jueves, 30 de julio de 2015

Buena cosecha después de todo

Frecuentemente creemos que las maldiciones transmitidas de generación a generación son más fuertes de lo que nosotros podemos hacer.
Pero Dios es quien cambia vidas y quien obra en nosotros y en nuestras generaciones; Él puede romper toda atadura, pero el trabajo no solo es suyo, también es nuestro.
O sea, el hecho de que tengas un hijo alcohólico o que esté metido en adulterio, fornicación, vicios, etc. no solo es porque tenga ataduras de sus ancestros; o si sus antepasados fueron así no quiere decir que él lo lleve en los genes. Esto es algo que muchas personas sostienen y utilizan para excusarse, cuando en realidad es simplemente, porque no han visto un ejemplo bueno en el que fijarse.
Tu ejemplo y el inculcarle buenos valores a tus hijos, es una de las grandes formas para que los que vienen después de ti no sigan los malos pasos.
Dios dice en su Palabra que todo lo que sembremos, así también cosecharemos; no solamente se trata de sembrar para uno mismo, también para los demás. Y lo mejor que puedes sembrar en tus hijos son la fe y el amor a Dios, valores y principios que a largo plazo, harán de ellos personas que harán historia donde estén.

El verdadero amor siempre es inteligente

¿Cómo construir una pareja feliz? La pareja es una construcción formada por dos personas, que nunca se edifica compitiendo con el otro, sino creando un “cerebro de pareja” (unión) donde cada uno aporta su visión y lo suyo propio. "Construir pero no separar". Es imposible construirla venciendo o derrotando al otro porque así desaparecería la atracción a la otra persona. La pareja no compite entre sí sino que ambos se potencian.
Además, la pareja se construye día a día. Por eso no importa tanto el fin como el proceso. Es muy importante ver si el otro está en ese mismo proceso, si demuestra interés en conocerme, ver mis gustos, ideología, planes, etc., y si ese interés va creciendo con el tiempo. El problema surge cuando el otro está en “otro proceso”. Yo estoy interesado en conocer al otro pero él está en otra sintonía. Por ejemplo, él sale con una, y otra y otra; o ella coquetea con todos. Si están en el mismo proceso de conocerse, con el tiempo se seguirá construyendo una amistad que derivará en pareja o no. Pero más allá de todo ese “riesgo” de sí o no, es bueno, porque es lo importante, poder disfrutar el proceso, dado que la vida es mucho más que estar con o sin pareja.
Primero hay que sanar el pasado, porque quieres, por él/ella, sanar una herida de tu infancia; y tienes que buscar un hombre de compañía, pero no un hombre que te cure tus heridas.
Nunca vas a tener un fuerte valor en tu pareja, si el pasado ejerce poder sobre tu vida. Si todavía dices: “mi ex me hirió, con esa queja presupones que todos los hombres son malos, que son todos iguales, que todos te van a terminar hiriendo”; ese pasado que te dañó, que te hirió, que te hizo mal, todavía sigue teniendo poder en el presente, por lo tanto va a arruinar cualquier pareja; porque todavía el pasado ejerce poder sobre ti y no puedes tener autoridad en esa nueva relación que pretendes.
Además, hay que tener en cuenta que en una pareja siempre hay discusiones; “si en todo se llevan bien es porque seguramente alguno de los dos no está pensando”. Las parejas que no discuten tapan grandes problemas, que cuando salen a la luz terminan quebrando. Otras pelean todo el tiempo porque no saben discutir realmente. La pelea inteligente siempre se hace de manera suave. La diferencia es la intensidad; si agredes, te  responderán con agresión, hay que plantear el problema sin agredir al otro. Debemos saber cuándo detenernos y parar; los necios hablan sin pensar; algunos se agreden simplemente con gestos, así comienzan, porque es una lucha de poder. Pero en una pareja cada uno tiene su versión, no hay buenos y malos. Nadie tiene que ganar el ciento por ciento porque el otro lo pierde, y trae resentimiento y pase de factura por ello. Tampoco no se trata de obedecer al otro, sino de encontrar una solución. No hay que pelear por tonterías, pregúntate: “¿vale la pena pelear por esto?”

Las Aspiraciones Provienen de Dios

Las aspiraciones son aquellas cosas que ambicionamos.
La aspiración es el deseo de subir un escalón, de alcanzar un peldaño más, de no conformarse ni limitarse.
Es salir de la zona de conformidad y arriesgarse para adquirir nuevas cosas.
Los que aspiran, sueñan y se imponen metas para lograr convertir lo que sueñan en realidad. Ponen el corazón en cada cosa que hacen y le añaden dedicación y pasión. Mezclan el entusiasmo con la energía.
Son forjadores del optimismo y si encuentran una piedra en el camino, la remueven o pasan por el lado.

Algo muy importante para los que tienen aspiraciones, es reconocer y saber que la fuente de cualquier logro viene de Dios. Que solo de Él provienen las fuerzas para afrontar cada desafío con valor y entereza. 
Que cada día aspiremos a ser mejores es grandioso.

Dios, muchas veces, tras esos sueños y deseos esconde propósitos hermosos y maravillosos. Él es quien pone tanto el querer como el hacer. Así que la próxima vez que te surja una gran idea por tu mente o quieras dar inicio a un nuevo proyecto, piensa y no lo dejes pasar por alto, porque puede ser Dios mismo quien te esté inspirando.

Señales de carácter sobrenatural

Habrá grandes terremotos y, en diferentes lugares, hambres y pestilencias; y habrá terror y grandes señales del cielo. Lucas 21:11.
A medida que nos acerquemos al fin de los tiempos, habrá una demostración cada vez mayor del poder pagano; deidades paganas manifestarán su notable poder, y se exhibirán a sí mismas ante las ciudades del mundo; y esta situación ya ha comenzado a cumplirse.
La profecía del Salvador referente al juicio que iba a caer sobre Jerusalén, va a tener otro cumplimiento, y la terrible desolación del primero no fue más que un pálido reflejo de lo que será el segundo. En lo que acaeció a la ciudad escogida, podemos ver anunciada la condenación de un mundo que rechazó la misericordia de Dios y pisoteó su ley.
Aparecieron muchas señales y maravillas como síntomas precursores del desastre y de la condenación. A media noche una luz extraña brillaba sobre el templo y el altar. En las nubes, a la puesta del sol, se veían como carros y hombres de guerra se reunían para la batalla.