jueves, 27 de agosto de 2015

No desaproveches tus adversidades

“Hermanos míos, gozaos profundamente cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Pero tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.” SANTIAGO 1:2-4 
No desaproveches tus sufrimientos, porque cada vez que DIOS permite que tú atravieses una prueba es porque tiene un propósito con ella. El Señor desea que esa prueba te ayude a crecer espiritualmente, y que no que te hundas en la desesperación y el desaliento. Si tú respondes de forma adecuada, la prueba, que parece que fuera a destruirte, se convertirá en instrumento de bendición.
adversidadLa respuesta más natural a la adversidad es suplicar al Señor que nos la quite. Si eso no funciona, es posible que nos enfademos y tratemos de encontrar la salida, de la dificultad o del dolor, con nuestros propios medios. Y en ocasiones, le echamos la culpa a otros por los problemas. Verdaderamente, es posible que otra persona haya causado el problema, pero puede que DIOS lo permitiera así.
No importa el origen de la aflicción, ni quiénes estén involucrados, o qué mala sea. En el momento que la aflicción llega, ya ha sido impregnada del amor del Padre Celestial, y moldeada para lograr Su buen propósito en ti. Y entonces, ¿colaborarás tú con ÉL, o te negarás a hacerlo?

¡Anímate!

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Anímate porque aún estás viva, anímate porque aunque hayas caído aún tienes vida.
Anímate, querida amiga, amigo, si luchaste con eso que te aterra, vuelve a luchar y ahora ve de frente con la esperanza de ganar.
Recuerda que David, aunque pequeño, derrumbó a Goliat, y lo hizo con Dios. Ahora tú puedes hacer lo mismo.
No desesperes y pienses ya la salida no habrá,
no pienses que sucia siempre estarás,
que en el lodo siempre te quedarás.
Eso no es verdad, eso es una mentira demasiada insana para que lo creas.
Aún tienes sangre y tienes aún sentimientos por el bien.
No te des por vencida ni quieras afligirte por tu adversario,
solo concéntrate y pregúntate si esta vez vencerás a ese monstruo que lleva años fastidiándote ya.
No le des tregua, ni tampoco pretendas conciliarte con él,
porque en un gran hoyo caerás.
Y si le das tregua, nunca dejes de patalear como nadador en el mar.
Mantén siempre tu cabeza en alto y lucha con todas tus fuerzas y con las fuerzas de Dios. Ruégale, pídele, clámale pero no te quedes inmóvil.
Sea lo que sea que estés atravesando, no lo estás haciendo sola, porque...

Dios está contigo y también está tu alma de niño.

Por algo le habrá pasado eso

Los vecinos estudiaban “el caso Job”, y mientras, llegaron a visitarlo sus tres amigos: Elifaz, Bildad y Zofar. Cuando lo vieron se quedaron en silencio por siete días; eran religiosos, legalistas y tradicionalistas. Los tres llegaron a una sola conclusión: “sufres porque hiciste mal, a la gente buena no le pasa esto, te pasó esto porque pecaste”.
Las personas que se ponen en el papel de “juez” del otro, envían tres mensajes, el primero es: “soy superior a ti”, el segundo mensaje es: “hablemos de ti, no de mí”, y el tercer mensaje es: “estos son los roles, yo soy el amo y tú el esclavo”. Son personas inseguras con dificultades para sentir empatía con los demás. Cuando nos relacionamos con los demás, sean quienes sean, no tenemos que ponernos nunca "por encima” ni "por debajo” de nadie, sino “al lado”.
Job, en su situación lamentable de enfermedad, recordaba los viejos tiempos de sus trabajos y logros. También hablaba de sus raíces, de lo que era su vida espiritual cuando buscaba el agua que representa la Palabra de Dios. Él dijo: “en mi ramas estaba el rocío de la Palabra”.
Los momentos duros y difíciles de la vida, las crisis, o te derrumban o te fortalecen más. Si las superamos, saldrán de nuestra vida todas las cosas que no sirven: la mente estrecha, los miedos, la derrota, la tristeza...
Todas las pruebas que hoy estás pasando, serán cambiadas como experiencia de victoria, y Dios te va a dar la oportunidad de contar tu testimonio de prueba superada.

La marca pura de la verdad

Y le dijo Jehová: Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y ponles una señal en la frente a los hombres que gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella. Ezequiel 9:4.
Veamos con cuidado esto: los que reciben la marca pura de la verdad, desarrollada en ellos por el poder del Espíritu Santo, y representada por el sello del hombre vestido de lino, son los que “gimen y claman a causa de todas las abominaciones que se hacen” en la iglesia. 

Los que no sienten pesar por su propia decadencia espiritual ni lloran por los pecados ajenos, quedarán sin el sello de Dios… No todos los que profesan observar el sábado serán sellados. Es más, entre los que enseñan la verdad a otros hay muchos que no recibirán el sello de Dios en sus frentes. Tuvieron la luz de la verdad, conocieron la voluntad de su Maestro, comprendieron todo punto de nuestra fe, pero no hicieron las obras correspondientes. Los que conocieron muy bien la profecía y los tesoros de la sabiduría divina, deberían haber actuado de acuerdo con su fe…

Ninguno de nosotros recibirá jamás el sello de Dios mientras nuestros caracteres tengan una mancha. Nos toca a nosotros remediar los defectos de nuestro carácter, limpiar el templo del alma de toda contaminación. Entonces, la lluvia tardía caerá sobre nosotros como cayó la lluvia temprana sobre los discípulos en el día de Pentecostés.

Los que se unen con el mundo reciben su molde y se preparan para la marca de la bestia. Mientras que los que desconfían de sí mismos, se humillan delante de Dios y purifican sus almas obedeciendo a la verdad, son los que reciben el molde celestial y se preparan para tener el sello de Dios en sus frentes. Cuando se promulgue el decreto y se estampe el sello, su carácter permanecerá puro y sin mancha para la eternidad.

Ahora es el momento de prepararse. El sello de Dios no será puesto nunca en la frente de un hombre o una mujer que sean impuros. Nunca será puesto sobre la frente de seres humanos ambiciosos y amantes del mundo. Nunca será puesto sobre la frente de hombres y mujeres de corazón falso o engañoso. Todos los que reciban el sello deberán estar sin mancha delante de Dios y ser candidatos para el cielo.