qué dices?


Orar Bíblicamente

Dios quiere que Sus hijos le pidan los deseos de sus corazones porque Él se deleita en dar. Aún más, Él quiere tener compañerismo con nosotros. ¡Qué gran gozo tenemos al encontrarnos con nuestro Padre celestial por medio de nuestras oraciones!
El privilegio de la oración se basa en eso precisamente, en nuestra relación con Dios a través de Su Hijo Jesucristo. Solo quienes son parte de la familia de Dios pueden afirmar que Él es su Padre (Juan 14:6), y servirse de Su promesa de responder la oración. Él no hace esa promesa a los incrédulos, solo al pecador que pide perdón y recibe a Cristo como Señor y Salvador. Su oración es respondida siempre con la salvación (Romanos 10:9).
En el Sermón del Monte, Jesús utiliza tres verbos para referirse a la oración: pedir, buscar y llamar. Fijémonos en la progresión de la intensidad, de una petición a una búsqueda, y luego a una acción posterior, llamar. Orar es más que presentar peticiones a Dios. Implica buscarlo, y que Su voluntad guíe nuestras súplicas. Significa “llamar a la puerta” para considerar diferentes soluciones, y entre ellas, la primera es obtener la dirección divina que nos ayude a saber lo que nuestro Señor quiere. Jesús prometió que recibiremos, que encontraremos y que Dios nos abrirá la puerta. Tenemos la garantía del Señor de que Él responderá, y lo que Él hace es bueno.
Orar es algo sencillo, pero a veces nos resulta difícil hacerlo. A menudo nos sentimos insatisfechos y nos preguntamos si nuestras oraciones están teniendo algún efecto. Pídale al Señor que le enseñe más acerca de la oración bíblica, ponga en práctica lo que aprenda, ¡y espere confiado en la seguridad de Su respuesta!

Orar como a Dios le agrada
Nos gusta la sencillez de las cosas y lograr el resultado que queremos. Pero la oración no se puede reducir a una fórmula. No es una actividad en la que la repetición de ciertas palabras produce la solución deseada de inmediato. Es una comunicación permanente con el Padre, que implica escuchar, hablar y obedecer lo que oímos. Dios ha prometido responder las oraciones de Sus hijos, pero a menudo espera antes de responder. Lo hace por varias razones:

• Preparación. Dios tiene que prepararnos primero para lo que Él quiere darnos. Es posible que tengamos actitudes o formas de pedir que no son correctas (Santiago 4:3). Él se encargará de ellas antes de darnos lo que tiene para nosotros.
• Crecimiento espiritual. Dios puede utilizar las demoras para probar nuestra fe o profundizar en nuestra relación con Él. Cuando no hay ninguna respuesta de Su parte, el Señor quiere que sigamos buscándolo, llamándolo y conversando con Él.
• Oportunidad. El tiempo de Dios no coincide a menudo con el nuestro. Él sabe lo que quiere lograr en nuestras vidas espirituales y en nuestra relación con Él. Podemos confiar en que el tiempo entre nuestra petición y Su respuesta será bien utilizado por el Señor.
A veces Dios responde de inmediato cuando le pedimos algo; pero muchas veces lo pedimos repetidamente antes de obtener respusta. Debemos continuar tocando a la puerta, como lo hizo la viuda perseverante antes de que Dios le diera Su respuesta. Jesús nos llama a un estilo de vida de “pedir, buscar y llamar”, afianzado en la confianza de la promesa de que Dios responderá a Sus hijos.

Explicación del misterio

Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Romanos 5:8
Una de las atracciones más populares para los turistas en Inglaterra, son los pilares gigantes de roca llamados Stonehenge. Estas piezas enormes de granito constituyen un gran misterio. Todos los años la gente viaja hasta allí con preguntas como: ¿Por qué fueron levantadas? ¿Quién hizo esta extraordinaria maravilla de la ingeniería? Y quizá lo que más se pregunten es cómo lo hicieron. Pero siempre los visitantes se van sin respuestas de parte de las piedras silenciosas. El misterio sigue en pie.
Las Escrituras hablan de otro gran misterio: Dios vino a vivir entre nosotros como hombre. En 1 Timoteo 3:16, Pablo escribió: … grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria.
Esta breve reseña de la vida de Cristo (el misterio de la encarnación) es increíble. No obstante su ya de por sí impronta, lo que realmente llevó al Creador del universo a venir a vivir y morir por su creación no es un misterio: Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros (Romanos 5:8). El gran amor de Dios para con nosotros es la raíz del misterio de la piedad, y en la cruz lo manifestó a toda la humanidad.
Cómo tomó Cristo forma humana puede ser un misterio, pero el amor de Dios no lo es.

Déjate amar

¿Seré demasiado observadora?, o ¿es que siempre estoy demasiado atenta?, no lo sé pero el caso es que hay veces en que una sola frase me resuena el día entero. Es como si me la hubiesen dicho a mí, y bueno, la asumo como si así hubiese sido.
Tuve la oportunidad de asistir a una conferencia que trataba sobre la manera de amar que tienen los niños, desde el nacimiento hasta los 13 años aproximadamente. Se enfatizaba en lo importante que son los primeros años de vida en el desarrollo integral del niño o niña, y cómo las experiencias tempranas van definiendo o perfilando su vida, incluso la manera en que aman de adultos. Esto último me pareció extremadamente importante, ya que cuando nos encontramos en la vida adulta con “un otro” (otra persona) hay muchas cosas de su vida que desconocemos; más aún, cuando nos involucramos sentimentalmente con alguien, no sabemos cómo ha sido su temprana experiencia de amar, lo que podría ayudarnos a comprender el porqué hace, o no hace, una determinada acción o se comporta de tal manera.
Dentro de todo lo que escuché en la conferencia, me quedo con un concepto principal entre varias frases que señaló la expositora: “Para poder amar hay que reconocer que se está enamorado, y dejarse amar por el otro…dejarse enamorar”. Vamos a profundizar en lo potente de esta declaración.