lunes, 10 de agosto de 2015

¿Cómo Estar Debidamente cualificado para La Obra de Dios?

“ESTÁIS MUY EQUIVOCADOS PORQUE NI CONOCÉIS LAS ESCRITURAS.” (Mateo 22:29 BLP)

¿Sabías que la mayoría de los accidentes de aviones pequeños no se deben a fallos mecánicos sino a errores del piloto? En la mayor parte de los casos el piloto no estaba cualificado para volar por instrumentos, así que dependía de dos cosas que pueden fallar:
1) La vista.
Mientras los pilotos puedan ver carreteras, puentes y puntos de referencia vuelan con seguridad, pero cuando viene una tormenta o les envuelve la niebla, tienen problemas.
2) Los otros sentidos.
En la aeronáutica el problema se denomina “vértigo”. Si le vendas los ojos a alguien, lo sientas en una silla giratoria y le das unas cuantas vueltas, y luego paras la silla y le preguntas en qué dirección estaba girando, no te lo podría decir con seguridad.
Tenemos un aparato muy sensible en nuestro cerebro que funciona como un nivel geométrico de carpintero. La fuerza centrífuga envía la señal (burbuja) a un extremo del nivel. Cuando ya no puede ir más allá, empieza a volver aunque la persona siga dando vueltas en el mismo sentido. Por eso la persona tiene la sensación de parar y comenzar a girar en sentido contrario, aunque no es más que una sensación. Si no tuviera los ojos vendados y pudiera ver, no sentiría esas sensaciones y no tendría ninguna dificultad en saber en qué dirección va. Se necesitan muchas horas de entrenamiento en simulacros de tormentas para desarrollar la habilidad de volar con certeza, en la dirección que te indica el panel de control del avión sin hacer caso al vértigo que sientas.
Recuerda lo siguiente: Como hijo de Dios no debes dejarte llevar por la vista ni por los sentidos, sino únicamente por las Escrituras.

Siguiendo sus Pasos

Seguir a Jesús no significa simplemente una adhesión de palabra y cómoda, decir que se le sigue, o solo querer recibir sus bendiciones, sino que implica renunciar a uno mismo, tomando la cruz del reproche ajeno, de la burla y, quizá, de la persecución por causa de su fe; es necesario estar dispuesto a darlo todo, para ganarlo luego todo.
Proverbios 4:26-27
Examina la senda que siguen tus pies y sean rectos todos tus caminos. No te desvíes a la derecha ni a la izquierda; aparte tu pie del mal.
Hebreos 12:13
y haced sendas derechas para vuestros pies, para que la pierna coja no se descoyunte, sino que se sane.
Salmos 119:5
¡Ojalá mis caminos sean afirmados para guardar tus estatutos!
Proverbios 4:25
Miren tus ojos hacia adelante, y que tu mirada se fije en lo que está frente a ti.
Proverbios 5:6
No considera la senda de la vida; sus senderos son inestables, y no lo sabe.
Proverbios 5:21
Pues los caminos del hombre están delante de los ojos del SEÑOR, y El observa todos sus senderos.

Jesucristo es a quien necesitamos, Él es suficiente

Aparecerán muchos falsos profetas y engañarán a mucha gente. Abundará el pecado por todas partes, y el amor de muchos se enfriará; pero el que se mantenga firme hasta el fin será salvo. Y se predicará la Buena Noticia acerca del reino por todo el mundo, de manera que todas las naciones la oirán; y entonces vendrá el fin. Mateo 24:11-14 (Nueva Traducción Viviente)
cruz1234
Desde que inicié mi vida en Cristo he contado con el privilegio de experimentar diversas circunstancias, de las cuales, algunas han llegado a mi vida con el propósito de desviarme de la verdad, del camino y de la voluntad de Dios. Sin embargo, he sido afortunada porque la misericordia y la gracia del Señor me han alcanzado en cada situación, y en lugar de alejarme de Él, estas experiencias me han servido para reafirmar, una vez más, dónde debo poner mis ojos y de quién debo depender en todo tiempo; obviamente, de Jesucristo.
Muchas veces, en el afán de conocer a Dios, me encontré en el camino con diferentes predicadores, autores de libros, pastores y en general, líderes ministeriales a quienes escuchaba y de quienes tomaba ciertas enseñanzas que enriquecían mi crecimiento espiritual; desafortunadamente, no puedo decir lo mismo de todos, pues algunos de ellos infundieron otro tipo de expectativas en esta área de mi vida, debido a sus supuestas revelaciones y conocimientos del reino de Dios.
El peligro con este asunto es que, sin querer y sin saber en qué momento, podemos ir adoptando algunas de sus vanas enseñanzas, lo cual nos aleja cada vez más del propósito de Dios y de su Verdad; y lo peor, es que todo obra de una forma muy sutil, y solo caes en la cuenta del error por la misericordia de Dios, quien te saca de esa oscuridad y de ese camino lleno de tinieblas.

