sábado, 29 de agosto de 2015

¿Qué significa creer?

Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo. Hechos 16:31
Abram creyó al Señor, y le fue contado por justicia. Génesis 15:6
En el lenguaje corriente, la palabra "creer" tiene varios sentidos. Puede significar "suponer", como cuando decimos: "Creo que va a llover". También puede significar "tener confianza", y mostrar que aceptamos lo que alguien nos dice. "Te creo", o sea, "creo lo que dices, lo considero verdadero y actúo en consecuencia". Mi reacción muestra la confianza que tengo en mi interlocutor.

Inline image 1Cuando oímos hablar de Dios, también encontramos esta diversidad de sentidos. Para unos, decir "creo en Dios" significa "creer que Dios existe", o "supongo que existe, pero no estoy seguro", o la reacción contraria"¿pero qué tiene que ver eso conmigo?" Pero para otras personas, decir "creo en Dios" tiene un sentido mucho más profundo, que realmente los compromete. Es como decir: "Confío en Él y creo en lo que dice". "Creo a Dios". ¡Eso es la fe!
En la Biblia, la expresión "tener fe" significa "expresar confianza", "apoyarse en", con la idea de solidez, de estabilidad. Esta solidez resulta del hecho de que la fe me liga a Dios, quien es verdadero, inmutable y poderoso. Forma con Él una relación viva, una fe establecida entre Dios y el hombre creyente.
La fe cristiana no es, pues, una simple creencia vaga y vacía, sino que está plena esta convicción en lo más profundo de nuestro ser: lo que la Biblia dice es la Palabra de Dios. Esta seguridad produce un cambio radical: el que cree se vuelve a Dios. Entonces descubre no a un juez, como algunos lo piensan, sino a Aquel que salva y hace de nosotros sus amados hijos.

Servidores del reino

Permanecer fiel en el servicio a Dios no siempre es fácil, y mantener un ministerio mucho menos. Son dignas de admiración aquellas personas que, aceptando el llamado de Dios, lo entregan todo por cumplir los propósitos del Señor, que a pesar de las dificultades se hicieron aceptables para Dios, contaron con el respaldo de Dios y han visto su gloria, pero también son admirables aquellas que aún están empezando el proceso y que están pasando dificultades sin ver los resultados.
servidores del reinoNo importa lo grande o pequeño que sea el ministerio o el proyecto que estés emprendiendo para el Reino de Dios, lo que importa es que permanezcas fiel creyéndole al Señor, pues Dios siempre nos pone a prueba para prepararnos, y además, el enemigo se levanta en contra de lo que Dios quiere hacer a través de nosotros.
Uno de los grandes ejemplos de fidelidad fue el Apóstol Pablo, quien sufrió mucho por establecer el Reino de Dios en la tierra, y aún así leemos expresiones suyas como esta: ¨Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia; de la cual fui hecho ministro, según la administración de Dios que me fue dada para con vosotros, para que anuncie cumplidamente la palabra de Dios¨ Colosenses 1: 24-25 (RVR 1960).

El amor: la luz que brilla en el dolor

Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él. Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamelo; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese. Lucas 10:33-35.
Si algo bueno se puede sacar del dolor, es cómo éste suscita, en muchas personas, la compasión, el amor, la solidaridad..., el espíritu de ayuda. Es cierto, no es lo que más abunda en la humanidad, pues gran parte de la gente vive encerrada en su egoísmo y comodidad. Pero, sabemos que la desgracia de alguno de los seres que amamos despierta lo mejor de nosotros, para brindarnos en amor sincero y ayuda desinteresada, para tratar de solucionar o paliar todo lo que podamos su infortunio.

Posiblemente una de las razones por las que Dios permite el sufrimiento sea ésta, para aprender a amar. Puede ser que a partir de la entrada del pecado en el mundo nos hayamos vuelto tan egoístas y cómodos, que a menos que veamos sufrir a nuestros seres queridos nos volvemos frívolos, superficiales, indiferentes, insensibles.

Sí, el sufrimiento es una desgracia. Pero en medio de ella, qué hermosos son el amor, el compañerismo, el espíritu de ayuda y de sacrificio en favor del prójimo necesitado. Cuánto bien nos hace preocuparnos por otros; cuánto nos refinan, ennoblecen y engrandecen la solidaridad, la misericordia y el trabajo por nuestro prójimo.

Nos horroriza y nos duele que haya habido gente que creó los campos de concentración para torturar y exterminar a su prójimo, por razones políticas, ideológicas, étnicas u otras. Pero también nos conmueve e inspira el relato acerca de aquellos héroes que arriesgaron su vida para refugiar, ayudar y salvar las vidas de sus prójimos perseguidos.
Nos indigna el empresario que explota a sus trabajadores y deja en la calle a muchas familias; pero nos conmueve la ayuda brindada a ellos, por familiares, amigos o gente solidaria. Sé tú uno de ellos.


Prisioneros de Jesucristo. No de las Circunstancias

"Por esta razón yo, Pablo, prisionero de Cristo Jesús por vosotros los gentiles".... Efesios 3:1
¿Era el Apóstol Pablo prisionero de los Romanos? Según Herodes "si", según él "no". 

Pablo pensaba que todo lo que le sucedía era necesario para el progreso del Evangelio (Filipenses 1:12). Estaba convencido de que nada le podía pasar sin la supervisión divina. Pablo sabía que Dios tenía un plan con su vida, y que no estaba en prisión por error. En varios pasajes lo podemos ver diciendo que no sabía lo que le deparaba su futuro, pero sí conocía al dueño del mismo. Tampoco se sentía prisionero de los gentiles, más bien prisionero de Jesucristo por el bien de ellos.
Una buena amiga cristiana vive una situación parecida. Trabaja en una ONG sin ánimo de lucro, especializada en el cuidado de niños que han perdido a sus padres. Su tarea en el establecimiento que sirve de hogar para esos niños, es la de mamá sustituta. Por la complejidad de su trabajo, éste requiere su presencia a tiempo completo. Y debido a sus deberes, de digamos un casi "confinamiento", comenzó a conocer profundamente a esos niños. Con el correr del tiempo aprendió a amarlos como si fueran sus propios hijos. Según me cuenta, se siente capaz de decir: "Yo no soy prisionera de mis obligaciones y responsabilidades, sino prisionera de Jesucristo al servicio de esos pequeños".
La atención de Pablo estaba fijada en la tarea que Dios había puesto en sus manos y no en la situación que lo rodeaba. Hablando claro, su preocupación se centraba en las personas a las que servía y no en las consecuencias personales de su servicio.
¿Sabes ya qué circunstancias son las que te encarcelan? ¿Eres un prisionero de Cristo por el bien de otras personas? Una vez que lo descubras, tu actitud va a cambiar, y también cambiarán tus acciones.