viernes, 11 de septiembre de 2015

Somos Barro

El cambio es Cristo formado en vosotros. Gálatas 4:19.
Para formar al hombre Dios necesitaba una materia prima maleable.
Génesis 2:7: Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, sopló en su nariz aliento de vida y fue el hombre un ser viviente”.
Materia: Adán viene de Adamá (tierra).
Forma maleable: ¿Cómo ves las cosas, cómo las interpretas, cómo decides, qué emociones tienes, qué planes, qué relaciones interpersonales?
El cambio solo es posible cuando Cristo es formado en nosotros.
Jeremías 18:1-7 Reina-Valera 1995 (RVR1995)
La señal del alfarero y el barro
18 Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo: 2 Levántate y desciende a casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras. 3 Descendí a casa del alfarero, y hallé que él estaba trabajando en el torno. 4 Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en sus manos, pero él volvió a hacer otra vasija, según le pareció mejor hacerla.
5 Entonces vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 6 ¿No podré yo hacer con vosotros como este alfarero, casa de Israel?, dice Jehová. Como el barro en manos del alfarero, así sois vosotros en mis manos, casa de Israel. 7 En un instante hablaré contra naciones y contra reinos, para arrancar, derribar y destruir.
No vamos a tratar al alfarero, sino la clase de barro que está en sus manos.
¿Qué clase de barro eres en Sus manos?
Si no te constituyes en un buen barro, en una buena materia prima, todo lo que Dios forme de ti se deformará.
Declaramos: seré buen barro en manos del Alfarero, porque si cambio yo, cambiará también mi situación.

Cristiano, ¿a quién sirves?

“…EL HIJO DEL HOMBRE NO VINO PARA SER SERVIDO, SINO PARA SERVIR…” (Marcos 10:45)
No es tan importante el talento o el éxito que tengamos como la necesidad, que todos tenemos, de una gran “dosis” de servidumbre. Ten cuidado al buscar el destino que Dios te ha asignado. No te centres mucho en lo que te gusta hacer y con ello desatiendas lo que te corresponde hacer. Cambiar unos pañales a las tres de la madrugada no es excitante, como tampoco lo es limpiar el garaje. Visitar a alguien que está enfermo no es algo que te apetezca normalmente, y no obstante, los enfermos necesitan cuidados, los garajes limpieza y los niños pañales limpios.
Max Lucado (escritor cristiano y ministro-predicador) escribió: “El mundo necesita servidores, gente como Jesús que vino no a ser servido sino a servir. Él escogió el remoto Nazaret a la céntrica Jerusalén, el taller de carpintería de su padre a un palacio de mármol, y tres décadas de anonimato a una vida de popularidad. Prefirió la oración al sueño, apóstoles imperfectos a ángeles obedientes. Yo hubiera preferido a los ángeles. Jesús no; Él eligió a las personas. Cuando temieron a la tormenta, Él la calmó. Cuando no tenían dinero para pagar los impuestos, Él lo proveyó. Permitió que una mujer sorprendida en adulterio interrumpiera su sermón, una mujer enferma su itinerario y otra con remordimientos de conciencia la comida. Aunque ninguno de los apóstoles le lavó los pies, Él se los lavó a ellos. Aunque ninguno de los soldados alrededor de la cruz le pidió perdón, Él los perdonó. Y aunque aquel jueves “salieron pitando” sus seguidores como conejos asustados, Él vino a buscarlos el Domingo de Resurrección. El Rey resucitado ascendió al Cielo solo después que hubo pasado cuarenta días con sus amigos, enseñándolos, animándolos y sirviéndolos”. Pedro escribió: “…sumisos unos a otros, revestíos de humildad…” (1 Pedro 5:5b). De manera que, ¿a quién sirves?

¿Quién es el diablo? ¿Existe realmente? ¿Qué dice la Biblia al respecto?

Muchos creen que el diablo es un producto de la imaginación. Sin embargo, en estos últimos años ha surgido un gran interés por el ocultismo, el espiritismo, la magia negra, los adivinos, etc. y todo esto incluye a Satanás y sus demonios.
Dice la Biblia en 1 Pedro capítulo 5, versos 8-9:
“Sed sobrios y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar, al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo”.
Aquí encontramos la existencia real del diablo con su actividad y poder. El diablo se manifiesta en nosotros como una fuerza negativa y destructiva, aunque se suele presentar como muy atractiva. ¿Por qué un hombre decente y de buena familia, de repente abandona su hogar y arruina la reputación de su familia? ¿Por qué será que un hombre honorable, de pronto desfalque un banco y termine en la cárcel? ¿De dónde vienen las tentaciones que invitan a tantos pecados? Detrás de todo esto está ese personaje siniestro que se llama Satanás, o el diablo.

