domingo, 9 de agosto de 2015

La confidencialidad y los chismes

“…JUNTAN CHISMES Y… LOS DIVULGAN A LOS CUATRO VIENTOS” (Salmo 41:6 NTV)

Un hombre se acercó a Sócrates para contarle un chisme. El filósofo le preguntó: "Primero, ¿estás seguro de que es verdad? Segundo, ¿es algo bueno? Tercero, ¿sirve para algo que me lo cuentes?" Cuando el hombre contestó: "Pues a decir verdad, no", Sócrates replicó: "Entonces, si no es verdad ni bueno ni útil, ¿para qué hablar de ello?" 
El chisme puede darnos la apariencia de que estamos intimando con alguien, pero en realidad, se trata de un falso vínculo motivado por el deseo de subestimar a alguien y presentarse a sí mismo como mejor persona. David escribió: “Me visitan como si fueran mis amigos, pero mientras tanto juntan chismes y, cuando se van, los divulgan a los cuatro vientos” (Salmo 41:5.6 NTV). Y Salomón afirma que “…el chisme separa a los mejores amigos” (Proverbios 16:28 NTV) y añade: “Te podrían acusar de chismoso, y nunca recuperarás tu buena reputación” (Proverbios 25:10 NTV).
Uno de los retos del ministerio es la confidencialidad; saber hasta qué punto se tiene que ser abierto con la información que se tiene.
Las siguientes preguntas podrían ayudarte en la decisión: ¿Le estás comunicando algo a alguien que puede hacer algo para ayudar o para ofrecerte disciplina y corrección? ¿Estás hablando con alguien sabio para ayudarte a entender un problema, alguien valiente que te ayude? o bien ¿a confrontar a la otra persona o, si fuera el caso, a reconocer tu error? ¿Tienes permiso de divulgar la noticia? ¿Estás revelando un secreto, y si lo haces, es únicamente porque la vida de alguien, incluida la del sujeto en cuestión, corre peligro? ¿Estás dispuesto a desvelar la fuente de la información para que sea verificada? Cuando lo haces, ¿sientes un gran dolor por dentro? ¿Has examinado tu propia vida primero y reconocido que has pecado en áreas similares? ¿Estás orando por la persona? ¿Cómo te sentirías si alguien dijera lo mismo de ti?

El Poder de Elegir

“No puedes, por más que te esfuerces, cambiar tu pasado, pero sí puedes elegir como será tu futuro”.
Es uno de los poderes más grandes que tú posees; un poder que se encuentra ubicado en una parte muy especial de tu increíble cerebro; es un poder clave para que vivas la vida que quieres vivir; la fuerza más extraordinaria, el poder más grande, transformador y enriquecedor que Dios ha regalado a los hombres, es el poder de ELEGIR.
Tú tienes el poder de elegir el tipo de pensamiento que convertirás en sentimiento y emoción dentro de ti, para luego elegir la acción que tú quieras.
Siempre puedes elegir:

Reír, en lugar de llorar.
Abrazar, en lugar de golpear.
Cantar, en lugar de llorar.
Amar, en lugar de odiar.
Tú puedes elegir ser feliz, en lugar de aburrirte.
Compartir, en lugar de ser egoísta.
Servir, en lugar de ser arrogante.
Perdonar, en lugar de ser rencoroso.
Bendecir, en lugar de maldecir.


Por ello, elige hoy:


Sonreír, en lugar de sembrar discordia.

Aplaudir, en lugar de criticar.
Ser paciente, en lugar de acosar a los demás.
Ser bondadoso, en lugar de ser un resentido.
Ser amigo, en lugar de ser el enemigo de todos.
Alabar y reconocer, en lugar de ser indiferente.

Tú puedes y debes elegir,…la vida te obliga constantemente a ello,.. a ser feliz, noble, abundante, eficiente, sencillo, productivo, amoroso, responsable, entusiasta, optimista, positivo…  y mil pensamientos, emociones o sentimientos, acciones, actitudes y reacciones que pueden convertir tu vida en una larga lista de éxitos y satisfacciones, mejorando tu calidad de vida y la de los seres que te rodean.

¡Vuélvelo a intentar!

Afrontar algo que no esperábamos puede suponer uno de los momentos más angustiosos que podamos experimentar, porque nos sentimos impotentes al no poder cambiar la realidad. Es como si hubiéramos estado construyendo algo y en segundos se derrumbara; el peligro está en que podemos llegar a creer, erróneamente, que nuestros sueños ya no se harán realidad y que no vale la pena seguir adelante ni volverlo a intentar.
Superar una de estas circunstancias negativas no es nada fácil ni grato, sobre todo porque el enemigo suele aprovechar estos momentos para ganar la batalla en nuestra mente y en nuestro corazón. Entonces nos sentimos frustrados y deprimidos, sin ganas de continuar; sentimos que no valemos ni servimos para nada, y hasta podemos llegar a pensar, pura locura, que quitándonos la vida solucionaríamos el problema. ¡Mentira! Porque Dios dice en su Palabra: “Pues yo sé los planes que tengo para ustedes. Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza”. Jeremías 29:11 (NTV)

Ser Feliz

Si todo en la vida es relativo,
relativa también es la idea
que cada uno tiene de la felicidad.

Para algunos, felicidad es
dinero en la cartera,
cerveza en la heladera,
ropa nueva en el armario.

Para otros, la felicidad representa un suceso, una carrera brillante,
o simples hechos considerados importantes (aunque en la realidad
carezcan de relevancia).

Para otros tantos,
ser feliz es conocer el mundo,
tener un conocimiento profundo de las cosas del Cielo y de la Tierra.
Mas para mí, ser feliz es diferente.
Ser feliz es ser persona,
es tener vida,
que como decía un poeta:
“Es hermosa, es hermosa, es hermosa…”

Felicidad es la familia reunida,
es vivir sin llegada, sin partida.
es soñar, es llorar, es sonreír…
Felicidad es vivir cercado de amor,
es sembrar amistad, es el calor
del abrazo de aquel amigo,
que, a pesar de la distancia,
le escuchas decir: “Hola”
Ser feliz, es despertar a las cinco de la mañana después de haberte acostado a las tres de la madrugada, 
solo para dar una vuelta a la cama de tu hijo, nada más que para verlo dormir.

Ser feliz es tener un cálido hogar.
Es la sencillez de una mesa.
Es un té caliente en el desayuno.
Es la dulce melodía de un CD,
para inspirar al corazón.

Ser feliz es disfrutar del sol radiante,
del frío helador,
de la lluvia o del temporal.
Ser feliz es brindar afecto a los demás,
a todos los que se cruzan en tu camino.

Ser feliz es hacer de la vida
una gran aventura,
una mayor locura, un enorme placer.

Pero, ante todo,
la verdadera felicidad consiste en proceder bien
en todos tus actos. Es no tener nada de qué arrepentirse. Es no dañar.
Exactamente, la felicidad es: ESTAR EN PAZ CONTIGO MISMO.