¿Hasta qué punto mi vida le pertenece a Jesús?
¿Hasta qué punto es mi entrega?
¿Hasta qué punto estoy viviendo Su Palabra?, ¿soñando lo que Él sueña?
¿Será que lo que tengo como el sueño de mi vida tiene algo que ver con Jesús?
¿Sobre qué estoy basando y midiendo mi vida hoy?
¿Qué hay en mi mente y en mi corazón?
Me he hecho estas preguntas durante todo este año, y aún me lo sigo replanteando todo cada día que pasa.
Cada mañana que despertamos, tenemos dos maneras de empezar nuestro día. Una es enfocándonos en lo que tenemos que hacer particularmente, planear mi día, organizar mi tiempo, desayunar, y después arrancar con todo. Y otra manera es despertar y pensar en cómo fue mi día anterior, cómo ocupé mi tiempo y qué cosas logré. Teniendo como base todo esto, poder empezar hablando con Dios de todo, poder entregarle el día a Él, cada cosa por hacer, mi tiempo, y cada detalle de ese día.
Cada mañana que despertamos, tenemos dos maneras de empezar nuestro día. Una es enfocándonos en lo que tenemos que hacer particularmente, planear mi día, organizar mi tiempo, desayunar, y después arrancar con todo. Y otra manera es despertar y pensar en cómo fue mi día anterior, cómo ocupé mi tiempo y qué cosas logré. Teniendo como base todo esto, poder empezar hablando con Dios de todo, poder entregarle el día a Él, cada cosa por hacer, mi tiempo, y cada detalle de ese día.
Pude comprobar los resultados de ambas formas, más aún de la primera, donde uno se enfoca en sí mismo y en lo que cree que es mejor y primordial para relajarse en su autosuficiencia, pero hubo un día en el que me decidí a vivir una vida con propósito en todo lo que hiciera, ya fuera en mi casa, en el trabajo, en la universidad, con mis amigos, con la gente en la calle, etc. Pero ¿de qué manera podría llegar a esto si no era entregándole a Él todo lo que me tocara hacer y donde me tocara estar en ese día? No fue otra cosa sino decidir enfocarme cada día en Él, que fuera lo primero, y mi primer pensamiento fue: “¿Qué quieres hoy de mí Jesús? ¿Cómo quieres usarme hoy? ¿Qué debo hacer en tal asunto?… O también así, pidiéndole que me enseñara, que me ayudara a amar, a tener dominio propio para no dejarme avasallar ante cualquier tipo de circunstancia que se presentara y pareciera superarme, que me diera de su paz, misericordia para todos, humildad… que me ayudara a poder mirar las cosas como Él las ve, y atravesar mi día de esa manera, dispuesto a que me usara como quisiera.
No fue lo mismo empezar el día enfocada en mí que empezarlo enfocada en ÉL. Fue genial poder ver a Jesús en cada aspecto y detalle de mi día, poder servir y amar a otros de diferentes maneras, poder enfocarme en cómo lo haría Él y de qué manera reaccionaría. Todo esto me ayudó a amarlo más y así amar más a los demás. Me ayudó a vivir en paz, entregándole a Él mis preocupaciones y dejándolo actuar por mí. ¡Qué bueno fue ver que Él está siempre conmigo!
No fue lo mismo empezar el día enfocada en mí que empezarlo enfocada en ÉL. Fue genial poder ver a Jesús en cada aspecto y detalle de mi día, poder servir y amar a otros de diferentes maneras, poder enfocarme en cómo lo haría Él y de qué manera reaccionaría. Todo esto me ayudó a amarlo más y así amar más a los demás. Me ayudó a vivir en paz, entregándole a Él mis preocupaciones y dejándolo actuar por mí. ¡Qué bueno fue ver que Él está siempre conmigo!