viernes, 14 de agosto de 2015

Nacer de nuevo

Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, príncipe de los judíos. Éste vino a Jesús de noche y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios por maestro; pues nadie puede hacer los milagros que tú haces, si no está Dios con él. Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo: El que no naciere otra vez, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es, y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer otra vez. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu. Respondió Nicodemo, y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto? Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto? De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto testificamos, y no recibís nuestro testimonio. Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales? Y nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del Hombre que está en el cielo. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado; para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. (Juan 3:1-15 RVG)

Nicodemo era una persona notable entre los judíos Hubiera ocupado un lugar en los periódicos hoy en día. Además era un maestro en los asuntos de fe, lo que conllevaba la posesión de una sólida reputación ética y doctrinal. Si a esto se añade el hecho de su condición de fariseo, con la que el capítulo 3 del evangelio de Juan inicia su descripción, se puede entender que Nicodemo es una demostración palpable de la vacuidad de su religión.
Es decir, alguien que sabía tanto, que había cumplido tantas reglas, que había aconsejado sobre tantas cosas, y que consagraba su vida a cultivar la espiritualidad en los términos de la Ley de Dios, debería ser la persona más apta para disfrutar de las bendiciones eternas. Sin embargo, el comportamiento de Nicodemo puede ser, hasta cierto punto, sorprendente: fue a ver a Jesús de noche.
Nicodemo no quería que su reputación se viera comprometida con su discipulado; Juan pareciera sugerir que Nicodemo se hubiera convertido en un discípulo secreto de Jesús. Esto llama la atención porque se supone, que alguien que ha sido formado en un ambiente religioso y que ha venido siendo formado en el temor del Señor, se ha preparado toda la vida para establecer una comunión perfecta con el Señor. Los fariseos que cuidaban tanto la pureza de sus costumbres debían, de manera natural, estar dispuestos a recibir con más ardor al Cristo que había sido anunciado en el A.Testamento. Y sin embargo, al contrario, su formación religiosa les llevaba a la hostilidad hacia Jesús. Nicodemo fue a Jesús de noche, evidenciando el fracaso de toda una vida religiosa.
La conversación entre Jesús y Nicodemo no puede ser entendida omitiendo Juan 2:23-25; o sea, el hecho de que Jesús conocía el corazón de los hombres. El sabía qué era lo que preocupaba a Nicodemo, así que su respuesta va directa a la verdadera pregunta de Nicodemo, estaba respondiendo a su corazón no a sus palabras. Nicodemo propone un largo rodeo de milagros, pero la fe en los milagros no conduce a gran cosa, se debe fijar en el autor de ellos, en lo que éste ha venido a realizar, en el milagro indispensable. Jesús, consecuentemente, responde: De cierto, de cierto te digo: El que no naciere otra vez, no puede ver el reino de Dios.

La respuesta de Nicodemo manifiesta la duda de su entender. No es posible que Nicodemo pensara que Jesucristo estaba hablando de manera literal. Pensemos que los judíos y paganos de la época de Jesús estaban familiarizados con la idea del renacimiento. De hecho, los rabinos decían que los prosélitos del judaísmo eran como niños nacidos de nuevo, y en el mundo gentil las religiones ofrecían la unión mística con algún Dios, cuando ésta se producía a través de ceremonias destinadas a afectar los sentidos del participante; en esas circunstancias, el iniciado era considerado como un “nacido de nuevo”. De ahí que, cuando el cristianismo vino al mundo con un mensaje de renacimiento, traía justamente lo que todo el mundo estaba buscando sin conseguirlo verdaderamente. La respuesta de Nicodemo debe ser entendida como una demostración de este fracaso: Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? (v. 4). Es decir, ni los prosélitos judíos ni los iniciados griegos evidenciaban un nuevo nacimiento verdadero más allá de los rituales y los hábitos superficiales. Entonces, ¿es posible, verdaderamente, que un hombre pueda nacer de nuevo?

¿Cómo Caminar Por Fe?

“…POR FE ANDAMOS, NO POR VISTA” (2 Corintios 5:7)