Cuando alguien tropieza,...

Cuando Colin Powell era un joven oficial de infantería sirvió en Frankfurt, Alemania.
Un día su pelotón fue asignado para custodiar un cañón atómico de 280 milímetros. Powell alertó a sus hombres, cargó su pistola calibre 45 y saltó para dentro de su jeep.
Después de un pequeño recorrido, se percató de que no tenía su pistola 45. Sabiendo muy bien que la pérdida de un arma era considerada un asunto grave, llamó de mala gana por radio a su capitán Tom Miller.
Cuando Powell regresó, el capitán Miller le dijo: “Tengo algo para usted”, y le entregó a Powell su pistola. Y añadió: “Algunos niños del barrio la encontraron donde se le cayó de su cartuchera”. Powell sintió un escalofrío.
¿La habían encontrado... unos niños?
“Sí”; continuó Miller, por suerte solamente dieron una vuelta con ella, antes de oír nosotros el tiro y quitarles la pistola. Miller concluyó: “Por el amor de Dios, hijo, no permitas que esto ocurra otra vez”.
Powell revisó más tarde su pistola y comprobó que no había sido disparada. La había perdido dentro de su tienda de campaña. Miller había urdido esa historia para darle un susto, un aviso.
Powell concluyó su relato: “Su ejemplo de liderazgo inteligente no se acabó en mí. Nadie llegó nunca a la cima sin resbalar. Pero cuando alguien tropieza no hay que pisarlo fuerte. Mi filosofía es: levántalo, sacúdele el polvo y ponlo nuevamente en acción”.
El hombre que no se equivoca,
generalmente no hace nada.
Cuando alguien tropieza, no hay que ensañarse con él, hay que ayudarle a levantarse.
Salmo 37:24
Cuando caiga, no quedará derribado, porque el Señor sostiene su mano.

La vida sigue igual…

… es una de las frases que sin duda siempre recordaré. Cada vez que ocurría algún suceso que me impactaba o desalentaba, mi madre tenía a flor de labios esta frase. Es adecuada a muchas situaciones, decía, y no dejaba de tener razón.
Hace un par de años mi padre tuvo un problema de salud que hoy lo tiene postrado. Cuando comenzó la enfermedad, de día y de noche pensaba en él, en su situación y en las consecuencias que traería a su vida y a la de la familia. Yo estaba en período de pruebas y exámenes finales en la universidad, lo que me tenía aún más abrumada. En medio de un viaje rápido para visitar a mi padre, la desolación y desesperanza llamaron a mi puerta. Creo que nunca me sentí así antes y tampoco después; fue como si la esperanza “desapareciera” de mi cuerpo y escogiera otro domicilio.
la vida continuaVolví a mis quehaceres universitarios y todo marchaba normal, como rutina en estas instituciones; debía juntarme a hacer trabajos de grupo y preparar exposiciones, sin tener ganas ni siquiera de levantarme. Cada vez que mis compañeras me citaban a sesiones largas de trabajo, o debía trasnochar haciendo algún ensayo, me encolerizaba pensando en la poca empatía hacia mi persona por parte de mis profesores y compañeras de carrera. Lloraba de angustia al sentir que debía continuar con el ritmo de siempre, pero cada vez con menos energía de la habitual. Era frustrante y agotador.
Estaba en ese estado, cuando vino a mí la frase de mi madre “la vida sigue igual”, y recapacité y comprendí que el mundo no se detiene ni debe detenerse a causa de mi dolor o desesperanza. El resto de la gente que me rodeaba estaba perfectamente saludable, con la energía precisa para trabajar, y no era su culpa, ni la mía, que mi padre hubiese enfermado precisamente en época de exámenes. No se imaginan cómo esto le dio paz a mi corazón. Mi sentimiento de culpa por no estar junto a mi padre y dedicarme a la universidad desapareció, y cuando aparece nuevamente, recuerdo exactamente la frase de mi madre, “la vida sigue igual”.