La Biblia dice: “No deis lugar al diablo” (Efesios capítulo 4). No debemos dar ninguna oportunidad al diablo en nuestra vida. Satanás siempre está buscando la forma de influenciarnos hacia lo incorrecto. ¿Y cuándo nos dejamos influenciar por Satanás? Hay un sinfín de ocasiones: cuando nos enojamos, cuando estamos amargados, cuando sufrimos, al ser negativos, cuando queremos lo que no nos pertenece, etc.
En la Biblia en el libro de Santiago, capítulo 4:7, encontramos:
“Someteos pues a Dios, resistid al diablo y huirá de vosotros”. Con Dios tenemos poder para resistir a este fuerte personaje, el diablo. El apóstol Pablo nos dice:
“Vestíos de toda la armadura de Dios para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo” Efesios, capítulo 6:11.
Hay una especie de armadura espiritual que podemos colocarnos, a fin de estar capacitados para resistir a los engaños y ataques satánicos. Esta armadura es, en esencia, el mismo Cristo. El que tiene a Cristo en el corazón posee todo el poder necesario para resistir a Satanás y no tiene porqué tenerle miedo.

A mi hijo ya crecido

Mis manos estaban ocupadas en el día;
No tuve bastante tiempo para jugar
Los pequeños juegos que me pediste…
No tuve bastante tiempo para ti.

Lavaba tu ropa, cosía y cocinaba;
Pero cuando me traías un libro de dibujos
Y me pedías que por favor compartiera tu disfrute,
Yo decía: Un poco más tarde, hijo.

En la noche te metía en la cama todo asegurado,
Oía tus oraciones, apagaba la luz,
Luego, de puntillas caminaba con suavidad hasta la puerta…
Me hubiera gustado permanecer un minuto más.

La vida es corta, los años pasan de prisa…
Un niño pequeño crece muy rápido.
Ya no está a tu lado,
Sus preciosos secretos a confiar.

Los libros de dibujos guardados;
Ya no hay juegos que jugar.
No más besos de buenas noches, ni oraciones que escuchar
Todo eso es parte del ayer.

Mis manos, ocupadas una vez, ahora están quietas.
Los días son largos y difíciles de llenar,
Yo quisiera poder regresar y hacer,
Las pequeñas cosas que me pediste que hiciera.

Mateo 19:14
Mas Jesús les dijo: “Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis porque de los que son como éstos es el Reino de los Cielos”.

No importa tu religión

MARCOS 12:29-31 Jesús le contestó: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.’ Pero hay un segundo: Ama a tu prójimo como a ti mismo. Ningún mandamiento es más importante que estos.
puroEn la discusión en una mesa redonda, sobre religión y paz entre los pueblos, en la cual participaba el Dalai Lama y un teólogo brasileño (Leonardo Boff), maliciosamente, también con un interés teológico, éste último le preguntó en un inglés algo defectuoso: -“Santidad, ¿cuál es la mejor religión?”-  (“Your holiness, what’s the best religion?”)
Esperaba que dijera: “El budismo tibetano”, o “las religiones orientales, mucho más antiguas que el cristianismo…”.
El Dalai Lama hizo una pequeña pausa, sonrió, lo miró fijamente a los ojos, -lo que lo desconcertó un poco, porque se dio cuenta que él sabía la malicia contenida en la pregunta- y afirmó: -“La mejor religión es la que te aproxima más a Dios, al infinito. Es aquella que te hace mejor”-.
Para salir de la perplejidad ante tan sabia respuesta, preguntó de  nuevo: -“¿Qué es lo que me hace mejor?”-.
Él respondió: -“Aquello que te hace más compasivo, más sensible, más desapegado, más amoroso, más humanitario, más responsable, más ético. La religión que consiga hacer eso de ti, es la mejor religión”-. Calló, maravillado, y hasta hoy está rumiando su respuesta sabia e irrefutable.