Un ciego que lleva un perro guía, “camina por fe” con su lazarillo. Tiene la certeza de que, según lo que vea el perro, éste le avisará para seguir, parar o girar a la derecha o a la izquierda. Y para comprender las señales que le da el perro, lo sujeta del arnés. Confía en el animal porque tiene algo que él no posee: la vista. Ocurre lo mismo contigo y con Dios, aunque hoy te resulte poco claro hacia donde te está llevando. El ciego debe sujetar el arnés y estar conectado al perro guía. A veces se preguntará: ¿por qué nos paramos en esta esquina tanto tiempo?,... porque pasan vehículos, y de esta manera queda a salvo del peligro que no puede ver.
Dios dice: “Guiaré a los ciegos por un camino que no conocían… Delante de ellos cambiaré las tinieblas en luz y lo escabroso en llanura. Estas cosas les haré y no los desampararé” (Isaías 42:16). Dios tiene tu mañana ya planificado aunque no te lo haya mostrado todavía. Actúa sin tiempo natural, por lo que no lo retienen las limitaciones contra las que nosotros luchamos. Pablo escribió: “Pido que os inunde de luz el corazón, para que podáis entender la esperanza segura que Él ha dado a los que llamó… pido en oración que entendáis la increíble grandeza del poder de Dios para nosotros, los que creemos en Él. Es el mismo gran poder que levantó a Cristo de los muertos y lo sentó en el lugar de honor, a la derecha de Dios…” (Efesios 1:18-20 NTV).

De regreso al Padre

Dios le habló a Jonás diciéndole que debía ir a Nínive y difundir un mensaje contra ella. Pero él fue a huir de la presencia de Jehová y compró un billete para irse a Tarsis. Mas estando en el barco, se levantó una tempestad tal que los tripulantes pensaron que la nave se partiría.
Entonces, cada uno clamó a su dios y echaron los enseres al mar para hacer ligero el barco pero no sucedió nada. Cuando meditaron para saber cuál era la causa, ésta recayó sobre Jonás.
Al encontrarlo, le preguntaron quién era y qué había hecho para que sucediera tal calamidad. Sabían que huía de la presencia de Jehová, pues él se lo había declarado.
En aquel momento echaron a Jonás al mar, quien fue tragado por un gran pez; estando dentro del mismo, oró a Dios y en arrepentimiento dijo: “Pero yo te ofreceré sacrificios con cantos de alabanza, y cumpliré todas mis promesas. Pues mi salvación viene solo del Señor”. Entonces, Dios mandó que el pez lo vomitara en tierra. Al oír nuevamente la voz de Dios, Jonás fue a Nínive a llevar el mensaje que se le había dado.

La Venida de Jesucristo

He aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor. Lucas 2:10-11.
Entre todos los acontecimientos que marcaron la historia del hombre, no hay ninguno más importante que la venida de Jesucristo a la tierra. El Hijo de Dios “se despojó a sí mismo” para nacer como uno de nosotros.
Podría haber venido como un juez para condenar sin apelación a la humanidad, que se había hundido en el mal y se había alejado de Dios. También habría podido venir como un justiciero para destruir a los hombres que se habían opuesto a Dios, a pesar de todo el bien que Él les había hecho.
Pero Jesucristo vino hasta nosotros como Salvador. Aquí, en la tierra, donde generalmente cada uno trata de engrandecerse, Él tomó el último lugar. Nació en un establo y siguió un camino de renuncia material que lo condujo hasta la cruz, en la cual murió como un malhechor.

Fe es más que creer

Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Hebreos 11:1
Mientras presentaba una clase sobre la paternidad, pregunté a los asistentes qué valores les gustaría poner en la maleta de sus hijos para que se llevaran con ellos cuando salieran de casa. Entre otros, mencionaron a Dios. Aunque estaba prohibido hablar de religión, aproveché esa respuesta y hablé sobre el tema. Al finalizar, una muchacha me preguntó si yo era cristiana, pues mi aspecto era diferente al resto de las damas. Quería que alguien le enseñara acerca de la Biblia, y le recomendé otra persona, pues mi trabajo me lo impedía. Ella insistió, y le prometí que la visitaría junto con mi pastor. Ella se intimidó, pero sonrió cuando le dije que él era mi esposo. Quería saber cómo obtener fe para creer en todo lo que dice la Biblia.
¿Será que podemos comprar la fe en el mercado? De la única manera en que podemos encontrarla es pasando tiempo con Dios. En el capítulo 11 del Evangelio de Juan, hay una historia conmovedora: la muerte de Lázaro. Jesús era amigo de la familia de Lázaro, y pudo acudir en su auxilio cuando Marta le dijo que estaba enfermo. Pero Él les dio a todos los presentes y curiosos la oportunidad de creer que podía resucitarlo. Él quiere que creas que está contigo en su tiempo, no en el tuyo, y conforme a su voluntad.
Si no tienes trabajo, si tienes problemas con tu familia, si padeces una enfermedad terminal, cualquiera que sea tu necesidad, clama a Dios con fe, creyendo que tu problema tiene solución. La fe te hace ver que Dios es más grande que tu problema.
La fe no es un sentimiento novelero, tampoco es una aceptación intelectual, sino una convicción que te dará una nueva realidad a tu vida. La fe es más que creer; la fe va más allá del sentimiento. “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”.
Pídele a Dios que te mande lluvias de fe para que disfrutes las cosas bellas que tiene para ti.